lunes, 29 de julio de 2013

RESPONSABILIDAD SOCIAL UNIVERSITARIA

RESPONSABILIDAD SOCIAL UNIVERSITARIA

...el factor más importante para darle sentido a nuestra existencia humana era establecer una meta: La meta de construir una comunidad libre y feliz que mediante su constante lucha interior se libere de los instintos heredados del antisocialismo y de la destrucción”1 Albert Einstein.


La Universidad Tecnológica Intercontinental, impulsada por la noble misión que emerge de su misma naturaleza, ofrece a la sociedad, especialmente a la población joven de la Nación, programas de estudios que contribuyan a su formación integral y profesional. La tarea educativa no siempre se presenta de una manera laxa o fácil, por el contrario ella es un trabajo delicado, porque la educación parte y culmina en la persona, ésta es origen y meta de toda actividad educativa; en otros términos la persona es el sujeto y objeto de la educación.
Vale mencionar que la tarea educativa no se sujeta solamente a las actividades áulicas, donde interactúan docente y alumno, sino la educación requiere también de acciones concretas en el contexto socio-político, cultural, económico, ambiental. Claro está entonces que la acciones universitarias no se limitan a las aulas; por esta razón hoy día se está hablando con mucho vigor de Responsabilidad Social Universitaria. ¿Desde dónde surge la responsabilidad? ¿Qué es la responsabilidad? ¿Qué tipo de responsabilidad tiene o debe asumir la Universidad?

a) La responsabilidad es ante todo un valor
La palabra valor se entronca con el término griego άξιος (axio) y no significa otra cosa más que algo que sea valioso. Por esta razón la palabra “valor” es un término fundamental dentro de la Economía. El valor es en todo caso sinónimo de bien, pero un bien constituido como útil. Dentro de esta perspectiva Adam Smith define el valor, según De Angelis, como: El “sentido que toman para nosotros los bienes concretos en cuanto tenemos conciencia del papel que representan para la satisfacción de nuestras necesidades”2. Smith considera valor aquel bien concreto que satisfaga las necesidades fundamentales de las personas. Ahora bien ¿Satisfacen los “bienes concretos” todas las necesidades del hombre? Las posibles respuestas a esta cuestión abren otro debate, que aquí en este contexto no nos incumbe. Traemos a colación otra definición de valor, la cual ilustra el sentido mercantil de cualquier bien. Tal bien posee una valía justamente porque le es inherente el valor: “En realidad, según el enfoque que posteriormente se impuso, tal teoría del valor es realmente una teoría del costo de producción y, en definitiva, de la forma en que se distribuye el ingreso entre los diferentes factores de producción”3. El valor se relaciona estrechamente con el “costo de producción”, es decir con el proceso mercantil de los bienes.

La tradición filosófica, desde Sócrates, se ocupó con mucho ahínco de los valores, porque ellos juegan un rol importante en la existencia del hombre. La axiología o teoría de los valores pertenece a la región del saber práctico o saber ético; pues no es posible realizar ningún discurso ético, sin los valores. La ética, por consecuencia, es una disciplina filosófica. Estando así valor desde el punto de vista filosófico es considerado en general, salvo excepciones, como bien, pero ese bien no es precisamente material, sino un bien inmaterial. Esto significa que los valores son inasibles concretamente; ya que son entidades abstractas, que tienen la función de orientar la vida práctica de las personas. Esta afirmación nos obliga deslindar cuestiones de índole ontológica4, puesto que hablamos de realidades concretas e inconcretas. Pues ¿Existen sólo realidades concretas y tangibles, o existen también realidades abstractas e intangibles? La axiología, por lo menos, supone la existencia de esencias abstractas e intangibles y además sostiene que estas esencias influyen en demasía en la vida del hombre.

b) Concepto de responsabilidad
El sentido corriente de responsabilidad viene expresado de este modo: “Deuda, obligación de reparar y satisfacer, por sí o por otra persona, a consecuencia de un delito, de una culpa o de otra causa legal”5. En esta definición aparecen los términos “Deuda y obligación”. Ambas palabras denotan una fuerza coercitiva, es decir ejercen no sólo sobre la conciencia una intimidación casi obsesiva, sino también una presión incisiva sobre la voluntad de las personas. Estando así pareciera ser que el objeto de la deuda y la obligación es siempre algo material, vale decir algo concreto; sin embargo él transciende lo material y lo concreto para influir también en la esfera inmaterial o espiritual. La responsabilidad conlleva una obligación de índole jurídica, económica, social, política, ética y moral. La obligación recae sobre un sujeto o agente (u organización con personería jurídica), cuyas acciones repercutieron negativamente sobre alguien, sobre un grupo, sobre una comunidad, sobre una nación. ¿De qué es responsable la Universidad? ¿Ante quién debe responder la Universidad? ¿Tiene la Universidad alguna deuda o alguna obligación incumplida ante alguien, ante algunos?

c) Tipos de responsabilidad
¿De qué o sobre qué es responsable la Universidad? Esencialmente la responsabilidad, sobre la cual estamos hablando, es una sola, sin embargo ella se determina sustancialmente en el ámbito académico y en el contexto. Existe un pacto de responsabilidad entre la Universidad y los estudiantes; entre la Universidad y el entorno. En el plano académico la Universidad tiene una responsabilidad respecto a sus impactos educativos. ¿Cómo egresan nuestros estudiantes de la Universidad? ¿Son suficientemente formados para afrontar el mundo laboral, social, político etc? ¿Forma la Universidad integralmente a estudiantes? En el plano contextual o territorial la Universidad posee una responsabilidad en relación a sus impactos ambientales. ¿Cuál es la implicancia de la estructura institución dentro del mundo circundante? ¿Cuál es el grado de responsabilidad que tiene la Universidad ante el planeta, ante el mundo?

La Responsabilidad Superior Universitaria (RSU) es una preocupación emergente en los albores del siglo XXI, o sea en nuestro tiempo. ¿Qué significa RSU? Los adjetivos -social y universitaria- que determinan al sustantivo -Universidad- son nobles y sugerentes, pero, a la vez, llamativas. Esos adjetivos estimulan, por un lado, a acciones palpables y orientan intrínsecamente a la responsabilidad hacia la disminución de los impactos negativos del entorno. Por otro lado, esos adjetivos, manifiestan un cuestionamiento esencial a la Universidad, en otras palabras la Universidad no queda bien parada ante este movimiento de la RSU. Pues ¿No es la Universidad responsable por naturaleza? ¿No es la Universidad una institución afianzadora, estimuladora natural de los valores? ¿Han dejado las universidades de cualquier modo u otro ser responsables? Quizás sí, por eso justamente se les estimula desde fuera a asumir una responsabilidad social. ¿Será que las llamadas crisis de los valores se introdujeron también en el seno de las Universidades hasta el punto que se olvidaron de sus responsabilidades fundamentales? Décadas a tras el apelativo responsabilidad social fue asignado a las empresas y así se comenzó a hablar de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE). La RSE no presenta ningún conflicto, puesto que se le exige a las empresas a ser responsables de sus impactos: Responsabilidad, por un lado, antes sus empleados, salario justo, calidad de vida, seguridad en el trabajo etc. Responsabilidad, por otro lado, ante los impactos medioambientales: Gases tóxicos, deterioro de suelo, o sea contaminación del aire, agua y tierra. La responsabilidad no le va inherente a las empresas, por eso es necesario y conveniente exigirlas a ser responsables. Con la Universidad no sucede así, porque a ésta la responsabilidad le va intrínsecamente, o sea forma parte de su esencia. La ética le es inherente a la académica, por consiguiente a la Universidad; la ética no le adviene de ningún lado, pues ella la descubre, la sistematiza, la enseña e insta a mantener siempre encendida en todos los ámbitos de la sociedad la llama de los principios éticos y morales; incluso en este sentido podemos afirmar que la Universidad es la fuente y rectora de aquellos principios. Siendo así: ¿Qué pasa con las universidades? He aquí la razón de nuestro cuestionamiento inicial: ¿Quién o qué organización ha tomado la atribución de administrar estos principios? ¿Quién o qué organización está exigiendo a la Universidad a ser responsable?

