miércoles, 25 de diciembre de 2013

FELIZ NAVIDAD

Navidad es un concepto que indica para la cultura occidental la conmemoración del nacimiento de Jesús de Nazaret. Si bien es cierto, que Jesús de Nazaret no nació el 25 de diciembre, sin embargo el aniversario se festeja en esta fecha. ¿Por qué? Cuando el cristianismo, esto es el catolicismo, fue reconocido oficialmente en el siglo IV como religión oficial del imperio romano, estando así la Iglesia católica cobró fuerza y poder. Gracias a este privilegió la Iglesia rápidamente sustituyó las festividades paganas en religiosas. En la antigüedad como ustedes sabrán el 25 de diciembre era el día más importante en todo el imperio romano, puesto que se festejaba al Deus sol invictus o el invencible dios de sol. Esta festividad guardaba relación con un fenómeno cosmológico, que cada año se repite. En el hemisferio norte, después del solsticio de invierno el día 25 de diciembre, el sol (o el día) vuelve a cobrar vigor sobre la noche; o sea el día crece y la noche va menguando. En el hemisferio sur sucede lo contrario, porque desde hoy mengua el día y crece la noche. Este proceso se dilatará hasta el 24 de junio y así sucesivamente…
            La Iglesia sustituyó la festividad del imperio romano con la del nacimiento de Jesús de Nazaret, que es el Cristo o salvador. El sol es la fuente de la claridad, es la luz que ilumina las tinieblas y Jesucristo alegóricamente hablando es la luz que ilumina el corazón de los hombres, es quien disipa la oscuridad de la mente del hombre.   
            Ahora bien más allá de las fechas, pues el acontecimiento, que se conmemora es algo insólito y desde todo punto de vista original. Los cristianos celebran el nacimiento del Niño-Dios o el Emmanuel. ¡Este es un gran milagro, puesto que es algo extraordinario! El Emmanuel o Dios con nosotros marca un hito en la historia humana, porque trajo consigo el evangelio (euaggelion), lo que no significa otra cosa más que la buena noticia. ¿Cuál es la buena noticia, que nos legó Jesús de Nazaret? Mensaje de paz, de esperanza y de amor (Cfr. Mt. 5, 1-11). Estos valores son esenciales para la vida del hombre y son correlativos con todos los otros valores, que sin los cuales el hombre no podría alcanzar una vida relativamente confortable. ¿Puede una persona gustar la paz, si no experimente mínimamente la libertad? ¿Puede una persona esperar efectivamente algo mejor, si ya no siente de cualquier modo u otro lo esperado en su vida? ¿Puede una persona alimentar la capacidad de amar, si tiene vivencia de injusticia y desigualdad? Esto significa que el hombre solamente despliega su condición de humanidad en un contexto o ambiente de libertad, de esperanza, de justicia, de igualdad y de amor. En síntesis el Evangelio de Jesús de Nazaret es el amor, porque en éste se condensa todos los valores. Con razón decía San Agustín de Hipona “ama y haz lo que quieras”. Quien ama jamás puede ser propiciador de disturbio, de codicia, de envidia, de soberbia, de explotación, de opresión, de tristeza, de dolor, de muerte etc; sino por el contrario instrumento de paz, de esperanza, de amor como recitaba San Francisco de Asís.
            La navidad es un momento o instante de introspección, de vida interior, de regocijo en aras de una profunda meditación sobre nuestra vida bajo la luz del AMOR. Dentro de esta perspectiva apreciados Directivos de la Universidad Tecnológica Intercontinental (UTIC) -Dr. Hugo Ferreira, Dra. Teresa Ramos de Ferreira, Lic. Daniel Ferreira, Vicerrectores, Decanos, Directores de Departamentos, Directores de Sedes, Funcionarios en general, Docentes y Alumnos- les deseo mis más sinceros augurios de paz, de esperanza y de amor. Así como el Emmanuel se encarnó en la naturaleza humana, podamos también nosotros tratar de encarnar en nuestras vidas cotidianas (familiares, laborales, sociales) la bondad, la responsabilidad, la libertad, la justicia, la igualdad. Esta actitud no sólo nos ayudará a mantener nuestros sueños e ideales en alto, sino, sobre todo, nos hará partícipe del proyecto revolucionario, inaugurado por Jesús de Nazaret. Estoy seguro, que de este modo contribuiremos más eficazmente con el crecimiento de nuestra gran familia, que es la UTIC, y fortaleceremos la esperanza de ver una sociedad paraguaya mejor, un país donde nuestros hijos y nietos puedan vivir mucho mejor que nosotros.

