I. Ética general y profesional
a) Etimología y sentido de la ética
La
ética proviene del griego: ethos (ήθός), e-thos (έqός)[1].
La primera expresión tiene, en primer lugar, el
sentido de estancia o morada[2],
lugar o espacio en el cual la persona se halla inmediatamente conectado con las
cosas elementales. La casa es familiar a la persona, porque ahí nace, crece y
se desarrolla. El seno familiar se constituye la escuela por excelencia dónde
el niño forma su carácter y aprehende valores. En segundo lugar ethos (ήθός) adquiere la significación de carácter, puesto que el
hombre forma su individualidad, esto es su impronta particular, y su
personalidad en el hogar. El segundo
concepto e-thos (έqός) tiene el sentido de
habito y uso; y adquiere la significación fundamental de costumbre.
El
concepto e-thos (έqός) se identifica con el
sustantivo mos, moris latino. El
término “mos” latino se traduce en castellano por moral. De ahí que e-thica y moral significan costumbre. ¿Qué
significa costumbre? Esta expresión denota modo de ser de una persona, familia,
comunidad o nación. La costumbre refiere entonces a los elementos particulares,
que distinguen una nación de otra. Cada nación posee una impronta particular de
su modo de ser, a la que llamamos cultura. Notamos que los conceptos “ethica” y
“e-thica” fundamentalmente no se distinguen uno de otros. En la palabra
costumbre existe un modo de ser particular, que es el carácter (ethica); y éste a su vez es el elemento diferenciador
de una determinada costumbre (e-thica) de otra.
En
síntesis decimos, que la expresión ética etimológicamente hablando se refiere a
la morada, en la cual uno se halla inmediatamente, y desde donde uno forma su
carácter y de este modo crea una determinada costumbre. Nosotros, de ahora en
más, utilizaremos la palabra española “ética”, la que ya contiene los dos
significados analizados.
La
ética en cuanto saber está enraizada en el campo de la filosofía; o sea la
ética pertenece a la región del saber filosófico. El objeto de estudio de la
filosofía es amplio y variado. La Antropología es uno de sus objetos. La
Antropología filosófica se ocupa de comprender al hombre en cuanto tal y para ese fin escruta su estructura
básica (espiritual, física y cultural) para ahondar en sus dimensiones
fundamentales. El hombre tiene una estructura psíquica-espiritual que comprende
la zona de las emociones, de los sentimientos, de las pasiones, de las
operaciones racionales-intelectivas, e incluso posee una estructura física bien
determinada.
El
carácter es inherente al hombre, pues en este sentido la ética se constituye como
una estructura esencial de él, por esta razón el hombre no puede vivir más allá
del bien y del mal[3]. El
hombre necesita un horizonte hacia adónde dirigir su vida, requiere de
principios y de valores para su realización personal y social. El hombre
aprecia el bien y tiende, aunque no siempre consigue, evitar el mal.
“La ética es la ciencia de aquello que el hombre debe hacer
para vivir como debe, para ser aquello que debe devenir, a fin que entre en
contacto con su valor supremo, a fin que realice en su naturaleza aquello que
se presenta como la justificación de su existencia, es decir hacia aquello y
por aquello él existe. En dos palabras: La ética es una ciencia categóricamente
normativa”[4].
De
Finance es un filósofo cristiano-católico y pertenece a la corriente
neo-tomista; entonces su sugestión es clara, porque está condicionada y
determinada por la fe. Vale decir la fuente de dónde emana la ética es Dios y,
al mismo tiempo, su finalidad última es nuevamente Dios. Esta perspectiva no es
absolutamente descabellada desde la cosmovisión cristiana en general. A demás
se conecta perfectamente con la visión finalista de la tradición ética de
Aristóteles. Pues según éste filósofo el hombre tiene hacia bien, que es la
felicidad. Si algo busca real y afanosamente el hombre, ese algo es la
felicidad. El hombre por naturaleza quiere ser feliz.
