INTRODUCCIÓN A LA
HERMENÉUTICA
I.
PUNTO DE PARTIDA
1.
CAMBIO DE PARADIGMA FILOSÓFICO
La
hermenéutica cobró mucha importancia en el pensamiento filosófico
contemporáneo. Nace como ciencia dentro del pensamiento
moderno, aunque el término como ya veremos seguidamente está
anclado en los escritos homéricos y como método era empleado desde
los albores del cristianismo para sacar a la luz pasajes oscuros de
los textos bíblicos e históricos. La hermenéutica emergió con
ímpetu en las primeras décadas del siglo XX, surgió en una época,
en la cual la filosofía casi se confundía con la ciencia. La
filosofía en medio de esta situación confusa trataba reencontrarse
consigo misma para que de esta manera pueda seguir manteniendo su
propia identidad y esencia. En ese contexto además se imponía con
urgencia la necesidad de encontrar el sentido a la existencia, la
cual quedó obnubilado después de la primera y segunda guerra
mundial. Estos acontecimientos desastrosos convencieron a varios
pensadores, que la defensa de una filosofía científica o un ciencia
filosófica era como un “hierro de madera” como diría Heidegger1
respecto a una filosofía cristiana. La tendencia filosófica de las
post-guerras centró su atención sobre la filosofía tradicional
para poner en tela de juicio sus principios, sobre todo, sus
fundamentos. Martín Heidegger fue uno de los filósofos que dedicó
gran parte de sus reflexiones filosóficas sobre esos problemas. Su
obra capital Ser y Tiempo da testimonio de esas cuestiones.
Este filósofo propone rever la formulación de la pregunta que
interroga por el sentido del ser, puesto que el ser, el cual es el
objeto básico y fundamental de la filosofía, mueve inmediata y
regularmente el interés filosófico. Sugiere, por eso, hablar
incluso de una metafísica fundamental en contraposición de la
metafísica tradicional. Según Heidegger la metafísica tradicional
se ocupa de entes, y se olvida del ser, que es el objeto originario
de la metafísica fundamental. Propone la meditación sobre la
diferencia ontológica.
Ahora bien: ¿Cuáles
fundamentos filosóficos fueron puestos sobre el tapete por los
filósofos? La filosofía tradicional2
se basa fundamentalmente sobre un presupuesto ontológico bien
específico, que inclusive podríamos llamarlo unívoco3;
en el sentido que se enraíza sustancialmente en los pensamientos
platónico-cristianos. Esto significa seguridad, estabilidad,
fijeza, orden del ser. Esta ontología, que es universal, es la que
reina en el mundo occidental, garantiza entonces una metafísica
para lo supratemporal4.
Esta visión ontológica asienta una base segura, postula un
fundamento, que no es otro, que el mismo ser. Podemos afirmar,
que el fundamento es una categoría muy apreciada por la filosofía
tradicional, pues no en balde, esta categoría es concebida
esencialmente como causa, fundamento o razón. Entonces el fundamento
(upokeimenon)
al cual se refiere el pensamiento tradicional es remitido
directamente a una
(causa) y a unrazón).
En este sentido, el Apeirón de los Pre-socráticos ya nos insinuó
una visión concreta sobre la causa del existir y del
existir en cuanto tal; de igual modo, y, de manera mucho más
pulida, lo realizó Platón mediante sus conocidas intuiciones del
(mundo de las Ideas)5.
Aristóteles, sin embargo, acuñó esta idea con la concepción de
(motor
inmóvil) o (primer
motor)6.
También los (o
los principios, las causas últimas)7
apuntan sobre esta dirección, o sea constituyen los fundamentos de
toda intelección o razón, los que dan sentido a todo. Entonces la
razón pasa a constituirse como causa o fundamento de sentido.