¡Feliz Navidad les desea!
Lic. Abelardo Montiel
Vicerrector Académico.


miércoles, 6 de noviembre de 2013

ÉTICA Y FORMACIÓN EN VALORES: DESAFÍOS PARA LA EDUCACIÓN SUPERIOR DEL PARAGUAY


Autor: Abelardo Montiel

ÉTICA Y FORMACIÓN EN VALORES: DESAFÍOS PARA LA EDUCACIÓN SUPERIOR DEL PARAGUAY

“El intelecto tiene un ojo agudo para los métodos y los instrumentos, pero es ciego para los fines y los valores. Por eso, no es extraño que esta ceguera se transmita de viejos a jóvenes y que constituya una sólida generación hoy en día”1. Albert Einstein.

RESUMEN
           
Ética y Formación en Valores: Desafíos para la Educación Superior del Paraguay es el tema que se desarrolla en este artículo. El Paraguay es un país pequeño, pero rico en recursos naturales, además posee poco habitantes en proporción a su dimensión territorial. El abordaje de este tema parte de la corrupción, una realidad que está arraigada en todo el tejido de la nación paraguaya. Se dilucida en este artículo, por un lado, el sentido etimológico de la corrupción y algunas de sus acepciones, y, por otro lado, muestra, por lo menos, cinco características de sus manifestaciones concretas. Hecha esta lectura sobre la patente realidad de la corrupción en nuestro país se analiza el fin de la educación paraguaya a los efectos de exponer un desafío al subsistema de Educación Superior; pues tal desafío radica en la ética y formación en valores; ahora bien la cuestión fundamental, que se presenta a la Educación Superior, es la formación integral del hombre. La Educación Superior en general se aboca a formar a los jóvenes profesionalmente y se descuida de otras dimensiones fundamentales del hombre. Si la Educación Superior no fomenta la formación integral del hombre, entonces la Educación Superior está en falta consigo misma, puesto que solamente hace hincapié en la formación profesional. De ahí la necesidad que tiene la Universidad o Educación Superior para volver a hurgar en las profundidades de las ciencias humanas, que proporcionaría a la nación inteligibilidad, actitud crítica, promoción de la moralidad y la ética. De este modo se puede intentar revestir la vil condición de la cultura corrupta, en la cual nos encontramos; pues la educación es la única vía para revivir los grandes ideales de los hombres y despertar en él la inquietud de buscar con responsablemente el sentido de su existencia. Es urgente replantear los principios más nobles de la moralidad y promover una permanente actitud reflexiva, la cual podría dar un horizonte diferente a nuestra nación.
           


I. INTRODUCCIÓN

¿Por qué la ética y la formación en valores se constituyen un desafío para la Universidad del Paraguay? Nuestro país es rico en recursos naturales y tiene una población relativamente pequeña, pero adolece bajo el imperio de la corrupción. Si bien es cierto que ninguna nación se escapa de este mal, pero las prácticas de corrupción en nuestra sociedad se constituyen como prácticas ordinarias. La corrupción está enraizada en la cultura, pero nosotros creemos que la educación tiene el poder para iniciar una revolución ética; ya que la corrupción bajo ningún sentido es buena para la sociedad, porque repercute en los más débiles. La conducta ética de toda persona es la centella de luz que disipa la oscuridad. Formar crítica-integral y éticamente al hombre es el gran desafío de las universidades en nuestro País. Nosotros buscamos reivindicar no sólo la importancia de las ciencias humanas, sino también afirmamos que la ética es inherente a la academia; la Universidad la descubre, la sistematiza, la enseña e insta a mantener siempre encendida en todos los ámbitos de la sociedad la llama de los principios morales; por eso sostenemos que las universidades son rectoras de aquellos principios.
Si bien es cierto, que la «ética» es un concepto frecuentemente utilizada en todo los ámbitos de la estructura social, sin embargo, no siempre esa expresión es bien comprendida y, por lo tanto, generalmente no viene apropiadamente empleada. Toda sociedad vivió, como nos señala la historia, dentro de una determinada costumbre bajo ciertos principios morales. Nuestra sociedad obviamente no es la excepción, puesto que sus principios morales desde sus orígenes se enraizaron en la misma cristiandad. Pretendemos demarcar etimológicamente el sentido de la ética y la moral, de modo que a partir de ahí pueda plantearse su originaria relación tanto con la moralidad como con los valores. Es conveniente afirmar que el concepto de ética que vamos a proponer guarda una estrecha relación con la moralidad, pero no se identifica con ella; lo mismo decimos respecto a los valores; la ética tiene mucho que ver con ellos, pero no son iguales. Ahora bien: ¿Dónde se aprende la ética y dónde inicia la formación en valores? ¿Cuál institución fomenta y vela por ellos? En general todas las instituciones; pero, sobre todo, las educativas y, por excelencia, las Universidades o las Instituciones de Educación Superior. Pero ¿Qué tipo de formación ofrece las universidades en nuestro País? ¿Cómo se combinan en los currícula la formación profesional y la formación integral? ¿No priorizan estos currícula la formación profesional en detrimento de la formación integral? ¿Qué sucede de las ciencias humanas? ¿Cómo puede la Universidad orientar la costumbre y la moralidad de la nación, si ignora las áreas de humanidades? ¿Cómo la Academia puede robustecer bajo la luz de la ética a la nación, si no se ocupa de la formación integral del hombre? ¿No es la academia el lugar dónde se aprehende, se afianza y se estimula los valores o han dejado las universidades cumplir ese rol? ¿Se introdujeron también las llamadas “crisis de los valores” en el seno de las Universidades?