“…el bien perfecto es el que debe siempre poseerse por sí
mismo y no por una razón ajena a él. Este bien parece ser, en primer lugar, la
felicidad. La buscamos, en efecto, siempre por sí mismo y nunca por otra razón
ajena a ella misma… la felicidad es algo completo y se basta a sí misma, por
ser el fin de nuestra actividad”[5].
La ética como reflexión práctica
orienta al hombre hacia la felicidad.
¿Cómo
definimos la moral y la ética? La moral es el “conjunto de principios,
preceptos, mandatos, prohibiciones, permisos, patrones de conductas, valores e
ideales de la vida buena que, en su conjunto, conforman un entramado más o
menos coherente, propio de un colectivo humano en una época histórica
determinada”[6]. La ética,
sin embargo, es una reflexión práctica sobre la moral; pues los principios,
preceptos, normas etc., siempre están viciados de malicias e injusticias. De
ahí se deduce que el objeto de estudio de la ética es el bien y el mal.
“La tarea principal de la ética es analizar y evaluar las
normas y los códigos morales, precisamente aquellos que, impuestos por
convenciones, nos obligan a realizar ciertas conductas o a evitar otras, sin
que exista ningún aparato de Estado que vigile su cumplimiento, sin que la
sociedad sancione al sujeto que se comporta fuera de los lineamientos de la moral,
puesto que solamente el propio individuo se reprocharía haber actuado de modo
contrario a la moral”[7].
La
ética en cuanto disciplina filosófica somete en tela de juicio las prácticas
habituales de las personas en la sociedad, escudriña los fundamentos de los
principios morales y vela en todo momento por lo que es propiamente humano o
por la dignidad de las personas.
b) Etimología y sentido de la profesión
Iniciamos
este apartado con la siguiente pregunta: ¿De dónde proviene el término
profesional y que significa propiamente?
Según França, la palabra profesional “… proviene del latín «professio»,
que tiene raíces comunes con «confessus»
y «professus». Profesus significa confesar en alto, proclamar o prometer
públicamente”[8]; sin
embargo la “profesión” denota a las “personas que ejercen determinada actividad
humana con dedicación y consagración total; como es el caso de las llamadas
“profesiones liberales”[9].
La
profesión está relacionada estrechamente con el trabajo cualificado. El trabajo
se constituye como un elemento esencial del hombre. Por un lado, el hombre
necesita trabajar para buscar su propia realización personal; por otro lado el
hombre coopera con el desarrollo de la sociedad a través de su servicio
profesión. El hombre se dignifica mediante el trabajo y explota su
potencialidad creativa. La profesional del hombre tiene una dimensión social,
puesto que su actividad siempre repercute en los demás. El hombre se ingenia
para crear mejores condiciones de vida en su entorno. La profesión, manifestada
en el trabajo, permite al hombre transformar constantemente la naturaleza,
porque ella manifiesta su capacidad particular para ejercer con eficacia y
eficiencia un determinado servicio a favor de la comunidad, sea éste de índole
física o intelectual.
El
diseño de la sociedad está conformado a partir de las profesiones, por lo
tanto, una profesión responde a una determinada organización; es decir dentro
de una entidad, la cual generalmente se rige por leyes, reglamentos y normas.
Las leyes y las normas ayudan al hombre a regular su convivencia en la sociedad
y en el ambiente laboral. Por esta razón el profesional adquiere compromisos
con la empresa (pública o privada), que le contrata para la prestación de
servicio, y viceversa. Las obligaciones o deberes y derechos son recíprocos;
sin embargo la responsabilidad y el compromiso no se limitan solamente entre el
empleador y el profesional, sino también afectan de cualquier modo u otro a la
sociedad, que debe consumir o usufructuar los productos. Por lo tanto la
profesión tiene una dimensión intrínseca, es decir con el empleador, o en el
acto de transformación de la realidad; y una dimensión extrínseca, o sea con
toda la sociedad. La profesión no sólo expresa el ser social del hombre, sino
también su responsabilidad y compromiso con la sociedad.