La Organización Internacional de Normalización (ISO) define la responsabilidad Social como “Responsabilidad de una Organización ante los impactos que sus decisiones y actividades ocasionan en la sociedad y en el medio ambiente...”6. Esa definición de la ISO es muy sugerente y auspiciosa para todo tipo de organización, sin embargo para nuestro País es desafiante. ¿Quién o qué organización piensa en los impactos en nuestro País? ¿A quién le interesa? Ahora bien preguntémonos: ¿Qué significa impacto? Impacto tiene relación con efectos, que cualquier acción deja como consecuencia. Estos efectos pueden ser positivos o negativos; el primero ayuda para el progreso; el segundo conlleva acciones que van en detrimento de las personas.

Hans Jonas en 1979 ya describía el impacto con las siguientes expresiones:

“...el hombre es ahora cada vez más el productor de aquello que él ha producido, el hacedor de aquello que él puede hacer y, sobre todo, el preparador de aquello que en breve él será capaz de hacer. Pero ¿quién es ese «él»? No vosotros o yo. Son el actor colectivo y el acto colectivo, no el actor individual y el acto individual, los que aquí representan un papel; y es el futuro indeterminado más que el espacio contemporáneo de la acción el que nos proporciona el horizonte significativo de la responsabilidad7.

Este «él» no tiene rostro y, en cuanto no posee un rostro concreto, cae dentro de la esfera de lo impersonal. Lo impersonal se traduce con corriente expresión «se dice, se hace» o con lo «uno», porque nadie en particular, esto es en cuanto individuo, es responsable de los impactos, pero, a la vez, contribuye como agente colectivo con ellos. Por eso François Vallaeys distingue entre actos e impactos. Los actos son conscientes, visibles y están relacionados a personas concretas; mientras que los impactos “no tienen autor, son productos sociales, son productos sistémicos”8. La responsabilidad social, siguiendo a Vallaeys, se refiere predominantemente a los impactos de funcionamiento organizacional, educativos, cognitivos y epistemológicos, y sociales9, los cuales responden a las cuatro dimensiones sustantivas de la Universidad, o sea a la gestión, docencia, investigación y extensión.

a) Impactos de la gestión
Éstos se manifiestan en el trato y en la política administrativa de la Institución respecto a los personales (funcionarios, docentes y estudiantes) y, a la vez, se muestran inmediatamente en la actitud ante el medio ambiente. Los impactos negativos se podrían medir en las consecuencias de las malas condiciones de trabajos, en la inadecuada respuesta a las necesidades de los estudiantes, en las indiferencias ante el mundo circundante.

b) Impactos de docencia
Éstos se patentizan directamente en la calidad educativa. Las universidades llevan en su propia naturaleza la obligación de formar integralmente a los estudiantes y, a la vez, velar por una solidad formación profesional. ¿Cuáles son los impactos de las universidades paraguayas respecto a la formación integral y profesional de los estudiantes? ¿Qué responsabilidad tiene ante la sociedad aquellas universidades denominadas “de garaje”? ¿Cómo influye en la sociedad egresados mal formados o mediocres, que promocionan estas “universidades de garaje”10? ¿Somos conscientes de la gravedad de esta situación? He aquí un dilema! Esa Universidad que debe velar por la ética e estimular las buenas costumbres, o sea la moral de la sociedad, pues adquiere el apelativo de irresponsable e incluso antisocial. ¿Qué triste?!

c) Impactos cognitivos y epistemológicos
Éstos están relacionados directamente con los anteriores. La Universidad, que apuesta por la investigación, apunta continuamente hacia progreso social y propicia mejores condiciones de vida en su entorno. Busca la sostenibilidad y sustentabilidad de cada emprendimiento. La investigación dinamiza a la Universidad y, a través de ella, la Universidad manifiesta su potencialidad de mejora social. ¿Cuál es la potencialidad investigativa de nuestras universidades? ¿Realizan nuestras universidades investigaciones relevantes, éstas son significativas para cooperar con el progreso sustentable de nuestra Nación?

d) Impactos sociales
Los impactos sociales guardan relación con la extensión universitaria. Las universidades están obligadas por su misma esencia preservar la casa (οἶκος). Nuestro contexto o nuestro territorio es nuestra casa. ¿Cómo está nuestro hogar?¿No está nuestra casa sucia, descuidada, desprotegida e incluso con pronunciado resquebrajamiento? ¿Nos sentimos seguros y contentos en este ambiente contaminado? Las universidades deben investigar sus impactos medioambientales: basuras, reciclaje de residuos, reforestación, contaminación de aire, agua y suelo. Si no limpiamos y si no hacemos un mantenimiento a nuestra casa, pues se deteriorará en demasía y es muy probable que en el momento que queramos hacer algo por ella, ya no lo podremos, porque será tarde; es posible que ya se nos caiga. Ahora es el momento de iniciar a fijar nuestra atención en nuestra circunferencia, o sea en nuestro mundo circundante. Nosotros podemos comenzar a recomponer nuestro hogar. Con esta consigna concluimos esta breve reflexión con estas ideas de Hans Jonas:

En otros tiempos podía decirse fiat iustitia, pereat mundus, «hágase la justicia y perezca el mundo», donde «mundo» significaba, naturalmente, el enclave renovable situado en un Todo que nunca sucumbiría. Habiéndose convertido ahora en una posibilidad real la destrucción del todo por actos del hombre -sean esos actos justos o injustos-, tales palabras no pueden ya ser pronunciadas ni siquiera en sentido retórico. Cuestiones que nunca antes fueron materia de legislación penetran en el campo de las leyes de que ha de dotarse la «ciudad» a fin de que haya un mundo para las generaciones humanas venideras11.

Quizás el mundo, apreciado lector, no está bajo tú responsabilidad, sin embargo tú entorno, tú mundo circundante requiere de tus actos concretos, requiere de tus acciones concretas para evitar el deterioro y peligroso resquebrajamiento de nuestra casa. Ayuda a mejorar tu entorno para dejar a tus hijos o nietos un mundo aún bien habitable. La meta o el sentido de vida es una comunidad libre y feliz, y no el caos y la destrucción como se lee en el epígrafe de esta meditación.