II. CONCEPTO DE CORRUPCIÓN

La palabra «corrupción» es una expresión que de cualquier modo u otro nos resulta familiar; porque frecuentemente escuchamos ese término en el seno de nuestras instituciones. Incluso es común oír por los diferentes medios en nuestro ambiente social la atribución del calificativo «corrupto» a determinadas personas. Pero: ¿Qué es corrupción? Etimológicamente hablado la palabra, corrupción, proviene del sustantivo latino «corruptio, onis», el cual, a su vez, se entronca en el infinitivo «corrumpere». Veamos rápidamente las acepciones de este verbo, según el Diccionario Latino-español (1993): La primera tiene el significado de «destruir, aniquilar»; su segunda significación es «echar a perder» y la tercera «corromper y sobornar». Como podemos notar ninguno de estos significados son saludables, pues todos sus atributos son nocivos.
Debemos mencionar que la palabra corrupción es una realidad que, por un lado, indica el proceso de descomposición de una determinada realidad, generalmente de índole biológica. Así decimos que una fruta está en proceso de descomposición, el cual se denomina con el de podredumbre; lo mismo decimos que un determinado cuerpo (animal o humano) está en proceso de descomposición, o sea de putrefacción. La realidad de la putrefacción se capta a través del olfato. La putrefacción huele fétido, hediondo y, por consecuencia, pestilente. Por otro lado si nosotros investigamos a fondo el concepto «corrupción», pues entonces encontraremos varias definiciones o descripciones sobre él, pero todas esas, sin margen de error, coincidirán en un punto neurálgico, que es la perversión. Tanto el sustantivo corrupción como la perversión no son amigables, sino, todo por el contrario, son absolutamente perjudiciales desde todo punto de vista. Ahora bien consideremos algunas definiciones de la corrupción. La Real Académica la define por “acción y efecto de corromper”2. Esta definición no se aparta de su sentido etimológico, pues asume totalmente su sentido y contenido fétido y pestilente. La corrupción llevada al plano moral, esto es, en el plano propiamente espiritual y práctico; aquí acuñamos el adjetivo espiritual, porque no debemos de olvidar, que la perversidad se gesta, nace, germina y crece a priori, es decir en la mente del hombre y se determina a posteriori, es decir externamente. Esta perspectiva viene reforzada con la postura de Barcia (1960): “Corromper es la acción de mudar de bien a mal los principios, las inclinaciones, los sentimientos y la conducta de cualquiera persona”. El contenido de esta definición apunta eminentemente a la dimensión moral de las personas. Acontece en la persona tal cual sucede a una manzana, ésta al madurar no sólo se torna atractiva a los ojos, sino también sabe deliciosa, pero pasado unos días, esa misma manzana comienza a sufrir el proceso de descomposición y pierde tanto su atractivo visual como su sabor al paladar; una persona relativamente madura e integra tiene la capacidad para mantenerse firme sobre sus principios y valores, así también puede resistir a las acechanzas de las tentaciones por sus convicciones, sin embargo cada persona es susceptible a las inclinaciones y está también dentro de sus posibilidades más originarias bajar la guardia y ceder a las seducciones mentirosas, injustas, deshonestas; es decir puede aceptar las propuestas de sobornos. Siendo así se apaga dentro de sí la luz y disminuye su potencialidad, la cual está provista de los buenos principios y valores, que hacían de ella una persona honesta, honorada y honrada. El Hombre es poder ser como afirmaba Heidegger (1998):