Estas
visiones clásicas llegaron hasta la modernidad. La concepción del
fundamento de San Agustín sirvió como puente entre los
Griegos y el Mundo latino cristiano. Las concepciones neoplatónicas
prepararon convenientemente el terreno para la aceptación y asunción
del pensamiento cristiano. San Agustín no dejó nunca de buscar el
fundamento de su propia existencia y, por ende, el fundamento del ser
en general. Él fue un hombre inquieto; pues tal inquietud lo impulsó
en todo momento hacia la búsqueda tenaz y sincera de la Verdad.
Indagó en profundidad su propio existir, que lo condujo hacia un
horizonte seguro, aunque sin antes de bajarlo hasta el abismo de su
propio ser, pero, justamente para elevarlo a una convicción y
satisfacción incomparables. Así entonces aquél abismo que lo
atormentaba durante la búsqueda de sentido le permitió encontrar
algo maravilloso, puesto que a través del abismo pudo percibir, que
su existir se apoyaba sobre una base firme, es decir, tenía un
fundamento, Dios.
“Pero tú mismo le haces –al
hombre- que se complazca en alabarte; porque nos creaste para ti, y
está inquieto nuestro corazón, hasta que descanse en ti... Luego es
verdad, Dios mio, que yo no existiría ni tendría ser alguno, si tú
no estuvieras en mí. ¿O será mejor decir que no existiría ni
tendría ser, si yo mismo no estuviera en ti, de quien, por quien y
en quien tienen ser todas las cosas?”8.
Santo Tomás de Aquino durante el Medioevo tardío descubrió a
Aristóteles y supo sacar provecho de sus intuiciones filosóficas.
Santo Tomás, que encontró sobradas argumentaciones en Aristóteles,
las cuales le ayudaron convenientemente para echar los cimientos
sobre bases seguras, supo identificar el principio de los
existentes con el Dios creador y viviente. Dios se constituye de este
modo como el Ser por excelencia; aquí Dios es concebido como
el , es decir,
principio de razón9.
Siendo así, Dios es instituido felizmente como el fundamento
por excelencia.
Esta
idea ontológica encontró terreno fértil en el Discurso del
Método de Descartes. El ego cogito, ergo sum10
es el cimiento peculiar que garantiza todo auténtico conocimiento.
El sum cobra una ubicación preponderante dentro de la
búsqueda de sentido, pues es el elemento inamovible, que está firme
y que permanece, y, por consecuencia, es asido por Descartes como el
fundamento11,
que es, a su vez, el leitmotiv de toda su filosofía y, por esto, le
cupo el título o el honor de ser considerado padre de la
filosofía moderna.
La
modernidad irguió su cabeza sobre este fundamento. El ego cogito,
ergo sum se mantuvo como principio metafísico imprescindible y,
a la vez, excepcional. Kant recogió con agrado la idea ego
cogito,... en su concepción de la ursprüngliche Apperzeption
(apercepción originaria), que brinda la condición de posibilidad
para la realización de la transzendentale Einheit des
Selbstbewusstseine (o sea de unidad transcendental de la
autoconciencia)12.
Conocemos que para Kant el “yo transcendental” está también en
la base de la organización de la estructura de los juicios y de las
categorías. Es el centro de unidad de la autoconciencia. El
criticismo kantiano creó las condiciones necesarias para que el yo
transcendental pudiera mantenerse aún sobre el pedestal, como
fundamento de todo saber. Traemos ahora a colación los esfuerzos
filosóficos de Fichte, quien procura asumir la idea del yo
transcendental kantiano en su “Wissenschaftsleher o
Sistema de la teoría de las ciencias” con la famosa
intuición de la Tathandlung13,
que ulteriormente fue sometida a un severo análisis por Schelling,
quién erigió al yo transcendental como la unidad absoluta
entre el Espíritu y la Naturaleza. Hegel, por su
parte, se encargó de alzar hasta la cima al Yo transcendental
bajo la figura del Espíritu absoluto, el cual es en sí y
para sí, es decir es la suficiencia en cuanto tal. Es el Yo,
que realiza la búsqueda de la autoconciencia y que se piensa a sí
mismo.