Prof. Abelardo Montiel

Notas

1Einstein, A. Sobre el humanismo. P. 141.
2De Angelis, J. J. Filosofía de los valores. P. 599.
3 Sabino, C. Valor.
4La ontología (Ontologia) es una rama de la filosofía, cuyo objeto de estudio es ens in quantum ens, es decir el ente en cuanto ente, el existente en cuanto existente.
5 Cfr. Diccionario de la Real Academia Española.
6Cfr. ISO 26000 de Responsabilidad Social. ISO es la sigla inglesa “International Organization for Standardization” o Organización Internacional de Normalizacion. El montaje y el proceso de elaboración del ISO 26000 duró 6 años de intenso trabajo; pues inició en el 2004 y culminó en noviembre del 2010. Esto significa que es un documento sumamente rico en contenido y amerita su estudio para aplicar los valores contenidos en ella. La definición de Responsabilidad Social de esta ISO viene asumida por los escritos de Vallaeys. Cfr. también Vallaeys, F. Responsabilidad Social. P. 56.
7Jonas, H. El principio de la responsabilidad. P 37. Jonas es un filosofo judío alemán, discípulo del gran filosofo Martín Heidegger, amigo y compañero de reflexión de Hannah Arend, reconocida politóloga. Jonas publicó en el año 1979 la citada obra con el siguiente título: Das Prinzip Verantwortung - Versuch einer Ethik für die technologische Zivilisation. Este ensayo podría con mucho derecho considerase clásico por su relevancia y pertinencia en el ámbito de la Responsabilidad Social, y quizá, decimos quizá porque debe ser comprobado, inspiró mucho al ISO 26000.
8Vallaeys, F. Responsabilidad Social. P. 56. Estos conceptos son familiares al cuerpo directivo de la Universidad Tecnológica Intercontinental (UTIC), porque recientemente ese cuerpo directivo culminó un curso impartido por la UNESCO, IESALC y la ORSALC sobre la RSU. La intención y la voluntad del Magnífico Rector de la UTIC con la calidad educativa, y con el medio ambiente quedaron manifiestas en ese curso.
9Vallaeys, F; De la Cruz Cristina et altri. Responsabilidad Social Universitaria. Manual de Primeros Pasos. P. 8.
10En este sentido quisiera recordar la brillante exposición del Dr. Victoriano Pavón, ex-decano de Derecho de la Universidad Tecnológica Intercontinental, y actual Decano de Curriculum de la Universidad del Norte, en el 3º Foro de Universidades. El título de su exposición fue “Propuesta de calidad institucional, terminemos con las universidades de garaje”. En aquella oportunidad el Dr. Pavón advirtió sobre el peligro real que constituye estas universidades de garaje para la sociedad.

11Jonas, H. El principio de la responsabilidad. P 38.

Referencia Bibliográfica

-Einstein, A. Sobre el humanismo. Ediciones Paidos Ibérica. 1995.
-De Angelis, J. J. Filosofía de los valores. En Diccionario de Filosofía. Espasa-Calpe,
S.A. 1952.
-Jonas, H. El principio de la responsabilidadEnsayo de una ética para la civilización tecnológica. Editorial Herder. 1995.
-Sabino, C. Valor. En Diccionario de Economía y Finanzas. Ediciones Panapo.
Cáracas. 1999.
-Vallaeys, F. Responsabilidad Social. En Memorias del I y II Foro de Universidades del Paraguay. Consultoría Gráfica y Editorial. 2013.
-Vallaeys, F; De la Cruz Cristina et altri. Responsabilidad Social Universitaria. Manual de Primeros Pasos. MacGraw Hill. 2009.





domingo, 21 de julio de 2013

NOCIÓN DE LA EDUCACIÓN

NOCIÓN DE LA EDUCACIÓN

1. Presupuesto metafísico de la educación
Educación connota una dimensión fundamental de la vida del hombre; la educación le permite crear cultura[1]; entonces ésta no es otra que efecto de su actividad proyectiva. La proyección, modo de ser esencial del hombre, le incita continuamente para abrir horizonte cultural. La proyección posibilita descubrir al hombre condiciones intrínsecas en él mismo, las cuales se constituyen inmediatamente como elementos transcendentes, puesto que van más allá de lo meramente existente. Estas condiciones son las que crean culturas. Entonces la proyección, o la capacidad de ir más allá de los entes, el fundamento esencial de la vocación educadora del hombre. La transcendencia del hombre o su capacidad de ir más allá de lo meramente sensitivo o concreto lo denominamos como la manifestación de lo espiritual en el hombre.  

La dimensión espiritual[2], latente en cada hombre,  despierta indefectiblemente un potencial originario en toda persona, el cual se despliega fundamentalmente en la creatividad educativa en general. El potencial originario fundamenta la fuerza de la posibilidad educativa. Por esta misma razón la educación se manifiesta como fuerza creativa, cuyo reflejo se constata evidentemente en la cultura, pero no debemos olvidar que ésta, a su vez, estimula la explotación de aquel potencial intelectivo, que es objetivado permanentemente en acciones educativas. Por lo tanto, fundamentalmente hablando, la educación se desprende de la propia naturaleza del hombre, que permite a éste buscar y cimentar un horizonte cultural a favor de su propia humanización[3]; en otras palabras, la potencia educativa abre un “espacio” tanto en el hombre mismo como en el mundo en donde éste se encuentra y se desenvuelve normalmente en comunión estrecha con los demás. La tarea de la potencia educativa reside fundamentalmente en el ejercicio persistente, corajudo, tenaz etc. de espaciar entes (en el mundo) y erigir condiciones de vida. De este modo, el hombre puede encarar y dirigir adecuadamente las potencialidades de su propia naturaleza en pro de la propiedad, o sea de la autenticidad, la cual no es otra que la verdad.

En estas breves líneas no hacemos otra cosa más que dar una fundamentación metafísica de la dimensión educativa del hombre. Pues estos presupuestos ontológicos[4] del hombre nos ayudarán a orientar la búsqueda de nuestro “objeto”, que es el sentido de la educación. Pienso que, a partir de esto, podemos tratar de sacar a luz algunas nociones sobre la dimensión educativa del hombre.

2. El sentido propio y metafórico de la educación   
Algunas palabras como el amor, la libertad, la verdad, la responsabilidad, la idoneidad, la educación etc., poseen características “íntimas” y “seductoras”, por un lado; ellas son también “apreciables”, “deseables”, “amables”, por otro lado; es decir, como si en ellas se reflejasen también de una u otra manera la bondad del ser, de la cual tenemos tanta noticia por la tradición metafísica. Por esta razón, quizá estas palabras atrapan la atención del espíritu del hombre. Pues ellas son sublimes por sus contenidos, y, por ende, suenan también deleitosamente en los oídos. Ahora bien, nos preguntamos: ¿Por qué la educación se ubica entre estas palabras sublimes? Tal vez sea así, porque ella ya esté operando en nosotros tácitamente esa realidad que ella misma es; o mejor dicho, ella ya esté operando intrínsecamente en nosotros su propia esencia. Estando así, ¿cuál es la esencia de la educación? ¿Cuáles son sus condiciones? ¿De qué modo se muestra la constitución educativa en el hombre? ¿Cuáles son sus condiciones? ¿Qué significa educación y cuáles son sus componentes?   

 Si nos proponemos indagar la esencia de la educación, entonces tenemos que echar manos de una buena provisión para que podamos hacer honor a su propio contenido, de lo contrario corremos el riesgo de quedarnos cortos... La palabra “educación” proviene directamente del sustantivo latino, educatio, nis (cuya raíz se entronca con el infinitivo latino educere), que  propiamente significa criar, es decir, producir, alimentar, cuidar etc.; pero solo metafóricamente hablando significa dirigir, instruir, educar. Mientras que educere en su sentido literal significa sacar afuera, llevar, conducir[5], pasar, alzar, levantar; sin embargo, el sentido alegórico, o trasladado a un plano simbólico, posee el significado de engendrar, producir. De aquí surge el rico contenido del infinitivo latino educare. Notamos, por un lado, un elemento diferencial entre el sentido lato de educatio, nis, que nos remonta al infinitivo castellano criar y la significación metafórica del infinitivo latino educere, que saca a la luz el infinitivo castellano engendrar. Poro, ¿Dónde notamos la diferencia? Pues, bien, criar se emplea con propiedad a los animales irracionales; puesto que ellos carecen de condiciones para producir cultura. (Hago notar, que se usa también en relación a los animales racionales finitos en cuanto que nacen, crecen y mueren, pero solo parcialmente e impropiamente). Por otro lado, ambas significaciones guardan una estrecha relación, y aquí se vislumbra en ambos términos una unidad de significación, en cuanto que criar y engendrar son términos originarios; es decir, ambas palabras delatan una ontogénesis.