El ente al que en su ser le va este mismo se conduce relativamente a su ser como a su más peculiar posibilidad. El «ser ahí» es en cada caso su posibilidad, y no se limita «tenerla» como una peculiaridad, a la manera de lo «ante los ojos». Y por ser en cada caso el «ser ahí» esencialmente su posibilidad, puede este ente en su ser «elegirse» a sí mismo, ganarse, y también perderse, o no ganarse nunca, o sólo «parece ser» que se gana. Haberse perdido y aún no haberse ganado sólo lo puede en tanto es, por su esencia misma, posible «ser ahí» «propio», es decir apropiado por sí mismo y para sí mismo3. P. 54-55.

Cuando Heidegger habla de un tal «ser ahí», él se está refiriendo a la existencia humana en cuanto tal, o sea al hombre. Éste tiene en sus manos la sublime posibilidad, esto es la libertad, de “elegirse” constantemente a sí mismo o de lo contrario optar por perderse, o no “ganarse nunca”. Vale decir el hombre es autentico o in-auténtico. Esta es la condición ontológica del hombre, por lo tanto debe éste escoger continuamente los valores, que se tornan horizontes en su vida; o por el contrario olvidarse de sí mismo y vivir bajo la presión de sus in-autenticidades y anti-valores.

III. MANIFESTACIÓN DE LA CORRUPCIÓN EN LA SOCIEDAD PARAGUAYA

Ahora es pertinente centrar nuestra atención brevemente en las consecuencias de la corrupción y para tal fin nos planteamos la siguiente cuestión: ¿Cuáles son los impactos más relevantes de la corrupción?

III. 1. Pobreza e indigencia
“Paraguay es un País rico en recursos naturales” habíamos afirmado en la introducción de este artículo, esta afirmación es una realidad, que se nos presenta de “forma clara y distinta” como diría Descartes; vale decir tenemos tierra fértil, flora, fauna, recursos hídricos, dos grandes represas hidroeléctricas etc. Con estos recursos Paraguay tendría que haber sido un país catalogado del “primer mundo”, en el cual se tendría que haber obtenido un estándar de calidad de vida alto de todos sus habitantes, que no superan, dicho sea de paso, los siete millones de personas; sin embargo Paraguay es considerado uno de los países más pobre en la región de América Latina. Basta mirar el informe presentado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (2012-13: 89) para cerciorarnos de nuestra vergüenza, pues según el mencionado informe Paraguay tiene 49% de pobres e indigentes. ¡Esta cifra es alarmante en un País como el nuestro! Estando así, pues, este porcentaje de pobreza e indigencia en nuestro País es un claro efecto de la corrupción. Quizá sea la más fehaciente manifestación de la corrupción dentro de nuestra sociedad. Estando así casi la mitad de los paraguayos vive mal y en condiciones desfavorables. La dignidad de la mayoría del hombre paraguayo está pisoteada. El 49% de pobres e indigentes trasluce la abismal desigualdad social, y, por consecuencia, la injusticia social; por eso no es necesario ahondar mucho en los estudios sociológicos para percatarnos de la angustiante situación de millones de compatriotas, que no pueden acceder a un puesto de salud y, por ende, mueren, algunos precozmente, otros por enfermedades, que podrían haberse tratado sin mayores inconveniencias. Además la falta de fuente de trabajo agobia no sólo a jóvenes, sino también a miles de familias. Jóvenes que se ven abrumados por la poca posibilidad son impulsados a la explotación, a la delincuencia, a la prostitución etc.

III. 2. Percepción de la corrupción en el Paraguay
Me gustaría mostrar a continuación el resultado de estudio acerca de la percepción de corrupción de Paraguay, que justifica lo que venimos manifestando. Partimos de la premisa, que ninguna nación está exenta de las prácticas de corrupción, sólo que en nuestro país esas prácticas son pronunciadas y, pareciera ser, que están enraizadas dentro de la cultura misma. Esta situación viene reflejada en el informe sobre corrupción, publicado el año pasado por Indice de Percepción de Corrupción (2012). Transparencia Internacional (TI). Según esta estadística Paraguay se encuentra en “el puesto 150 de 176 países encuestados”. Este número nos coloca entre los países más corruptos del planeta y segundo país, después de Venezuela, más corrupto en América Latina. Estos resultados dejan muy mal parados a nuestra nación, pero reflejan nuestra realidad. ¿Qué estamos haciendo para revertir esta situación? ¿Cómo las Universidades están afrontando esta realidad? ¿Qué mecanismo o estrategias están siendo promovidos por las universidades para aplacar este flagelo social? ¿Podemos confiar en el sistema judicial de nuestra nación? ¿Qué comentario nos merece el despilfarro, el prebendarismo, el amiguismo dentro de la cultura de los partidos políticos? ¿Qué actitud tomar ante el sistema tributario? ¿No se destina el 95% de la recaudación de impuesto para pagar salarios de los empleados públicos?