“La
conciencia constituye el escalón de la reflexión o de la relación
del espíritu, o sea, de él como fenómeno.
‘Yo’ es la referencia infinita del espíritu a sí, pero como
referencia subjetiva
o como certeza
de
sí mismo;
la identidad inmediata del alma natural se ha elevado a esta pura
identidad ideal consigo, y el contenido de aquélla es (ahora)
objeto
para esta reflexión que-está-siendo para sí. La pura y abstracta
libertad para sí desprende de sí su determinidad, la vida natural
del alma, como (algo) igualmente libre, como objeto
autosuficiente,
y de éste como exterior
al yo
es de lo que ‘yo’ primeramente sabe y es así conciencia. ‘Yo’,
en tanto (es) esta negatividad absoluta, es en sí la identidad en el
ser-otro; ‘Yo’ es él mismo y abarca (a la vez) el objeto como
algo en
sí
superado; el yo es un
lado de la relación y la relación entera;
es la luz
que se manifiesta (a sí misma) y (manifiesta) además (lo) otro”14.
Este
Espíritu Absoluto es el que se manifiesta como lo simple en el
proceso dialéctico; se muestra como singular, que sustenta lo
universal, esto significa que el Espíritu Absoluto, dentro de este
proceso, se presenta como el fundamento de lo universal. Es la
síntesis gnoseológica y ontológica, en la cual lo real es racional
y lo racional es real.
“Esta unión de lo singular y
lo universal es mezcla, porque lo singular sigue siendo el ser que
subyace como fundamento y permanece firme frente a lo universal, al
que está a la vez referido. Esta unión es, por tanto, la
contradicción de muchas caras; es en general la contradicción entre
las cosas singulares de la apercepción sensible, que deben
constituir el fundamento de la experiencia universal...”15.
Tal
vez, el yo
transcendental,
en cuanto se profesa como el único capaz de soportar al ser como
fundamento llegó hasta Husserl16.
Husserl no pudo mantenerse consecuente con su intuición originaria,
que encontramos en su obra Investigaciones Lógicas17,
y, la cual, dicho sea de paso, dio surgimiento a la Fenomenología en
cuanto tal. Pues exactamente trece años después surgió otra obra
fundamental de Husserl, que impactó a sus seguidores, inclusive a
aquellos más allegados a él, se trata de la obra Ideas relativas
para una fenomenología pura y filosofía fenomenológica18.
Las Investigaciones Lógicas no perdían de vista el sustrato
real del mundo, aunque éste se debía poner entre paréntesis para
poder captar o llegar a las cosas mismas o a la esencia misma
(zur sachen Selbst) como lo expresa Husserl; pero con esta
última gran obra él experimentó una especie de crisis filosófica19,
pues sentía la necesidad de resolver la tensión imperante en su
sistema entre el yo empírico y el yo transcendental
o, mejor dicho, comenzó a meter en tela de juicio el fundamento del
yo empírico, sobre el cual está basado toda la “estructura
arquitectónica” de la fenomenología impulsada por las
Investigaciones Lógicas. Husserl se pregunta: ¿si el
yo empírico, -que hasta el momento se constituía como el
fundamento de todas las vivencias psíquicas o dicho
también en otros términos, las vivencias de la conciencia o
también las corrientes o flujos de la conciencia-, es tan
consistente como para soportar las vivencias de conciencias? Pues la
respuesta de Husserl por más que fue satisfactoria no le convenció
mucho, por esta razón se planteó otra cuestión más profunda aún,
la cual le condujo por sendas diferentes. La cuestión que lo
acompañó insistente y decididamente se expresa como sigue: ¿Cuál
es el fundamento del yo empírico? Pues él intuye que el yo
empírico no podría ser tan consistente como venía creyendo,
por eso, postulará en la Ideas... la existencia de un yo
transcendental, tendrá que soportar inclusive al yo empírico.
