miércoles, 10 de julio de 2013

INTRODUCCIÓN A LA ÉTICA PROFESIONAL I


I. Ética general y profesional

a) Etimología y sentido de la ética

La ética proviene del griego: ethos (ήθός), e-thos (έqός)[1]. La primera expresión tiene, en primer lugar, el sentido de estancia o morada[2], lugar o espacio en el cual la persona se halla inmediatamente conectado con las cosas elementales. La casa es familiar a la persona, porque ahí nace, crece y se desarrolla. El seno familiar se constituye la escuela por excelencia dónde el niño forma su carácter y aprehende valores. En segundo lugar ethos (ήθός) adquiere la significación de carácter, puesto que el hombre forma su individualidad, esto es su impronta particular, y su personalidad en el hogar.  El segundo concepto e-thos (έqός) tiene el sentido de habito y uso; y adquiere la significación fundamental de costumbre.  

El concepto e-thos (έqός) se identifica con el sustantivo mos, moris latino. El término “mos” latino se traduce en castellano por moral. De ahí que e-thica y moral significan costumbre. ¿Qué significa costumbre? Esta expresión denota modo de ser de una persona, familia, comunidad o nación. La costumbre refiere entonces a los elementos particulares, que distinguen una nación de otra. Cada nación posee una impronta particular de su modo de ser, a la que llamamos cultura. Notamos que los conceptos “ethica” y “e-thica” fundamentalmente no se distinguen uno de otros. En la palabra costumbre existe un modo de ser particular, que es el carácter (ethica);  y éste a su vez es el elemento diferenciador de una determinada costumbre (e-thica) de otra.

En síntesis decimos, que la expresión ética etimológicamente hablando se refiere a la morada, en la cual uno se halla inmediatamente, y desde donde uno forma su carácter y de este modo crea una determinada costumbre. Nosotros, de ahora en más, utilizaremos la palabra española “ética”, la que ya contiene los dos significados analizados.  

La ética en cuanto saber está enraizada en el campo de la filosofía; o sea la ética pertenece a la región del saber filosófico. El objeto de estudio de la filosofía es amplio y variado. La Antropología es uno de sus objetos. La Antropología filosófica se ocupa de comprender al hombre en  cuanto tal y para ese fin escruta su estructura básica (espiritual, física y cultural) para ahondar en sus dimensiones fundamentales. El hombre tiene una estructura psíquica-espiritual que comprende la zona de las emociones, de los sentimientos, de las pasiones, de las operaciones racionales-intelectivas, e incluso posee una estructura física bien determinada.

El carácter es inherente al hombre, pues en este sentido la ética se constituye como una estructura esencial de él, por esta razón el hombre no puede vivir más allá del bien y del mal[3]. El hombre necesita un horizonte hacia adónde dirigir su vida, requiere de principios y de valores para su realización personal y social. El hombre aprecia el bien y tiende, aunque no siempre consigue, evitar el mal.

            La ética es la ciencia de aquello que el hombre debe hacer para vivir como debe, para ser aquello que debe devenir, a fin que entre en contacto con su valor supremo, a fin que realice en su naturaleza aquello que se presenta como la justificación de su existencia, es decir hacia aquello y por aquello él existe. En dos palabras: La ética es una ciencia categóricamente normativa[4].

De Finance es un filósofo cristiano-católico y pertenece a la corriente neo-tomista; entonces su sugestión es clara, porque está condicionada y determinada por la fe. Vale decir la fuente de dónde emana la ética es Dios y, al mismo tiempo, su finalidad última es nuevamente Dios. Esta perspectiva no es absolutamente descabellada desde la cosmovisión cristiana en general. A demás se conecta perfectamente con la visión finalista de la tradición ética de Aristóteles. Pues según éste filósofo el hombre tiene hacia bien, que es la felicidad. Si algo busca real y afanosamente el hombre, ese algo es la felicidad. El hombre por naturaleza quiere ser feliz.
           