III. 3. El derecho a la Educación y el analfabetismo
Otro impacto vergonzoso de corrupción en nuestro país es el analfabetismo. El Ministerio de Educación y Cultura no está llegando todavía a alfabetizar a una gran cantidad de paraguayos, pese que en nuestra carta magna y otras leyes está claramente expresado el derecho de la educación. La educación es imprescindible en la vida del hombre, ya que está en la base, como nos dice la Reforma Educativa: (2002: 30), del “bienestar social y cultural de los pueblos”4, por esta razón la educación se constituye ineludiblemente para cada persona (Idem. 2002:30) “un derecho y un deber de básica y fundamental exigencia”5. Ningún Paraguayo debe renunciar a su educación, pero lamentablemente nuestro sistema socio-económico, político-cultural deja fuera de sí a muchos compatriotas; de este modo este sistema no sólo les obliga mantenerse al margen de la posibilidad de la Educación, sino también les condena a la miseria; por eso es necesario (Idem. 2002:31) “reconocer la declinación y pobreza del sujeto histórico a cuya formación nos abocamos” a los efectos de elevar la condición de vida de ese sujeto. Estando así el hombre paraguayo debe ser consciente que la educación es un valor irrenunciable, puesto que sólo a través de ella él puede sentirse y concebirse como persona libre, responsable, digna etc. El documento de la Reforma Educativa (2002: 31) insta en este sentido recuperar la autoafirmación y autoestima del hombre paraguayo: “es necesario que cada mujer y hombre que vive en el Paraguay vuelva a descubrirse -sea niño, joven o adulto-como una riqueza personal incanjeable, sujeto activo de su propia formación, en relación estrecha y solidaria con su pueblo”. ¿Qué significa volver a «descubrirse»? Volver a tomar conciencia de su condición de hombre, volver a sentirse digno de ser respetado, escuchado, creído, reconocido etc., volver a soñar con la libertad, con el bienestar, con el confort, con la justicia y con la democracia, volver a creer en sus aptitudes, capacidades y habilidades. El re-descubrimiento prepara al paraguayo para ir más allá de una visión negativo-cuasi-fatalista de sí mismo. Nuestro documento (2002: 32) expresa que “el hombre paraguayo del presente aspira, con vehemencia, a superar la condición gregaria6 y dejar los modos obsecuentes de vida que se hicieron costumbre”. Estando así la educación es conditio sine qua non para la formación personal en pro de la madurez humana7. La educación exterioriza las potencialidades de las personas y motiva de modo constante no sólo el cambio de la conducta personal, sino también tiende a la transformación socio-política y cultural de toda una Nación8.
Contrariamente a nuestras normativas legales acerca de la Educación la última estadística sobre la situación del analfabetismo en América Latina, Información de Tendencias Educativas en América Latina -SITEAL- (2012), menciona que Paraguay posee un promedio de 12% de analfabetos. A esta estadística sumamos los resultados de la Dirección General de Estadística, Encuesta y Censo DGEEC (2012:15), que, dicho sea de paso, tampoco son alentadores respecto al analfabetismo; ahí se concluye que el 3, 8% de varones es analfabeto y 5, 3% de mujeres es analfabeto, por ende, suman un un total de 9,1%. Estos datos obviamente son poco alentador para nuestro país. A más de estos porcentajes de analfabetos no debemos olvidar también de los analfabetos funcionales; y cuando hablamos de analfabetos funcionales nos estamos refiriendo a profesionales egresados universitarios, que no han desarrollado competencias genéricas, como por ejemplo: Lecto-escrituras, críticas, interpretativas etc.