De
ahí que la ética profesional juega un rol preponderante en la dinámica social
de una Nación; puesto que la ética profesional aporta un elemento meta
normativo a las actividades laborales cotidianas; ella acrecienta el celo o
cuidado por la seguridad y calidad de vida de la ciudadanía. El trabajo
mediante la profesión construye la sociedad y coopera con el bien común; por
esta razón la “ética profesional” conlleva un “deber” o una obligación, que no
está condicionado por intereses particulares, ni sectoriales, porque este deber
emerge de los principios morales adquiridos y asumidos en la vida cotidiana. Es
un deber ético enraizado en la naturaleza misma del hombre. Surge de la conciencia
moral. Tal conciencia es la fuente de la recta razón, es la centella, que
ilumina entre lo que se debe y no se debe,
entre el bien y el mal. Como ya
mencionábamos arriba la ética es la reflexión sobre esas acciones buenas y
malas del hombre.
El
profesional está obligado cumplir sus obligaciones laborales por impulso de ese
deber, que surge de sí mismo, ante las normativas, disposiciones y reglas que
tienen su origen en el Estado, en las empresas. Éste es el propósito de la
“ética profesional” o de la “deontología”. Pero, qué significa deontología:
“La palabra Deontología se deriva de los dos vocablos
griegos, tò dέon (lo que es conveniente) y logía (conocimiento); que es como si
dijéramos, el conocimiento de lo que es justo y conveniente. Este término aquí
se aplica a la moral, es decir, a aquella parte del dominio de las acciones que
no está bajo el imperio de la pública legislación. En cuanto arte es, lo que es conveniente hacer; en
cuanto ciencia, es conocer lo que
conviene hacer en toda ocasión”[10].
La
deontología como leemos en esta definición refiere a “lo que conviene”; éste
giro lingüístico se traduce por “deber”. El tò dέon (to deon) traduce Betham con lo que es “justo y conveniente”.
Ahora bien, justo y conveniente: ¿Para quién o para quienes? Obviamente para la
sociedad en cuanto tal, es decir para todos (empleadores, empleados y
beneficiarios). La sociedad es el fin del “deber ser” y el “deber ser” es la
determinación más significativa del sentido de la vida humana, que es la
felicidad. ¿Cuál es la fuente del “deber ser”? El deber ser o deber realizar lo
que uno debe de realizar tiene su fuente en la “razón”, o como otros llaman en
la “conciencia” de la persona. El imperativo categórico, que surge de la razón,
incita al hombre a determinar siempre su voluntad por lo bueno y conveniente.
En este sentido Kant afirma lo siguiente: “La razón pura es por sí sola
práctica y da (al hombre) una ley universal que nosotros denominamos la ley
moral… La ley moral es, por consiguiente, en él, un imperativo que manda
categóricamente, porque la ley es incondicionada…”[11].
Aquí traemos a colación la figura de Antigona[12],
quien tuvo que decidir por la ley de su conciencia o por la ley natural, que se
contrapone a veces a la ley del estado o la ley positiva. Antígona sintió que
debía obedecer a la ley moral, la cual surge de lo más profundo de su ser, antes
que obedecer la ley de Creonte, o sea la ley del Estado. Ella prefirió someterse al
imperativo categórico de la ley de la razón, quien sabía muy bien que estaba
poniendo en mortal peligro su propia vida. Hasta hoy día se debate entre filósofos, teólogos y juristas el dilema
entre la ley natural y la ley positiva, que inauguró Sófocles en su trilogía
(Edipo Rey, Edipo en Colono y Antígona).
c) Valores
Si
bien es cierto el concepto valor es un concepto acuñado en el ámbito económico;
o sea indica, groso modo, que todo bien tiene un plus, tiene un valor. El bien
simplemente se valora. Este concepto pasó al campo filosófico y cobró una connotación
trascendente. Los valores señalan a los hombres el horizonte; por eso los
valores tienen connotaciones objetivas. Ellos son extrínsecos al hombre. “Dentro
de la filosofía contemporánea, el valor expresa una región particular de entes
objetivos, puros, irreales, pero que se dan a través de lo real”[13].