3. Educación como educarse
El “educar concebido como educarse” implica sacar a flote las dimensiones no unilaterales de la educación, sino la necesaria bilateralidad de la misma. Aquí, hay que poner la atención no sobre el factor humano o no humano que cumple la función educativa, sino, más bien, mirar en las condiciones del educando en cuanto tal. Pues estamos convencidos que la tarea propiamente educativa depende muchísimo del educando ante que del educador, aunque éste juega también un papel importante en cuanto orientador y animador. Por esta razón, subrayamos la importancia de la autoformación. Pues al enfatizar la función del educador como aquél que crea, da, proporciona al educando condiciones de búsqueda, justamente teníamos muy presente la situación o realidad del educando en cuanto que él sea capaz de educarse. Pues no hay que perder de vista también dentro de este proceso educativo la situación concreta de cada sujeto, es decir, de cada educando. Es necesario tener presente no solamente la propia individualidad, o sea la persona en cuanto tal, sino, sobre todo, hay que poner en consideración el contexto socio-económico y también las aptitudes intelectivas y culturales. Estas realidades influyen muchísimo en todo proceso educativo. Por lo tanto, la tarea educativa debe desplegarse en una amplia perspectiva de interdisciplinariedad.

3. La educación como despertar
La educación, entonces, vislumbrada a partir de esta etimología, se manifiesta como un elemento inherente al hombre, puesto que solo éste es capaz de crear cultura,  y, por eso, engendra continuamente nuevas posibilidades en él y en el mundo entre los demás hombres. La educación estimula constantemente al hombre a nacer. Cada posibilidad educativa induce también necesariamente a un nacimiento diferente, a un nacimiento originario, es decir un engendrar originario en aras de un progresivo ser más del hombre, en aras de un devenir constante. La educación, como potencial engendrador, indica de modo permanente al hombre un horizonte hacia adonde dirigirse. La educación toma la posición de una fuerza, que pretende alcanzar una valedera finalidad. Ahora bien, si admitimos la posición que la educación estimula una proyección trascendental, entonces la educación abarca en sí misma un esperar. La educación actúa como una fuerza interna (espiritual) que empuja al hombre a descubrir su función en el mundo e invita a éste a desplegar un proyecto de vida dirigida hacia un progresivo ser más. Esto significa que el hombre intuye en sí y en los demás hombres una sed de ser más, o sea la educación despierta en el ser mismo del hombre una llamada a la perfección; quizás por eso la educación concebida como despertar me es muy sugerente.

El despertar permite ser aplicado adecuadamente, según mi entender, a la actividad educativa de la persona. El despertar tendría una aplicación pertinente, aunque alegórica, al proceso educativo del hombre. Despertar a un soñoliento sugiere muchas cosas; simbólicamente hablando, el despertar puede significar una realidad que va más allá de un mero abrir los ojos para estar consciente del entorno. El despertar, empleado como elemento sustancial de la educación, sugiere un alumbramiento de las potencias intelectivas y axiológicas dormidas en la interioridad del educando y, por ende, de cada persona. El alumbramiento exige claridad, luz etc., literalmente hablando; pero, simbólicamente hablando, el alumbramiento impone necesariamente, a quién tenga la función de educar, la capacidad de ayudar al educando para disipar sus propias oscuridades. Crear en torno de las aptitudes del educando condiciones de más claridad, para que de este modo, pueda el educando dar a luz sus propios conocimientos; exponer en la luz sus propias creatividades. Entonces el educador no haría otra cosa más que introyectar en el educando condiciones de búsqueda. Esto significa sembrar en el educando condiciones de búsqueda, entonces no se le impone resultado sea de la laya que sea..., sino se le concede instrumento de búsqueda. El hombre por la vía de la educación se encuentra dentro de un proyecto, que implica necesariamente proceso de apertura, o de abrir espacio, tanto hacia sí mismo (interno, explorar sus potencialidades intelectivas, descubrir los principios creativos latentes en él) como también hacia fuera (externo, objetivar, manifestar, producir condiciones y medios) con vista de un mayor humanización, esto es de perfección.

Por lo tanto, el educador debería preocuparse en despertar en el educando las ansias de querer ser más, el anhelo de una continua autosuperación. El despertar denota un paso de un estado nocturno a un estado diurno, esta realidad llevada al plano de la educación implica un paso de la ignorancia (que se manifiesta en la carencia de condiciones intrínsecas y extrínsecas) al saber, el cual posibilita la libertad interior y exterior del educando, que brinda las posibilidades de abrir camino en vista de un permanente crecimiento. El despertar visto desde esta perspectiva no es otra que un modo de espaciar el mundo y abrir proceso de perfeccionamiento. Despertar significa dejarse atrapar por un horizonte axiológico, que obra como finalidad de perfección fuera de uno mismo, pero que, al mismo tiempo, actúa como motor interno que impulsa a anhelar siempre lo más sublime.

El educador, que tenga tino de ser considerado con tamaña dignidad, debería preocuparse de crear un clima de respeto, de libertad, responsabilidad entre él y su educando. Puesto que estos valores se basan en el amor. Por lo tanto, sin amor no se lleva a cabo ninguna acción educativa. La pretensión de una educación sin respeto, sin una mínima atmósfera de libertad y de amor; pues en este caso se estaría apenas instruyendo, pero no educando. Allá donde reina el engreimiento, la obsesión de una autoafirmación -de parte del “educador”-; pues allá existe inequidad y desagradado. Ahí donde reina la mediocridad del “educador”, allí el educando pierde tiempo y cosecha frutos podridos. La mediocridad es enemigo del mismo docente y requete-enemigo del educando, porque le resta posibilidad en su proceso de formación.  
            El proceso, que debe recorrer el hombre bajo la guía de la educación, se irá determinando constantemente en vista de una tendencia a la que denominamos ansia o anhelo de querer ser más, o simplemente la posibilidad de disipación de la oscuridad, o sea de la ignorancia.

Concibo la educación -permítanos utilizar aquí una imagen- como despertar a un soñoliento del estado-de-dormido para mantenerlo justamente en el estado-de-despierto, esto significa permanecer erguido[6], para decidir[7] en cada instante, en primer lugar, por su propia existencia y, por ende, por los valores, que lo conducirán hacia la plenitud de su propio ser.

¿Qué implica la educación en la vida del hombre? ¿Por qué la educación se constituye base y fuente de progreso? ¿Cuál es tu concepción de educación? ¿Nuestro sistema educativo (nivel inicial, educación básica y nivel medio) ayuda efectivamente para el desarrollo de nuestro país? ¿Están formados nuestros jóvenes, que egresan de las instituciones educativas, para afrontar la vida en toda su manifestación? ¿Cuál es la situación de nuestro Sub-sistema de Educación Superior? ¿Están cumpliendo con su rol esencial las universidades públicas y privadas? ¿Tratan de formar íntegramente al hombre?