III. 4. Administración de la justicia
El sistema judicial en nuestro país es débil desde el punto de justicia, puesto que la “justicia” en el Paraguay está al servicio de los ricos; el pobre no encuentra cabida dentro de esa instancia del Estado. Los ricos delincuentes, narcotraficantes, mafiosos viven más allá del bien y del mal y como son poderosos económicamente compran en un santiamén a los “administradores de la justicia”. Mendonca (2005) revela esta situación con las siguientes expresiones:

En cualquier caso, por las razones que fueran, el resultado suele ser, excepto pocas y contadas excepciones, la impunidad. La impunidad tiene un efecto enormemente destructivo sobre la cultura social de la comunidad. Cuando el sistema punitivo es ineficaz, el ciudadano aprende rápidamente que conviene transitar los caminos de la ilegalidad. Asume que puede tratar de superar los problemas que enfrenta por sus propios medios, al margen de las normas. Y cuando la ineficacia penal se manifiesta en la falta de condena por actos ilícitos de los principales dirigentes políticos o económicos de la sociedad, sospecha que vale la pena comportarse de igual modo, si no quiere verse excluido del proceso político, económico o social. P. 7.

Nuestra “justicia” es pervertida. ¿Dónde se “formaron” y se “forman” aún los administradores de esta “justicia”? ¡En las Universidades! ¿Cómo se podría subsanar este problema? Pues Las convicciones éticas y un sistema judicial genuino administrador del derecho y de la justicia mejorarían el estilo de vida de miles de los paraguayos.

III. 5. La corrupción y los mass media (medios de comunicación de masa)
La corrupción hunde sus raíces en todos los estamentos del país, sean estos de carácter público o privado, confesional y no confesional. Los mass media son grandes entidades o empresas, que se ocupan de administrar las informaciones más relevantes de todos los ámbitos de la vida social. Estas empresas buscan, procesan y publican informaciones de todas índoles a través de sus respectivos periodistas o comunicadores sociales y recaudan una gran cantidad de dinero mediante los anuncios publicitarios. Los mass media son considerados por esta razón el “cuarto poder”, puesto que se adhieren a los tres poderes ordinarios del Estado. El poder de los mass media se centra especialmente en la investigación periodística y la publicación de su resultado. Las informaciones, que la prensa recaba y procesa, no siempre son de buenos o de malos augurios. Algunas informaciones son alentadoras dependiendo de su naturaleza para toda la ciudadanía o para un grupo de personas o para una persona en concreto; sin embargo puede constituirse también en amenazas y peligros para muchas entidades, corporaciones, grupos de personas o una persona que actúan fuera de la ley o que simplemente practican algún tipo de delincuencia. Estos medios de comunicación incluso resultan amenazantes para los poderes del Estado.
Los mass media ejercen un poder singular dentro del tejido social, si bien es cierto que ellos no posen directamente poder punitivo; sin embargo esa atribución le viene por su capacidad de administrar la información acerca de determinada realidad indebida o corrupta de cierta entidad-persona. Los mass media ponen a disposición de la ciudadanía informaciones comprometedoras, que podrían ser punibles y de esta manera la ciudadanía crea una opinión sobre esa entidad-persona y se le cataloga inmediata e indefectiblemente como corrupta. No cabe duda que ellos ejercen también una fuerte presión sobre cualquier entidad-persona ante la justicia; en este sentido instan al sistema del poder judicial tomar carta en el asunto, o sea que investigue, que clarifique y que castigue al malhechor. He aquí una de las nobles funciones sociales y patrióticas del periodismo; sin embargo no siempre los mass media actúan de ese modo, ya que ellos, como dijimos arriba, son grandes empresas que mueven un gran caudal económico, por lo tanto, ellos también están inmersos en el mar de los intereses. De esto hacen referencias algunos resultados de la encuesta aplicada a 225 periodistas paraguayos de todo el país en el marco de una “evaluación de su formación, capacitación, percepciones y preocupaciones”, la cual fue dirigida por el Centro de Prensa Internacional (IMC) de la Universidad Internacional de la Florida (2003)9.

¿Existe una lista negra? «Sí, de empresarios o políticos que tienen amistades o intereses en común con el dueño… También hay temas que le interesan al dueño, a los que se les da un tratamiento especial… Hay personas sobre los cuales no podemos escribir porque tu jefe inmediato superior recibe dinero de ellas.
           