            “…el bien perfecto es el que debe siempre poseerse por sí mismo y no por una razón ajena a él. Este bien parece ser, en primer lugar, la felicidad. La buscamos, en efecto, siempre por sí mismo y nunca por otra razón ajena a ella misma… la felicidad es algo completo y se basta a sí misma, por ser el fin de nuestra actividad[5].        

            La ética como reflexión práctica orienta al hombre hacia la felicidad.

¿Cómo definimos la moral y la ética? La moral es el “conjunto de principios, preceptos, mandatos, prohibiciones, permisos, patrones de conductas, valores e ideales de la vida buena que, en su conjunto, conforman un entramado más o menos coherente, propio de un colectivo humano en una época histórica determinada”[6]. La ética, sin embargo, es una reflexión práctica sobre la moral; pues los principios, preceptos, normas etc., siempre están viciados de malicias e injusticias. De ahí se deduce que el objeto de estudio de la ética es el bien y el mal.

 “La tarea principal de la ética es analizar y evaluar las normas y los códigos morales, precisamente aquellos que, impuestos por convenciones, nos obligan a realizar ciertas conductas o a evitar otras, sin que exista ningún aparato de Estado que vigile su cumplimiento, sin que la sociedad sancione al sujeto que se comporta fuera de los lineamientos de la moral, puesto que solamente el propio individuo se reprocharía haber actuado de modo contrario a la moral”[7].

La ética en cuanto disciplina filosófica somete en tela de juicio las prácticas habituales de las personas en la sociedad, escudriña los fundamentos de los principios morales y vela en todo momento por lo que es propiamente humano o por la dignidad de las personas.

b) Etimología y sentido de la profesión

Iniciamos este apartado con la siguiente pregunta: ¿De dónde proviene el término profesional y que significa propiamente?  Según França, la palabra profesional “… proviene del latín «professio», que tiene raíces comunes con  «confessus» y «professus». Profesus significa confesar en alto, proclamar o prometer públicamente”[8]; sin embargo la “profesión” denota a las “personas que ejercen determinada actividad humana con dedicación y consagración total; como es el caso de las llamadas “profesiones liberales”[9].

La profesión está relacionada estrechamente con el trabajo cualificado. El trabajo se constituye como un elemento esencial del hombre. Por un lado, el hombre necesita trabajar para buscar su propia realización personal; por otro lado el hombre coopera con el desarrollo de la sociedad a través de su servicio profesión. El hombre se dignifica mediante el trabajo y explota su potencialidad creativa. La profesional del hombre tiene una dimensión social, puesto que su actividad siempre repercute en los demás. El hombre se ingenia para crear mejores condiciones de vida en su entorno. La profesión, manifestada en el trabajo, permite al hombre transformar constantemente la naturaleza, porque ella manifiesta su capacidad particular para ejercer con eficacia y eficiencia un determinado servicio a favor de la comunidad, sea éste de índole física o intelectual.
                                                                                              
El diseño de la sociedad está conformado a partir de las profesiones, por lo tanto, una profesión responde a una determinada organización; es decir dentro de una entidad, la cual generalmente se rige por leyes, reglamentos y normas. Las leyes y las normas ayudan al hombre a regular su convivencia en la sociedad y en el ambiente laboral. Por esta razón el profesional adquiere compromisos con la empresa (pública o privada), que le contrata para la prestación de servicio, y viceversa. Las obligaciones o deberes y derechos son recíprocos; sin embargo la responsabilidad y el compromiso no se limitan solamente entre el empleador y el profesional, sino también afectan de cualquier modo u otro a la sociedad, que debe consumir o usufructuar los productos. Por lo tanto la profesión tiene una dimensión intrínseca, es decir con el empleador, o en el acto de transformación de la realidad; y una dimensión extrínseca, o sea con toda la sociedad. La profesión no sólo expresa el ser social del hombre, sino también su responsabilidad y compromiso con la sociedad.