[1] El hombre es el único animal que es capaz de crear cultura. La expresión “crear cultura” conlleva una gran riqueza en la vida de la especie humana. Pues la cultura no es dada al hombre, sino, éste, gracias a condiciones sublimes inherentes a él, la produce. Entonces la cultura no viene dada al hombre por naturaleza, pero no hay que perder de vista, que la cultura supone la naturaleza. Esto quiere decir que la naturaleza se constituye inmediatamente como condición de posibilidad necesaria para que el hombre pueda construir y crear culturas. En este sentido la palabra castellana “naturaleza” hace honor convenientemente a su sentido originario o propio. Pues la filología nos ayuda a aprehender propiamente la jusiVgriega como “abrirse”, desabrocharse” “desprenderse”, “despertarse”, etc. Pues justamente teniendo en cuenta esta concepción griega de la naturaleza podemos afirmar con certeza que de un modo u otro la naturaleza misma se desprende de sí continuamente para “objetivarse” o, mejor dicho, para originar el armazón cultural.   
[2] El concepto “espiritual” en este contexto encierra fundamentalmente tres sentidos, en primer lugar, lo uso en su significación propia, es decir, en cuanto dimensión o elemento que hay en el hombre y mediante el cual el hombre es capaz de autoganarse, autotraerse, autoreplegarse, autoposeerse, autoprehenderse etc. En segundo lugar, y como consecuencia de esta primera significación, lo “espiritual” mueve al hombre a una decisión. En este sentido lo “espiritual” implica una “decisionalidad”. En tercer lugar lo “espiritual” está la condición de posibilidad de la cultura, puesto que ella se basa sobre lo esencial del hombre, que es la razón.
[3] Doy al término “humanización” en este contexto el sentido de un proceso. La humanización implica un realizarse constante, un hacerse continuo; justamente porque ella se realiza dentro de un determinado proceso, que se despliega hacia una concreta direccionalidad, la cual se denomina con el concepto de “perfección”.    
[4] Hago aquí una pequeña acotación con el fin de evitar alguna posible confusión conceptual. Cuando utilizo el término “ontológico” no empleo, como se puede notar evidentemente, en el sentido que lo aplica en general la metafísica tradicional, o sea con la significación aristotélico-tomista, sino con él busco indicar nada más que los modos de ser capitales del hombre; los cuales buscan denotar las características esenciales emergentes del ser mismo del hombre.    
[5] Pues esta significación es la que se basa, en última instancia, en el infinitivo griego paideuein; paideuw- de donde resulta: “que se debe criar, educar, instruir o formar” (Cfr DICCIONARIO GRIEGO-ESPAÑOL, ed, Sapena, Barcelona, 1999). El cual hace justamente alusión al sentido propio del infinitivo latino educere.
[6] Esta expresión, aquí como lo empleamos, denota un determinado estado del hombre, que es el de estar parado, o encontrarse en un estado-de-levantado, pues el que se encuentra en pie o el que está erguido posee necesariamente vida, es decir, tiene existencia.  
[7] Pues la decisión se constituye como un modo de ser crucial para el hombre, que existe, ya que el existir lo tienta continuamente a mantenerse en la periferia de su propio ser, es decir, a fuera de sí mismo. Ahora bien, si el hombre se descuida de sí mismo, entonces corre el peligro de mantenerse neta y exclusivamente en la superficie (El permanecer en la superficie podría tener varias connotaciones, que aquí no podremos desarrollarlas). He aquí el gran desafío que se presenta al existente –hombre-, que deberá afrontar con la ayuda de la potencia educativa; la cual deberá ayudarlo a no perder de vista la direccionlidad de su ser. Esto significa que en cada momento debe decidir para poseerse a sí mismo, y, por consecuencia, mantenerse firme en sus convicciones axiológicas. 

miércoles, 17 de julio de 2013

NOCIÓN Y FUNCIÓN DE LA FILOSOFÍA

NOCIÓN Y FUNCIÓN DE LA FILOSOFÍA

La filosofía (jilosojia) es una expresión griega y está compuesta de dos palabras: filo-sofía. Filo (o φilίa) es un sustantivo que denomina un tipo de amor junto a eros (έroV) y ágapegapη). Filo denota el afecto propio de una relación de amistad, mientras que sofía (sojia) significa sabiduría. De ahí que tradicionalmente filosofía se traduce por “amor a la sabiduría”. Nosotros podemos decir que la filosofía es la atracción afectuosa por la sabiduría. El eros, sin embargo, expresa la dimensión pasional del amor, está relacionado con el deseo ardiente, que sienten dos personas atraídas una por la otra. La fuerza eros, o la pasión amorosa, es la que permite la reproducción de la especie humana. El ágape es el amor fraternal, que manifiesta el sentimiento sin más, o sea desinteresado y gratuito. Este concepto acuñó la teología cristiana para señalar con él el amor desinteresado por el prójimo. Jesucristo es el ejemplo, porque dio su vida por su prójimo.

Del sustantivo sofía emerge el adjetivo sojoV, que se traduce por sabio. ¿Quién es el sabio? El sabio no es solamente aquel que conoce o posee cúmulos de conocimientos, sino, sobre todo, aquél que comprende la dinámica intrínseca y extrínseca de la naturaleza, que asume los vaivenes de la vida con serenidad, posee autonomía y busca el equilibrio o el termino medio en todo; por eso el sabio es amante de la contemplación y de la meditación, porque éstas le proporcionan un deleite inenarrable. La búsqueda que emprende el sabio en pos del ser es impulsada eminentemente por la misma existencia del hombre. Heidegger describe al sabio del siguiente modo:

El sabio o sofos “es aquél que tiene el gusto correcto, que tiene “olfato” e instituto para lo esencial y que por eso se entiende (sabe qué hacer) inmediatamente en algo, que entiende a fondo algo o de algo, es decir, que puede ponerse al frente de una cosa de forma ejemplar y, por tanto, sobresaliente”[1].

La filosofía es esencial en la vida del hombre, por esta razón éste es el único existente que se interroga por su propio ser, esto significa que el hombre ansía saber quién es él, de dónde proviene y hacia adónde se dirige. ¡Quien de nosotros en algún momento de la vida no se ha planteado estás preguntas! ¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿Hacía adónde me dirijo? Martín Heidegger inicia su gran obra, titulada “Ser y Tiempo”, tratando de asegurar la formulación de preguntas que interroga efectivamente por el sentido del ser: “La pregunta por el sentido del ser debe ser formulada”[2]. Esta frase ilustra la tarea esencial de la filosofía, que es la búsqueda del sentido del ser. “La filosofía es filosofar”[3], esto significa actividad constante de la razón para hacer patente o manifiesto el ser.

Entonces cuando se habla de filosofía estamos hablando fundamentalmente de aquella capacidad inherente al hombre para indagar los secretos de su ser y así darle sentido; por eso cada filósofo ensaya una determinada definición de esta “ciencia”, que es la filosofía. Platón por ej: concibe la filosofía como el “uso del saber para ventaja del hombre”. Este uso debe, sobre todo, estar fundamentalmente a disposición de la dignidad de la persona. La filosofía es un saber orientada al bienestar del hombre, puesto que se constituye un estilo de vida (el campo de la ética y de la moral) y ensancha los saberes particulares y prácticos a través de las diferentes ciencias (medicina, biología, cosmología, física etc). La idea de la utilidad de la filosofía refuerza Plantón con las siguientes expresiones: “Es necesario una ciencia en la cual coincidan el hacer y el saber servirse de lo que se hace, esta ciencia es la filosofía”[4]. Me parece pertinente aquí hacer la siguiente observación en relación a pedagogía contemporánea. Las ideas contendidas en la definición de filosofía, que encontramos en Platón, vienen revividas por Jacques Delors en su informe[5] a la UNESCO. Éste propone cuatro pilares de la educación (saber ser, convivir, hacer, conocer), que hoy marcan las directrices de la educación del siglo XXI. Delors recupera sustancialmente los ideales filosóficos de Platón. Pues hemos visto que el “saber hacer” es expresado claramente por Platón, sin embargo en la expresión “saber servirse de lo que se sabe” encontramos el “saber ser” y “convivir”. ¿¡Qué gran descubrimiento ha hecho Jacques Delors!?