Pues de ahora en más el yo transcendental se instituirá como
el Fundamento por excelencia no solo de los flujos de
conciencia, sino también del yo empírico.
“A
este mundo, el mundo
en que me encuentro y que es a la vez mi mundo circundante,
se refieren, pues, los complejos de las múltiples y cambiantes
espontaneidades de mi conciencia: del considerar e investigar, del
explicitar y traducir en conceptos al hacer una descripción, del
comparar y distinguir, del coleccionar y contar, del suponer e
inferir, en suma de la conciencia teorizante en sus diversas formas y
grados. Asimismo, los multiformes actos y estados del sentimiento y
del querer: agradarse y desagradarse, alegrarse y entristecerse,
apetecer y huir, esperar y tener, resolverse y obrar. Todos ellos,
contando los simples actos del yo en que tengo conciencia del mundo
al volverme espontáneamente hacia él y aprehenderlo como algo que
está inmediatamente
ahí delante, están como prendidos en la sola palabra cartesiana
cogito.
En el natural dejarse vivir, vivo constantemente en esta forma
fundamental de toda vida “actual”, enuncie o no el cogito,
diríjame o no “reflexivamente al yo y al cogitare.
Si lo hago, entra en la vida un nuevo cogito,
que por su parte no es reflejado o sea, no es para mí un objeto”20.
Como
podemos notar el yo transcendental no se deja atrapar por la
conciencia, aunque él permite pasar el flujo de conciencia pero sin
dejarse aprehender por ella. Esta posición deja entrever
evidentemente la tendencia idealista de Husserl.
Ahora
bien, este breve recorrido histórico que hemos hecho nos da pautas
suficientes para comprender la RATIO de
la modernidad.
Desde
el siglo XVIII, esta perspectiva de la filosofía tradicional comenzó
a sufrir cierto tormento, es decir, sintió un gran golpe. Ella
comenzó a sentir los efectos de una gran crisis, que dio cabida a un
principio de desmoronamiento21.
Es importante recordar aquí los fuertes pensamientos de Nietzsche
contra el fundamento de la metafísica tradicional, y, por ende,
contra los principios éticos y morales. Su famosa sentencia
Dios ha muerto da mucho que pensar. La figura del Superhombre
no conoce límites, no se inmuta ante los principios éticos ni
morales, va más allá del bien y del mal. Para Nietzsche no
existen hechos, sino interpretaciones.
Este
principio de desmoronamiento de la ratio o del fundamento fue
creciendo y abrió espacio para el surgimiento de la hermenéutica
moderna, la cual subraya sustancialmente la dimensión temporal
del ser. La hermenéutica ontológica concibe el ser dentro de la
esfera temporal22.
Entonces la perspectiva desde dónde se plantea la
problemática del ser se ubicará dentro de la temporalidad, bajo el
esplendor de una hermenéutica de facticidad23.
Esta hermenéutica pondrá en tela de juicio el valor de la Ratio
de la modernidad, pues someterá inclusive a un análisis riguroso el
principio de razón suficiente de Leibniz.24.
La naturaleza del fundamento llega a desfigurarse o, mejor dicho, se
ejerce sobre ella una fuerza de destrucción o una fuerza de
desconstrucción. Podríamos decir también el fundamento sufre una
desfundamentación. Heidegger al final de su análisis sobre La
esencia del fundamento saldrá a la siguiente conclusión:
“...La
libertad es el origen del principio de la razón, pues en ella, en la
unidad de lo que excede y lo que sustrae, se funda el fundamento que
se configura como verdad ontológica... El fundamento tiene su
no-esencia porque surge de la libertad finita... La libertad es el
fundamento del fundamento... En cuanto tal fundamento, la libertad es
el abismo (Ab-grund) del Dasein”25.