De ahí que la ética profesional juega un rol preponderante en la dinámica social de una Nación; puesto que la ética profesional aporta un elemento meta normativo a las actividades laborales cotidianas; ella acrecienta el celo o cuidado por la seguridad y calidad de vida de la ciudadanía. El trabajo mediante la profesión construye la sociedad y coopera con el bien común; por esta razón la “ética profesional” conlleva un “deber” o una obligación, que no está condicionado por intereses particulares, ni sectoriales, porque este deber emerge de los principios morales adquiridos y asumidos en la vida cotidiana. Es un deber ético enraizado en la naturaleza misma del hombre. Surge de la conciencia moral. Tal conciencia es la fuente de la recta razón, es la centella, que ilumina entre lo que se debe y no se debe, entre el bien y el mal. Como ya mencionábamos arriba la ética es la reflexión sobre esas acciones buenas y malas del hombre.  

El profesional está obligado cumplir sus obligaciones laborales por impulso de ese deber, que surge de sí mismo, ante las normativas, disposiciones y reglas que tienen su origen en el Estado, en las empresas. Éste es el propósito de la “ética profesional” o de la “deontología”. Pero, qué significa deontología:

“La palabra Deontología se deriva de los dos vocablos griegos, tò dέon (lo que es conveniente) y logía (conocimiento); que es como si dijéramos, el conocimiento de lo que es justo y conveniente. Este término aquí se aplica a la moral, es decir, a aquella parte del dominio de las acciones que no está bajo el imperio de la pública legislación. En cuanto arte es, lo que es conveniente hacer; en cuanto ciencia, es conocer lo que conviene hacer en toda ocasión[10].

La deontología como leemos en esta definición refiere a “lo que conviene”; éste giro lingüístico se traduce por “deber”. El tò dέon (to deon) traduce Betham con lo que es “justo y conveniente”. Ahora bien, justo y conveniente: ¿Para quién o para quienes? Obviamente para la sociedad en cuanto tal, es decir para todos (empleadores, empleados y beneficiarios). La sociedad es el fin del “deber ser” y el “deber ser” es la determinación más significativa del sentido de la vida humana, que es la felicidad. ¿Cuál es la fuente del “deber ser”? El deber ser o deber realizar lo que uno debe de realizar tiene su fuente en la “razón”, o como otros llaman en la “conciencia” de la persona. El imperativo categórico, que surge de la razón, incita al hombre a determinar siempre su voluntad por lo bueno y conveniente. En este sentido Kant afirma lo siguiente: “La razón pura es por sí sola práctica y da (al hombre) una ley universal que nosotros denominamos la ley moral… La ley moral es, por consiguiente, en él, un imperativo que manda categóricamente, porque la ley es incondicionada…”[11]. Aquí traemos a colación la figura de Antigona[12], quien tuvo que decidir por la ley de su conciencia o por la ley natural, que se contrapone a veces a la ley del estado o la ley positiva. Antígona sintió que debía obedecer a la ley moral, la cual surge de lo más profundo de su ser, antes que obedecer la ley de Creonte, o sea la ley del Estado. Ella prefirió someterse al imperativo categórico de la ley de la razón, quien sabía muy bien que estaba poniendo en mortal peligro su propia vida. Hasta hoy día se debate entre filósofos, teólogos y juristas el dilema entre la ley natural y la ley positiva, que inauguró Sófocles en su trilogía (Edipo Rey, Edipo en Colono y Antígona).

c) Valores    

Si bien es cierto el concepto valor es un concepto acuñado en el ámbito económico; o sea indica, groso modo, que todo bien tiene un plus, tiene un valor. El bien simplemente se valora. Este concepto pasó al campo filosófico y cobró una connotación trascendente. Los valores señalan a los hombres el horizonte; por eso los valores tienen connotaciones objetivas. Ellos son extrínsecos al hombre. “Dentro de la filosofía contemporánea, el valor expresa una región particular de entes objetivos, puros, irreales, pero que se dan a través de lo real”[13]. Los valores existen independientemente de la voluntad de las personas, están ahí en sí mismos. El siguiente ejemplo podría ilustrar el contenido de esta afirmación: La verdad. ¿Dónde está la verdad? La verdad está fuera de la persona, pero está constantemente atraída por ella. Entonces la verdad, en cuanto valor, ejerce un poder atractivo hacia la persona. Ella es la luz, cuya claridad permite “avizorarla” en el horizonte. Así sucede con todos los valores.