El resultado de esta investigación nos delata con esas expresiones los intereses, que poseen los dueños de los mass media; estos intereses personales y asociados obstaculizan el trabajo del periodista, porque éste se siente condicionado por sus jefes-dueños. En este contexto la libre expresión se convierte en mito. Ante esta situación los periodistas, cuya actividad está al servicio de esas empresas de mass media, abren solamente uno de sus ojos para ver ciertas realidades irregulares, mientras mantienen cerrados el otro para no ver las irregularidades inmediatas de su entorno profesional. En este sentido el Premio Nobel de la Paz, Sean Macbride (1995. P. 48) citando a Herbert Beuve-Méry advierte sobre la difícil situación de los periodistas, que deben lidiar entre la sana y “objetiva” información y el poder: “Sin infringir el marco legal, los periodistas deben saber cómo resistir a las presiones, los favores y los honores astutos, y por supuesto a los sobornos. Los comunicadores sociales de nuestros medios son vulnerables a las presiones económicas, favores, sobornos etc., porque, quizás, debilitaron su moralidad, sus honorarios son insuficientes, avidez de tener; por esta razón los mass media deben fortalecer más su identidad, misión principal para ejercer su poder con autoridad moral. Pues estando así necesitan realizar autocríticas a su praxis. Varios de los dueños de estos medios y sus comunicadores, salvo excepciones, están involucrados en algunos negocios fraudulentos y delictivos. En este sentido traigo a colación traigo a colación otra declaración de un periodista encuestado, recabado por el Centro de Prensa Internacional (IMC) de la Universidad Internacional de la Florida (2003):

El mayor problema es la corrupción… Considero que el 80 por ciento de mis colegas son corruptos, ya sea directa o indirectamente. La ética periodística es muy poco común, ya que los ejecutivos y los dueños de los medios de prensa están relacionados con políticos y gente de negocio que les ofrecen anuncios o influencias, lo cual perjudica la objetividad de la cobertura noticiosa.

En esta frase aparece una crítica a los comunicadores en general, pues la afirmación es muy fuerte y convendría que los comunicadores vayan fomentando la autoridad moral para poder orientar y formar a la opinión pública, pues esto es importante, porque no se puede juzgar siendo a la vez delincuente. Reforzando a esta situación traemos a colación, la nota que unos años atrás fuera publicada por Clarín, conocido periódico argentino, que reza así:

“El gobierno del ex presidente Nicanor Duarte habría “invertido” 13 millones de dólares para “anestesiar” a periodistas y medios de comunicación del Paraguay en los últimos 20 meses de su gobierno. El dinero sería de la represa hidroeléctrica paraguayo-brasileño Itaipú”10.

 No se trata de un simple soborno, no se trata de recibir unos millones para realizar una entrevista a determinada persona, o para dar una buena referencia de ciertos personajes; sino más bien de un poder del Estado como el Ejecutivo comprando a los mass media y, por consecuencia, a sus periodistas para tergiversar las informaciones o simplemente callar ciertas verdades, que podrían incriminar a los responsables directos del poder, en este caso, al mismo mandatario. El dinero provenía de Itaipú, es decir era dinero del pueblo, de nosotros. ¿Cuántas estructuras edilicias para escuelas se podrían haber levantado por ese dinero? ¿Cuántas estructuras edilicias para la salud pública se podrían haber construido por ese dinero? ¿Cuántos equipamientos de salud se podrían haber comprado por ese dinero? ¿A cuantos jóvenes se podrían haber beneficiado con becas para formarse en el extranjero por ese dinero?
En estos últimos años es sonado el caso de Jorge Torres, conocido periodista de nuestro medio, a quién se atribuye acciones irregulares:

Las numerosas deudas contraídas y el pago de otras, así como los múltiples gastos del investigador (Jorge Torres) no podrían justificarse con sus ingresos, según las fuentes. Además, en el mejor de los casos, un periodista con tantas cuentas es sumamente corruptible. Por eso, se decidió dejarlo de lado11.

Ante estas demandas y otras similares, vale la pena rescatar el pronunciamiento realizado por el Foro de Periodistas Paraguayos en el que expresa: 12.  Los mass media como cuarto poder podría ayudar a minimizar el flagelo de la corrupción con una firme política de investigación periodística, con informaciones reales, “objetivas”, menos sensacionalistas, y, que sus intereses informativos sean los de todos los paraguayos y no solamente de los suyos propios.

IV. FIN DE LA EDUCACIÓN Y LA MISIÓN DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR

El fin esencial de la educación es, según nuestra Constitución Nacional es:

El Desarrollo pleno de la personalidad humana y la promoción de la libertad y la paz, la justicia social, la solidaridad, la cooperación y la integración de los pueblos; el respeto a los derechos humanos y los principios democráticos; la afirmación del compromiso con la patria, de la identidad cultural y la formación intelectual, moral y cívica, así como la eliminación de los contenidos educativos de carácter discriminatorio.