Los valores existen independientemente de la voluntad de las personas, están
ahí en sí mismos. El siguiente ejemplo podría ilustrar el contenido de esta
afirmación: La verdad. ¿Dónde está la verdad? La verdad está fuera de la
persona, pero está constantemente atraída por ella. Entonces la verdad, en
cuanto valor, ejerce un poder atractivo hacia la persona. Ella es la luz, cuya
claridad permite “avizorarla” en el horizonte. Así sucede con todos los
valores.
Otros
pensadores afirman que los valores son totalmente subjetivos, es decir son
intrínsecos a las personas. La siguiente postura nos devela esta realidad:
“Los valores no existen sin el hombre que con ellos está en disposición
de dar un significada a la propia existencia. El centro o el «lugar» de los
valores es el hombre concreto que existe con los demás en el mundo para
realizar su propia existencia. Las cosas adquieren valore en la mediada en que
se insertan en ese proceso de humanización del hombre… Los valores no son
solamente aquello que perite satisfacer una necesidad o un deseo, sino todo lo
que permite al hombre realizar su existencia y darle un significado”[14].
Como
pudimos notar los valores no se dejan comprender con claridad y escurren de
todo intento de aprehensión racional; sin embargo eso no significa
absolutamente que ellos no existan, pues al contrario ellos son esenciales en
vida del hombre. ¿Qué sería del hombre sin estos valores? ¿Podríamos
imaginarnos una sociedad, sin valores?
d) Construcción de la ética profesional
La
vida del hombre nunca está totalmente hecha, pues constantemente él debe
construir su propia vida. Esto significa, que la vida no es estable ni
totalmente determinada, pues ella se va desplegando entre un abanico de
posibilidades. Estando así la ética en cuanto actividad reflexiva y práctica abarca
todas las dimensiones de la vida; por eso el profesional no sólo debe asimilar
los principios fundamentales de la moral, sino él debe apropiarse de las normas
prácticas de la ley moral. El profesional es una persona que está al servicio
de la comunidad y, por eso, tiene inmediatamente una responsabilidad en
relación al bien común. El profesional se encuentra al servicio del hombre;
porque es consciente que el hombre es fin y no medio. Éste es un principio
ético, el cual se sustenta sobre la dignidad humana como tal; puesto que la
persona tiene un valor en sí y hay que respetarla. Reconocer el valor de la
persona significa asumir su dignidad. Otro principio de la ley moral universal,
que nos legó Emanuel Kant, reza así: “Obra de tal modo que la máxima de tu
voluntad, pueda valer siempre, al mismo tiempo, como principio de una
legislación universal”[15].
Éste es un principio, que nos invita a asumir los valores en cada momento y en
toda circunstancia de nuestra vida. Actuar bajo los mandatos de la razón, de la
conciencia y no bajo los impulsos de los intereses particulares y grupales en
detrimento a los intereses del otro, de los demás, de la comunidad. Obviamente
la propuesta ética de Kant se constituye un desafío para nuestra cultura; porque
nuestra mentalidad, la cual mantiene viva la costumbre, es otra; o sea nuestro
código de comportamientos es diferente, nuestro modo de concebir los valores
toma otra dirección. El paraguayo es propenso a todo tipo de soborno; esto es
así porque su historia y su cultura le condicionan. Para él la ley no es la vía
de solución de los problemas, sino el soborno. El soborno se manifiesta como la
vía más rápida, como la más ventajosa económicamente hablando y como el más seguro;
la ley o la jurisprudencia son lentas, caras e inciertas. El soborno está enraizado
en la cultura paraguaya y sus consecuencias son inconmensurables. Estando así
la formación en valores de los profesionales es necesaria y urgente. La
formación estimula el cambio de pensamiento y la manera de concebir la
realidad. La educación propicia la transformación de los hábitos o de la
conducta práctica. Esta transformación es la meta de la formación en valores.