Otros pensadores afirman que los valores son totalmente subjetivos, es decir son intrínsecos a las personas. La siguiente postura nos devela esta realidad:

Los valores no existen sin el hombre que con ellos está en disposición de dar un significada a la propia existencia. El centro o el «lugar» de los valores es el hombre concreto que existe con los demás en el mundo para realizar su propia existencia. Las cosas adquieren valore en la mediada en que se insertan en ese proceso de humanización del hombre… Los valores no son solamente aquello que perite satisfacer una necesidad o un deseo, sino todo lo que permite al hombre realizar su existencia y darle un significado[14].

Como pudimos notar los valores no se dejan comprender con claridad y escurren de todo intento de aprehensión racional; sin embargo eso no significa absolutamente que ellos no existan, pues al contrario ellos son esenciales en vida del hombre. ¿Qué sería del hombre sin estos valores? ¿Podríamos imaginarnos una sociedad, sin valores?
           
d) Construcción de la ética profesional 
La vida del hombre nunca está totalmente hecha, pues constantemente él debe construir su propia vida. Esto significa, que la vida no es estable ni totalmente determinada, pues ella se va desplegando entre un abanico de posibilidades. Estando así la ética en cuanto actividad reflexiva y práctica abarca todas las dimensiones de la vida; por eso el profesional no sólo debe asimilar los principios fundamentales de la moral, sino él debe apropiarse de las normas prácticas de la ley moral. El profesional es una persona que está al servicio de la comunidad y, por eso, tiene inmediatamente una responsabilidad en relación al bien común. El profesional se encuentra al servicio del hombre; porque es consciente que el hombre es fin y no medio. Éste es un principio ético, el cual se sustenta sobre la dignidad humana como tal; puesto que la persona tiene un valor en sí y hay que respetarla. Reconocer el valor de la persona significa asumir su dignidad. Otro principio de la ley moral universal, que nos legó Emanuel Kant, reza así: “Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad, pueda valer siempre, al mismo tiempo, como principio de una legislación universal”[15]. Éste es un principio, que nos invita a asumir los valores en cada momento y en toda circunstancia de nuestra vida. Actuar bajo los mandatos de la razón, de la conciencia y no bajo los impulsos de los intereses particulares y grupales en detrimento a los intereses del otro, de los demás, de la comunidad. Obviamente la propuesta ética de Kant se constituye un desafío para nuestra cultura; porque nuestra mentalidad, la cual mantiene viva la costumbre, es otra; o sea nuestro código de comportamientos es diferente, nuestro modo de concebir los valores toma otra dirección. El paraguayo es propenso a todo tipo de soborno; esto es así porque su historia y su cultura le condicionan. Para él la ley no es la vía de solución de los problemas, sino el soborno. El soborno se manifiesta como la vía más rápida, como la más ventajosa económicamente hablando y como el más seguro; la ley o la jurisprudencia son lentas, caras e inciertas. El soborno está enraizado en la cultura paraguaya y sus consecuencias son inconmensurables. Estando así la formación en valores de los profesionales es necesaria y urgente. La formación estimula el cambio de pensamiento y la manera de concebir la realidad. La educación propicia la transformación de los hábitos o de la conducta práctica. Esta transformación es la meta de la formación en valores. Así no sólo se combate la vulnerabilidad profesional, sino se robustece las convicciones de las actitudes éticas del profesional. Éste debe ser íntegro como persona, debe ejercer su rol de ciudadano con autoridad y debe construir espacios o condiciones de posibilidades de vivencias de los valores morales en la sociedad. La asunción de los valores eleva la dignidad de las personas y conduce a la sociedad hacia la prosperidad y bienestar. Los recursos del Estado y los bienes en general son equitativamente utilizados. Los habitantes de la Nación se benefician de esos recursos de modo equilibrado, equitativo y sustentado.
  