Por
lo tanto, estos pensamientos influirán sobremanera sobre las ideas
milenarias de la tradición filosófica. Buscarán imponerse sobre
esta filosofía tradicional ejerciendo contra ella una especie de
violencia. Porque sus denuncias y sus críticas son atroces y de
carácter violento, inclusive se muestran arrogantes en algunos
casos, sobre todo, la postura de Heidegger, quien sostiene que la
cuestión del ser, desde Platón hasta nuestro tiempo ya comenzó a
sufrir la indiferencia y el olvido. Pues lo que los Pre-socráticos
intuyeron rápidamente se ha dejado a un lado. Pensemos por ej: en
las obras26
de Heidegger, pues sus esfuerzos de montar y argumentar el trato del
ser de la tradición filosófica son para considerar y procurar
entablar un diálogo franco con él.
Esta
perspectiva sigue hoy día Giani Vattimo, pues uno de sus primeras
obras, que lleva como título Pensamiento débil pretende
hacer honor a esta oleada de pensamientos. Vattimo procurará
demostrar las características fundamentales del ser, el cual se
presentará sustancialmente identificado con el devenir. El
devenir se alzará como una perspectiva especifica desde dónde se
reflexione sobre el ser y éste cobrará sentido solo a partir de
aquél. Por lo tanto, la manera adecuada de aproximación al ser será
entonces la vía de la desconstrucción. La tarea filosófica, por
tanto, se presentará como la destrucción y desconstrucción. Ahora
bien, ¿qué debe destruir esta perspectiva filosófica? La
hermenéutica filosófica propuesta por Vattimo siguiendo las huellas
filosóficas de Heidegger acrecienta la necesidad de la tarea de la
desfundamentación de la concepción del ser. El fundamento no es
otra cosa que el no-fundamento.
“...Pero
justamente la noción de fundamento, y de pensamiento como fundación
y acceso al fundamento, viene radicalmente puesta en discusión de
parte de Nietzsche y de parte de Heidegger. De este modo, éstos se
encuentran, por un lado, en la condición de deber tomar distancias
críticamente del pensamiento occidental –o filosofía tradicional-
en cuanto pensamiento del fundamento...27”.
Prof. Abelardo Montiel
Notas
1
Heidegger, M. Introducción a la Metafísica.
2
En la jerga filosófica del siglo XX y contemporáneo se entiende
por “Filosofía tradicional” el cúmulo de pensamiento del mundo
occidental. Se utiliza también expresiones análogas para referirse
a ella, como por ej, “Metafísica tradicional u Ontología
tradicional”.
3
Es necesario aclarar que, el término “unívoco”, en este
contexto, no se está utilizando en el sentido de “predicamentum”
del ser, o sea, que denomine una perspectiva concreta de
conceptualización del ser; sino, más bien, se emplea en su sentido
propio, es decir en un solo sentido.
Este sentido
determina el desde dónde se
parte para la reflexión filosófica. Este sentido
mantiene una cosmovisión de la
unilateralidad de la conceptualización del ser. Podríamos decir
que es una concepción globalizante del ser, sobre lo que deberíamos
centrar nuestra atención.
4
GRONDIN. G. Introducción a la
hermenéutica filosófica, p. 34.
5
PLATÓN. Parmenides, 130-132
6
ARISTÓTELES. Sobre el alma, III,
10, 433b,14
7
ARISTÓTELES. Metafísica, 1013a
17
8
SAN AGUSTÍN. Confesiones, Libro
I, cap. 1 y 2.
9
SANTO TOMÁS. 1q. 79 a 4.
10
DESCARTES. Discurso del Método,
cuarta parte.
11
DESCARTES. R. Sobre los principios de
la filosofía, Credos, Madrid, 1999,
pág 31.
12
KANT. E. Critica de la Razón pura,
parágrafo 16.
13
Esta expresión alemana, que dicho sea de paso, no es nada fácil de
aprehender, denota eficazmente, según Fichte, la idea de
fundamento. La Tathandlung,
que significa acción, hecho originario
es el a priori por excelencia de donde se genera toda razón, es
decir, se crea sentido. Significa permitir que el conocimiento se
autofunde, o sea dar la posibilidad que el conocimiento se
autogenere
(
14
HEGEL. Enciclopedia.