Descartes define la filosofía como “el estudio de la sabiduría, y por sabiduría no se entiende sólo la prudencia de las cosas de la vida, sino un perfecto conocimiento de todo lo que el hombre puede saber, ya sea para la conducta de su vida o para la conservación de su salud y la invención de todas las artes”[6]. Esta definición contiene la idea del sabio, que habíamos mencionado arriba, muestra el valor del conocimiento y sus inconmensurables potencialidades; además transluce la utilidad práctica de la filosofía en la vida cotidiana, o sea la filosofía debe acrecentar la calidad de vida de las personas, debe marcar el horizonte de la vida ética y estimular las ciencias, las técnicas y el arte en general. 

Kant, sin embargo, manifiesta con énfasis la relación del conocimiento filosófico con el “fin” del hombre. Éste se funda sobre la potencia de la razón, la cual se presenta como capaz de relacionar a la persona con su fin último. Kant afirma que la filosofía es “la ciencia de la relación de todos conocimientos al fin esencial de la razón humana (teleología rationis humanae”), y el filósofo es un legislador de esa misma razón, no un artífice de ella. En tal sentido demostraría gran arrogancia el llamarse a sí mismo filósofo y pretender igualarse a un prototipo que sólo se halla en la idea” [7]. El contenido de este “fin” kantiano no es otra que la “felicidad universal” de la humanidad. Este fin surge como un postulado de la razón, la fuente de este fin último es la razón.

¿Qué opinión me merece la etimología del término filosofía y las definiciones de la misma? ¿Cuál es mi noción de “sabiduría”? ¿Quién es el sabio para mí? ¿Cuál es la noción que yo tengo de la filosofía? ¿Para qué me ocuparía de la filosofía? ¿Tiene algo que ver conmigo la filosofía? ¿Me siento envuelto en ella? ¿Puedo vivir sin filosofar? ¿Qué significa búsqueda del sentido del ser?

Referencias bibliográficas
Heidegger, M. Introducción a la Filosofía. Ediciones Cátedras. Madrid. 1996.
Heidegger, M. Ser y Tiempo. Fondo de Cultura Económico. Madrid. 1998.
Delors, J. La Educación Encierra un Tesoro. Unesco.1996.
Descartes, R y Leibniz. Sobre los Principios de la Filosofía. Credos. Madrid. 1989.
Kant, E. Crítica de la Razón Pura. Alfaguara. Madrid.1998.
Platón. Eutidemo. En obras completas. Aguilar. 1974.





[1] Heidegger. Introducción a la Filosofía. P. 35.
[2] “Die Frage nach dem Sinn von Sein soll gestellt werden” Cfr. Heidegger. Ser y Tiempo. P. 14. 
[3] Heidegger. Introducción a la Filosofía. P. 39.
[4] Platón. Eutidemo. 288 e; 289 b.
[5] Delors, J. “La Educación Encierra un Tesoro”
[6] Descartes, R y Leibniz. “Sobre los Principios de la Filosofía”. Pág 12.
[7] Kant, E. Crítica de la Razón Pura. A 839, B863. P. 659, 

miércoles, 10 de julio de 2013

INTRODUCCIÓN A LA ÉTICA PROFESIONAL I


I. Ética general y profesional

a) Etimología y sentido de la ética

La ética proviene del griego: ethos (ήθός), e-thos (έqός)[1]. La primera expresión tiene, en primer lugar, el sentido de estancia o morada[2], lugar o espacio en el cual la persona se halla inmediatamente conectado con las cosas elementales. La casa es familiar a la persona, porque ahí nace, crece y se desarrolla. El seno familiar se constituye la escuela por excelencia dónde el niño forma su carácter y aprehende valores. En segundo lugar ethos (ήθός) adquiere la significación de carácter, puesto que el hombre forma su individualidad, esto es su impronta particular, y su personalidad en el hogar.  El segundo concepto e-thos (έqός) tiene el sentido de habito y uso; y adquiere la significación fundamental de costumbre.  

El concepto e-thos (έqός) se identifica con el sustantivo mos, moris latino. El término “mos” latino se traduce en castellano por moral. De ahí que e-thica y moral significan costumbre. ¿Qué significa costumbre? Esta expresión denota modo de ser de una persona, familia, comunidad o nación. La costumbre refiere entonces a los elementos particulares, que distinguen una nación de otra. Cada nación posee una impronta particular de su modo de ser, a la que llamamos cultura. Notamos que los conceptos “ethica” y “e-thica” fundamentalmente no se distinguen uno de otros. En la palabra costumbre existe un modo de ser particular, que es el carácter (ethica);  y éste a su vez es el elemento diferenciador de una determinada costumbre (e-thica) de otra.

En síntesis decimos, que la expresión ética etimológicamente hablando se refiere a la morada, en la cual uno se halla inmediatamente, y desde donde uno forma su carácter y de este modo crea una determinada costumbre. Nosotros, de ahora en más, utilizaremos la palabra española “ética”, la que ya contiene los dos significados analizados.  

La ética en cuanto saber está enraizada en el campo de la filosofía; o sea la ética pertenece a la región del saber filosófico. El objeto de estudio de la filosofía es amplio y variado. La Antropología es uno de sus objetos. La Antropología filosófica se ocupa de comprender al hombre en  cuanto tal y para ese fin escruta su estructura básica (espiritual, física y cultural) para ahondar en sus dimensiones fundamentales. El hombre tiene una estructura psíquica-espiritual que comprende la zona de las emociones, de los sentimientos, de las pasiones, de las operaciones racionales-intelectivas, e incluso posee una estructura física bien determinada.

El carácter es inherente al hombre, pues en este sentido la ética se constituye como una estructura esencial de él, por esta razón el hombre no puede vivir más allá del bien y del mal[3]. El hombre necesita un horizonte hacia adónde dirigir su vida, requiere de principios y de valores para su realización personal y social. El hombre aprecia el bien y tiende, aunque no siempre consigue, evitar el mal.

            La ética es la ciencia de aquello que el hombre debe hacer para vivir como debe, para ser aquello que debe devenir, a fin que entre en contacto con su valor supremo, a fin que realice en su naturaleza aquello que se presenta como la justificación de su existencia, es decir hacia aquello y por aquello él existe. En dos palabras: La ética es una ciencia categóricamente normativa[4].

De Finance es un filósofo cristiano-católico y pertenece a la corriente neo-tomista; entonces su sugestión es clara, porque está condicionada y determinada por la fe. Vale decir la fuente de dónde emana la ética es Dios y, al mismo tiempo, su finalidad última es nuevamente Dios. Esta perspectiva no es absolutamente descabellada desde la cosmovisión cristiana en general. A demás se conecta perfectamente con la visión finalista de la tradición ética de Aristóteles. Pues según éste filósofo el hombre tiene hacia bien, que es la felicidad. Si algo busca real y afanosamente el hombre, ese algo es la felicidad. El hombre por naturaleza quiere ser feliz.
           
            “…el bien perfecto es el que debe siempre poseerse por sí mismo y no por una razón ajena a él. Este bien parece ser, en primer lugar, la felicidad. La buscamos, en efecto, siempre por sí mismo y nunca por otra razón ajena a ella misma… la felicidad es algo completo y se basta a sí misma, por ser el fin de nuestra actividad[5].        

            La ética como reflexión práctica orienta al hombre hacia la felicidad.