Así no sólo se combate la vulnerabilidad profesional, sino se robustece las
convicciones de las actitudes éticas del profesional. Éste debe ser íntegro
como persona, debe ejercer su rol de ciudadano con autoridad y debe construir
espacios o condiciones de posibilidades de vivencias de los valores morales en
la sociedad. La asunción de los valores eleva la dignidad de las personas y
conduce a la sociedad hacia la prosperidad y bienestar. Los recursos del Estado
y los bienes en general son equitativamente utilizados. Los habitantes de la
Nación se benefician de esos recursos de modo equilibrado, equitativo y
sustentado.
Referencias bibliográficas
1. Aristóteles. Ética a Nicómaco. Obras. Aguilar.
Madrid. 1973.
2. Betham. J. Deontología o Ciencia de la Moral.
Librería de Malles y Sobrinos. Valencia. 1873.
3. De Angelis, J, L. Ontología. En Diccionario Filosófico.
Espasa Calpe. Buenos Aires. 1952.
4. França, O. Introducción a la Ética Psicológica. Montevideo:
Desclée, 1996
5. Hernández Baqueiro, A. (Comp). Ética Actual y Profesional. Thonson. México. 2006.
6. Gevaert, J. El problema del hombre. Introducción de la
antropología filosófica. Ediciones Sígueme. Salamanca 1981.
7. Heidegger, M. Carta sobre el Humanismo. Alianza Editorial. Madrid. 2006.
8. Kant, E. Crítica de la Razón Práctica. Ediciones
Sígueme. Salamanca. 1994.
9. Nietzsche, F. Más allá del Bien y del Mal. Aguilar.
Buenos Aires. 1974.
10. Zamorano García, E. Ética Profesional: El tercer cantero.
Instituto mexicano de Contadores Públicos, A.C. Mexico. 2005.
[1] ethos (ήθός), e-thos (έqός). Por el momento hago esta distinción para
comprender mejor la etimología de la palabra “ética”; la distinción está en la
letra griega “η”, que es una “e” larga,
ésta no existe en la fonética española; mientras que la letra “ε” es también
una “e”, pero corta, es la letra que
nos es familiar en español. Como usted ve, esa letra hace la distinción en el
contenido del concepto.
[2] “El termino -ethos- ήθός
significa estancia, lugar donde se mora. La palabra nombra el ámbito abierto
donde mora el hombre”. Heidegger,M. Carta
sobre el Humanismo. P. 73. Ver Hernández Baqueiro, A. Etica Actual y Profesional. P. 15.
[3]
Nietzsche. Más
allá del Bien y del Mal. P. 486. Este autor propone en esta obra y otras la
liberación de los principios éticos y morales enseñados por Sócrates y
Jesucristo, quienes instituyeron en el mundo occidental una moral de esclavo. Crea un prototipo de hombre: el
Übermensch o el superhombre, que está justamente más allá del bien y del mal.
El superhombre vive bajo el dominio de la voluntad de poder, que es su origen y
su fin.
[4]
“L’etica è la scienza di quel che l’uomo debe
fare per viviere como deve, per essere quel che deve diventare, affinché raggiunga
il suo valore supremo, affinché realizzi nella sua natura quel che si presenta
come la giustificacione della sua esistenza, ció verso cui e per cui egli esiste. In due parole: L’etica pe una
sciencza categóricamente normativa”.
Cfr. Joseph de Finance. Etica generale.
P. 13. La traducción es mía.
[5] Aristóteles. Ética
Nicomaquea. Lib. I. Cap. 7.
[6] Hernández
Baqueiro, A. Etica Actual y Profesional.
P. 12.
[7] Ibidem. P. 15.
[8] França, O. Introducción a la Ética Psicológica. P.1.
[10] Betham. J. Deontología
o Ciencia de la Moral. P. 19.
[11] Kant, E. Crítica
de la Razón Práctica. P. 50-51.
[12] Cfr Antígona
de Sofocles.
[13] De Angelis, J, L. Ontología. P. 495.
[14] Gevaert, J. El
problema del hombre. P. 190-191.
[15] “Handle so, daß die
Maxime deines Willens jederzeit zugleich als Prinzip einer allgemeinen
Gesetzgebung gelten könne”. Cfr. Kant,
E. Crítica de la Razón Práctica. P. 49.
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