  
Referencias bibliográficas

1. Aristóteles. Ética a Nicómaco. Obras. Aguilar. Madrid. 1973.
2. Betham. J. Deontología o Ciencia de la Moral. Librería de Malles y Sobrinos. Valencia. 1873.
3. De Angelis, J, L. Ontología. En Diccionario Filosófico. Espasa Calpe. Buenos Aires. 1952.
4. França, O. Introducción a la Ética Psicológica. Montevideo: Desclée, 1996
5. Hernández Baqueiro, A. (Comp). Ética Actual y Profesional. Thonson. México. 2006.
6. Gevaert, J. El problema del hombre. Introducción de la antropología filosófica. Ediciones Sígueme. Salamanca 1981.
7. Heidegger, M. Carta sobre el Humanismo.  Alianza Editorial. Madrid. 2006.
8. Kant, E. Crítica de la Razón Práctica. Ediciones Sígueme. Salamanca. 1994.
9. Nietzsche, F. Más allá del Bien y del Mal. Aguilar. Buenos Aires. 1974.
10. Zamorano García, E. Ética Profesional: El tercer cantero. Instituto mexicano de Contadores Públicos, A.C. Mexico. 2005.



[1] ethos (ήθός), e-thos (έqός). Por el momento hago esta distinción para comprender mejor la etimología de la palabra “ética”; la distinción está en la letra griega “η”, que es una “e” larga, ésta no existe en la fonética española; mientras que la letra “ε” es también una “e”, pero corta, es la letra que nos es familiar en español. Como usted ve, esa letra hace la distinción en el contenido del concepto.
[2]El termino -ethos- ήθός significa estancia, lugar donde se mora. La palabra nombra el ámbito abierto donde mora el hombre”. Heidegger,M. Carta sobre el Humanismo. P. 73. Ver Hernández Baqueiro, A. Etica Actual y Profesional. P. 15.   
[3] Nietzsche. Más allá del Bien y del Mal. P. 486. Este autor propone en esta obra y otras la liberación de los principios éticos y morales enseñados por Sócrates y Jesucristo, quienes instituyeron en el mundo occidental una moral de esclavo. Crea un prototipo de hombre: el Übermensch o el superhombre, que está justamente más allá del bien y del mal. El superhombre vive bajo el dominio de la voluntad de poder, que es su origen y su fin.  
[4] “L’etica è la scienza di quel che l’uomo debe fare per viviere como deve, per essere quel che deve diventare, affinché raggiunga il suo valore supremo, affinché realizzi nella sua natura quel che si presenta come la giustificacione della sua esistenza, ció verso cui e per cui egli esiste. In due parole: L’etica pe una sciencza categóricamente normativa”. Cfr. Joseph de Finance. Etica generale. P. 13. La traducción es mía. 
[5] Aristóteles. Ética Nicomaquea. Lib. I. Cap. 7.
[6] Hernández Baqueiro, A. Etica Actual y Profesional. P. 12.
[7] Ibidem. P. 15.
[8] França, O. Introducción a la Ética Psicológica. P.1.
[9] Ibidem. Cfr. También Zamorano García, E. Ética Profesional: El tercer cantero. 2005. P. 37
[10] Betham. J. Deontología o Ciencia de la Moral. P. 19.
[11] Kant, E. Crítica de la Razón Práctica. P. 50-51.
[12] Cfr Antígona de Sofocles.
[13] De Angelis, J, L. Ontología. P. 495.
[14] Gevaert, J. El problema del hombre. P. 190-191.
[15]Handle so, daß die Maxime deines Willens jederzeit zugleich als Prinzip einer allgemeinen Gesetzgebung gelten könne”. Cfr. Kant, E. Crítica de la Razón Práctica. P. 49.

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