¿Cómo definimos la moral y la ética? La moral es el “conjunto de principios, preceptos, mandatos, prohibiciones, permisos, patrones de conductas, valores e ideales de la vida buena que, en su conjunto, conforman un entramado más o menos coherente, propio de un colectivo humano en una época histórica determinada”[6]. La ética, sin embargo, es una reflexión práctica sobre la moral; pues los principios, preceptos, normas etc., siempre están viciados de malicias e injusticias. De ahí se deduce que el objeto de estudio de la ética es el bien y el mal.

 “La tarea principal de la ética es analizar y evaluar las normas y los códigos morales, precisamente aquellos que, impuestos por convenciones, nos obligan a realizar ciertas conductas o a evitar otras, sin que exista ningún aparato de Estado que vigile su cumplimiento, sin que la sociedad sancione al sujeto que se comporta fuera de los lineamientos de la moral, puesto que solamente el propio individuo se reprocharía haber actuado de modo contrario a la moral”[7].

La ética en cuanto disciplina filosófica somete en tela de juicio las prácticas habituales de las personas en la sociedad, escudriña los fundamentos de los principios morales y vela en todo momento por lo que es propiamente humano o por la dignidad de las personas.

b) Etimología y sentido de la profesión

Iniciamos este apartado con la siguiente pregunta: ¿De dónde proviene el término profesional y que significa propiamente?  Según França, la palabra profesional “… proviene del latín «professio», que tiene raíces comunes con  «confessus» y «professus». Profesus significa confesar en alto, proclamar o prometer públicamente”[8]; sin embargo la “profesión” denota a las “personas que ejercen determinada actividad humana con dedicación y consagración total; como es el caso de las llamadas “profesiones liberales”[9].

La profesión está relacionada estrechamente con el trabajo cualificado. El trabajo se constituye como un elemento esencial del hombre. Por un lado, el hombre necesita trabajar para buscar su propia realización personal; por otro lado el hombre coopera con el desarrollo de la sociedad a través de su servicio profesión. El hombre se dignifica mediante el trabajo y explota su potencialidad creativa. La profesional del hombre tiene una dimensión social, puesto que su actividad siempre repercute en los demás. El hombre se ingenia para crear mejores condiciones de vida en su entorno. La profesión, manifestada en el trabajo, permite al hombre transformar constantemente la naturaleza, porque ella manifiesta su capacidad particular para ejercer con eficacia y eficiencia un determinado servicio a favor de la comunidad, sea éste de índole física o intelectual.
                                                                                              
El diseño de la sociedad está conformado a partir de las profesiones, por lo tanto, una profesión responde a una determinada organización; es decir dentro de una entidad, la cual generalmente se rige por leyes, reglamentos y normas. Las leyes y las normas ayudan al hombre a regular su convivencia en la sociedad y en el ambiente laboral. Por esta razón el profesional adquiere compromisos con la empresa (pública o privada), que le contrata para la prestación de servicio, y viceversa. Las obligaciones o deberes y derechos son recíprocos; sin embargo la responsabilidad y el compromiso no se limitan solamente entre el empleador y el profesional, sino también afectan de cualquier modo u otro a la sociedad, que debe consumir o usufructuar los productos. Por lo tanto la profesión tiene una dimensión intrínseca, es decir con el empleador, o en el acto de transformación de la realidad; y una dimensión extrínseca, o sea con toda la sociedad. La profesión no sólo expresa el ser social del hombre, sino también su responsabilidad y compromiso con la sociedad.

De ahí que la ética profesional juega un rol preponderante en la dinámica social de una Nación; puesto que la ética profesional aporta un elemento meta normativo a las actividades laborales cotidianas; ella acrecienta el celo o cuidado por la seguridad y calidad de vida de la ciudadanía. El trabajo mediante la profesión construye la sociedad y coopera con el bien común; por esta razón la “ética profesional” conlleva un “deber” o una obligación, que no está condicionado por intereses particulares, ni sectoriales, porque este deber emerge de los principios morales adquiridos y asumidos en la vida cotidiana. Es un deber ético enraizado en la naturaleza misma del hombre. Surge de la conciencia moral. Tal conciencia es la fuente de la recta razón, es la centella, que ilumina entre lo que se debe y no se debe, entre el bien y el mal. Como ya mencionábamos arriba la ética es la reflexión sobre esas acciones buenas y malas del hombre.  

El profesional está obligado cumplir sus obligaciones laborales por impulso de ese deber, que surge de sí mismo, ante las normativas, disposiciones y reglas que tienen su origen en el Estado, en las empresas. Éste es el propósito de la “ética profesional” o de la “deontología”. Pero, qué significa deontología:

“La palabra Deontología se deriva de los dos vocablos griegos, tò dέon (lo que es conveniente) y logía (conocimiento); que es como si dijéramos, el conocimiento de lo que es justo y conveniente. Este término aquí se aplica a la moral, es decir, a aquella parte del dominio de las acciones que no está bajo el imperio de la pública legislación. En cuanto arte es, lo que es conveniente hacer; en cuanto ciencia, es conocer lo que conviene hacer en toda ocasión[10].

La deontología como leemos en esta definición refiere a “lo que conviene”; éste giro lingüístico se traduce por “deber”. El tò dέon (to deon) traduce Betham con lo que es “justo y conveniente”. Ahora bien, justo y conveniente: ¿Para quién o para quienes? Obviamente para la sociedad en cuanto tal, es decir para todos (empleadores, empleados y beneficiarios). La sociedad es el fin del “deber ser” y el “deber ser” es la determinación más significativa del sentido de la vida humana, que es la felicidad. ¿Cuál es la fuente del “deber ser”? El deber ser o deber realizar lo que uno debe de realizar tiene su fuente en la “razón”, o como otros llaman en la “conciencia” de la persona. El imperativo categórico, que surge de la razón, incita al hombre a determinar siempre su voluntad por lo bueno y conveniente. En este sentido Kant afirma lo siguiente: “La razón pura es por sí sola práctica y da (al hombre) una ley universal que nosotros denominamos la ley moral… La ley moral es, por consiguiente, en él, un imperativo que manda categóricamente, porque la ley es incondicionada…”[11]. Aquí traemos a colación la figura de Antigona[12], quien tuvo que decidir por la ley de su conciencia o por la ley natural, que se contrapone a veces a la ley del estado o la ley positiva. Antígona sintió que debía obedecer a la ley moral, la cual surge de lo más profundo de su ser, antes que obedecer la ley de Creonte, o sea la ley del Estado. Ella prefirió someterse al imperativo categórico de la ley de la razón, quien sabía muy bien que estaba poniendo en mortal peligro su propia vida. Hasta hoy día se debate entre filósofos, teólogos y juristas el dilema entre la ley natural y la ley positiva, que inauguró Sófocles en su trilogía (Edipo Rey, Edipo en Colono y Antígona).

c) Valores    

Si bien es cierto el concepto valor es un concepto acuñado en el ámbito económico; o sea indica, groso modo, que todo bien tiene un plus, tiene un valor. El bien simplemente se valora. Este concepto pasó al campo filosófico y cobró una connotación trascendente. Los valores señalan a los hombres el horizonte; por eso los valores tienen connotaciones objetivas. Ellos son extrínsecos al hombre. “Dentro de la filosofía contemporánea, el valor expresa una región particular de entes objetivos, puros, irreales, pero que se dan a través de lo real”[13]. Los valores existen independientemente de la voluntad de las personas, están ahí en sí mismos. El siguiente ejemplo podría ilustrar el contenido de esta afirmación: La verdad. ¿Dónde está la verdad? La verdad está fuera de la persona, pero está constantemente atraída por ella. Entonces la verdad, en cuanto valor, ejerce un poder atractivo hacia la persona. Ella es la luz, cuya claridad permite “avizorarla” en el horizonte. Así sucede con todos los valores.