Párrafo 413.
15
HEGEL. Enciclopedia.
Párrafo
421.
16
Fue el fundador de la corriente filosófica denominada
Fenomenología.
17
Esta obra fue publicada por Husserl en el año 1900.
18
Esta obra Husserl la publicó en el año 1913. Pues le costó muchos
años de reflexión y de meditación para encontrar salida a su
crisis filosófica.
19
Trataré de presentar aquí algunas expresiones que manifiestan
claramente tanto la situación emotiva como la encrucijada
intelectual, por las cuales estaba atravesando Husserl, mediante una
carta escrita por él, el 25 de setiembre de 1906, y cuyo
destinatario era el Neo-kantiano, Paul Natorp. Fue el tiempo que
comenzó su crisis filosófica. “No pudiendo alcanzar claridad en
mi propio pensamiento, es decir, para mi mismo, por lo menos de modo
general, busco el sentido, la esencia, los métodos y los puntos de
vistas principales de una crítica de la razón, sin haber meditado,
proyectado, establecido y fundado un esquema general, no puedo vivir
de modo verdadero y verídico a la vez. El tormento de la falta de
claridad, del oscilar de la duda, allí he gozado lo suficiente-es
decir, he sufrido suficientemente-. Yo debo lograr unir una solidez
interior de convicciones filosóficas. Sé que se trata aquí de
algo de suma importancia; sé que grandes genios han naufragado en
problemas de este género. Si quisiera compararme con ellos, debería
desesperarme bastante. No quiero compararme a ellos, pero sin
claridad no podré vivir.
Yo quiero y debo con un trabajo de decisión, con una profundización
puramente objetiva, acercarme a la meta. Yo
lucho por mi vida y por eso creo poder actuar con confianza.
Las más duras dificultades de la vida, la autodefensa contra los
peligros de la muerte, dan una fuerza insospechada, inconmensurada.
Yo no aspiro a honores ni famas, no quiero ser admirado; no pienso
en los otros ni en mi carrera. Solo una cosa me preocupa: debo
acercarme a la claridad, pues de lo
contrario no podré vivir, no podré soportar la vida si no creo que
la puedo hacer, que de veras podré observar la tierra prometida y
de persona y con el rostro limpio”. Cfr. HUSSERL. E.,
L’idea della fenomenologia. p.5. -La traducción del
italiano fue hecho por el autor de este artículo.
20
HUSSERL. E., Ideas
relativas de una fenomenología pura y filosofía fenomenológica.
21
Trastocamiento de los valores de NIETZSCHE, el desmoranamiento del
ente de HEIDEGGER; la desconstrucción de VATTIMO y DERRIDA etc.
Es necesario des-fundar para volver a fundar.
22
HEIDEGGER.M., El concepto de tiempo;
Cfr. La segunda
sección de Ser y Tiempo.
23
HEIDEGGER. M., Ontología: Hermenéutica
de la facticidad.
24
HEIDEGGER. M. La esencia del
fundamento.
25
Idem pág 105-106.
26
Entre estas obras se encuentran: Ser y
Tiempo; Identidad
y diferencia. En esta última obra,
Heidegger plantea la cuestión, sobre todo, en la segunda sección
donde califica a la historia de la
metafísica tradicional como una
historia de la ontoteología. Cfr
también BERCIANO. M. La crítica de
Heidegger al Pensar occidental.
27
VATTIMO. G. La fine della modernitá. pág 10. “Ma proprio
la nozione di fondamento, e di pensiero como fondazione e accesso al
fondamento, viene radicalmente messa in discussione da Nietzsche e
da Heidegger. Essi si trovano cosí nella condizione, da un lato, di
dover prender le distanze criticamente dal pensiero occidentale in
quanto pensiero del fonamento...”. La traducción de este texto es
del autor de este articulo.
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