Otros pensadores afirman que los valores son totalmente subjetivos, es decir son intrínsecos a las personas. La siguiente postura nos devela esta realidad:

Los valores no existen sin el hombre que con ellos está en disposición de dar un significada a la propia existencia. El centro o el «lugar» de los valores es el hombre concreto que existe con los demás en el mundo para realizar su propia existencia. Las cosas adquieren valore en la mediada en que se insertan en ese proceso de humanización del hombre… Los valores no son solamente aquello que perite satisfacer una necesidad o un deseo, sino todo lo que permite al hombre realizar su existencia y darle un significado[14].

Como pudimos notar los valores no se dejan comprender con claridad y escurren de todo intento de aprehensión racional; sin embargo eso no significa absolutamente que ellos no existan, pues al contrario ellos son esenciales en vida del hombre. ¿Qué sería del hombre sin estos valores? ¿Podríamos imaginarnos una sociedad, sin valores?
           
d) Construcción de la ética profesional 
La vida del hombre nunca está totalmente hecha, pues constantemente él debe construir su propia vida. Esto significa, que la vida no es estable ni totalmente determinada, pues ella se va desplegando entre un abanico de posibilidades. Estando así la ética en cuanto actividad reflexiva y práctica abarca todas las dimensiones de la vida; por eso el profesional no sólo debe asimilar los principios fundamentales de la moral, sino él debe apropiarse de las normas prácticas de la ley moral. El profesional es una persona que está al servicio de la comunidad y, por eso, tiene inmediatamente una responsabilidad en relación al bien común. El profesional se encuentra al servicio del hombre; porque es consciente que el hombre es fin y no medio. Éste es un principio ético, el cual se sustenta sobre la dignidad humana como tal; puesto que la persona tiene un valor en sí y hay que respetarla. Reconocer el valor de la persona significa asumir su dignidad. Otro principio de la ley moral universal, que nos legó Emanuel Kant, reza así: “Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad, pueda valer siempre, al mismo tiempo, como principio de una legislación universal”[15]. Éste es un principio, que nos invita a asumir los valores en cada momento y en toda circunstancia de nuestra vida. Actuar bajo los mandatos de la razón, de la conciencia y no bajo los impulsos de los intereses particulares y grupales en detrimento a los intereses del otro, de los demás, de la comunidad. Obviamente la propuesta ética de Kant se constituye un desafío para nuestra cultura; porque nuestra mentalidad, la cual mantiene viva la costumbre, es otra; o sea nuestro código de comportamientos es diferente, nuestro modo de concebir los valores toma otra dirección. El paraguayo es propenso a todo tipo de soborno; esto es así porque su historia y su cultura le condicionan. Para él la ley no es la vía de solución de los problemas, sino el soborno. El soborno se manifiesta como la vía más rápida, como la más ventajosa económicamente hablando y como el más seguro; la ley o la jurisprudencia son lentas, caras e inciertas. El soborno está enraizado en la cultura paraguaya y sus consecuencias son inconmensurables. Estando así la formación en valores de los profesionales es necesaria y urgente. La formación estimula el cambio de pensamiento y la manera de concebir la realidad. La educación propicia la transformación de los hábitos o de la conducta práctica. Esta transformación es la meta de la formación en valores. Así no sólo se combate la vulnerabilidad profesional, sino se robustece las convicciones de las actitudes éticas del profesional. Éste debe ser íntegro como persona, debe ejercer su rol de ciudadano con autoridad y debe construir espacios o condiciones de posibilidades de vivencias de los valores morales en la sociedad. La asunción de los valores eleva la dignidad de las personas y conduce a la sociedad hacia la prosperidad y bienestar. Los recursos del Estado y los bienes en general son equitativamente utilizados. Los habitantes de la Nación se benefician de esos recursos de modo equilibrado, equitativo y sustentado.
  
  
Referencias bibliográficas

1. Aristóteles. Ética a Nicómaco. Obras. Aguilar. Madrid. 1973.
2. Betham. J. Deontología o Ciencia de la Moral. Librería de Malles y Sobrinos. Valencia. 1873.
3. De Angelis, J, L. Ontología. En Diccionario Filosófico. Espasa Calpe. Buenos Aires. 1952.
4. França, O. Introducción a la Ética Psicológica. Montevideo: Desclée, 1996
5. Hernández Baqueiro, A. (Comp). Ética Actual y Profesional. Thonson. México. 2006.
6. Gevaert, J. El problema del hombre. Introducción de la antropología filosófica. Ediciones Sígueme. Salamanca 1981.
7. Heidegger, M. Carta sobre el Humanismo.  Alianza Editorial. Madrid. 2006.
8. Kant, E. Crítica de la Razón Práctica. Ediciones Sígueme. Salamanca. 1994.
9. Nietzsche, F. Más allá del Bien y del Mal. Aguilar. Buenos Aires. 1974.
10. Zamorano García, E. Ética Profesional: El tercer cantero. Instituto mexicano de Contadores Públicos, A.C. Mexico. 2005.



[1] ethos (ήθός), e-thos (έqός). Por el momento hago esta distinción para comprender mejor la etimología de la palabra “ética”; la distinción está en la letra griega “η”, que es una “e” larga, ésta no existe en la fonética española; mientras que la letra “ε” es también una “e”, pero corta, es la letra que nos es familiar en español. Como usted ve, esa letra hace la distinción en el contenido del concepto.
[2]El termino -ethos- ήθός significa estancia, lugar donde se mora. La palabra nombra el ámbito abierto donde mora el hombre”. Heidegger,M. Carta sobre el Humanismo. P. 73. Ver Hernández Baqueiro, A. Etica Actual y Profesional. P. 15.   
[3] Nietzsche. Más allá del Bien y del Mal. P. 486. Este autor propone en esta obra y otras la liberación de los principios éticos y morales enseñados por Sócrates y Jesucristo, quienes instituyeron en el mundo occidental una moral de esclavo. Crea un prototipo de hombre: el Übermensch o el superhombre, que está justamente más allá del bien y del mal. El superhombre vive bajo el dominio de la voluntad de poder, que es su origen y su fin.  
[4] “L’etica è la scienza di quel che l’uomo debe fare per viviere como deve, per essere quel che deve diventare, affinché raggiunga il suo valore supremo, affinché realizzi nella sua natura quel che si presenta come la giustificacione della sua esistenza, ció verso cui e per cui egli esiste. In due parole: L’etica pe una sciencza categóricamente normativa”. Cfr. Joseph de Finance. Etica generale. P. 13. La traducción es mía. 
[5] Aristóteles. Ética Nicomaquea. Lib. I. Cap. 7.
[6] Hernández Baqueiro, A. Etica Actual y Profesional. P. 12.
[7] Ibidem. P. 15.
[8] França, O. Introducción a la Ética Psicológica. P.1.
[9] Ibidem. Cfr. También Zamorano García, E. Ética Profesional: El tercer cantero. 2005. P. 37
[10] Betham. J. Deontología o Ciencia de la Moral. P. 19.
[11] Kant, E. Crítica de la Razón Práctica. P. 50-51.
[12] Cfr Antígona de Sofocles.
[13] De Angelis, J, L. Ontología. P. 495.
[14] Gevaert, J. El problema del hombre. P. 190-191.
[15]Handle so, daß die Maxime deines Willens jederzeit zugleich als Prinzip einer allgemeinen Gesetzgebung gelten könne”. Cfr. Kant, E. Crítica de la Razón Práctica. P. 49.