El desarrollo pleno obviamente está expresado en el sentido de la formación integral. El sistema educativo de nuestra nación y el subsistema de la Educación Superior persiguen la formación integral del hombre en cuanto tal. Ahora bien ¿qué significa formación integral y para qué se debe buscar la formación integral? Para dilucidar sobre los contenidos básicos de la Educación Integral es necesario describir brevemente las dimensiones esenciales del hombre en cuanto tal. Nosotros sabemos que la persona es un ser complejo, pero, a su vez, es un ser simple, cuya estructura se basa en un centro, en un yo. Esto significa que la persona es una e indivisible, pero que se manifiesta de manera compleja. La complejidad indica diversidad y multiplicidad de elementos coexistentes en la vida del hombre. La persona es un ser socio-cultural, ser espiritual-transcendental, ser físico-corpóreo, ser afectivo-racional, ser ético-ecológico13 etc. La educación no sólo debe conocer esos elementos esenciales de la vida del hombre, sino, sobre todo, debe abordarlos, enfrentarlos y formarlos. Estando así la Educación Integral implica una atención especial a aquellas dimensiones sustanciales del hombre, por lo tanto, ella debe proporcionar confort y bienestar a las personas, a la comunidad y a la nación.
Las Instituciones de Educación Superior responden a una necesidad concreta de la sociedad paraguaya; porque el Paraguay urge contar dentro de su seno con profesionales, quienes con sus desempeños coadyuven en el crecimiento de la nación. Sin embargo percibimos que las instituciones educativas, salvo excepciones, reducen la formación de los jóvenes a su dimensión técnica. Por ejemplo un contador universitario maneja con cierta solvencia su profesión, porque fue preparado técnicamente para desempeñarse en ese ámbito; sin embargo ese profesional poco o nada adquirió formación de índole humana; o sea los planes de estudios de estas carreras profesionales, sean éstas de ciencias contables, o informática cuentan con muy pocas asignaturas del área de humanidades, como por ejemplo, la sociología, psicología, la antropológica y filosofía, por lo tanto, se desarrolla poco, para no decir nada, en las aulas aquellas dimensiones, que orientan el principio de la “formación integral del hombre” y apuntan al “desarrollo pleno de la personalidad”. Estas áreas del saber humanas estimulan a la persona a la introspección, a la vida interior, y le invita constantemente a buscar y encontrar sentido a su existencia. Esta idea viene reforzada el preámbulo de la Constitución de la UNESCO, en el cual encontramos la siguiente posición: “Puesto que las guerras nacen en las mentes de los hombres, es en las mentes de los hombres que deben erigirse baluartes de paz”. La cultura de la honestidad, de la paz, de justicia requiere muchas meditaciones para que esos valores puedan cundir en la mente de las personas y puedan transparentarse en las praxis dentro de las instituciones familiares, educacionales, empresariales etc. La antropología y la filosofía no sólo estimulan a las personas a asumir los valores morales, sino, sobre todo, fomentan la actitud crítica y una cultura más favorable para la igualdad, desarrollo y confort.
No debemos olvidar que la Universidad es el «domus natural», en el cual no sólo se afianza, se aprende, se afina, se comparte, se promueve, se cuestiona, se examina las intuiciones, el conocimiento, el saber en sí, sino también se aprecian, se aprehenden y se asumen los principios morales en la actitud ética. No debemos perder de vista el rol originario de la Universidad, el cual es la formación en valores. La ética le va intrínsecamente a la Universidad; esto significa que la ética no debe serle extraña; porque cuando la ética le resulta extraña a la Universidad, ésta debe ser cuestionada en su esencia; será una institución, pero precisamente no una institución Universitaria. En este sentido ya habíamos afirmado en otro artículo que:

La ética es inherente a la académica, por consiguiente a la Universidad; la ética no le adviene de ningún lado, pues ella la descubre, la sistematiza, la comparte, la propone, la enseña e insta permanentemente mantener siempre encendida en todos los ámbitos de la sociedad la llama de los principios éticos y morales; incluso en este sentido podemos afirmar que la Universidad es la fuente y rectora de aquellos principios14.
                                  
V. LOS VALORES Y LA ÉTICA

Si bien es cierto el concepto valor es un concepto acuñado en el ámbito económico; o sea indica, groso modo, que todo bien tiene un plus, tiene un valor. El bien simplemente se valora. Este concepto pasó al campo filosófico y cobró una connotación trascendente. Los valores señalan a los hombres el horizonte; por eso los valores tienen connotaciones objetivas. Ellos son extrínsecos al hombre. De Angelis, J, L. (1952: 495) dice al respecto: “Dentro de la filosofía contemporánea, el valor expresa una región particular de entes objetivos, puros, irreales, pero que se dan a través de lo real”. Los valores existen independientemente de la voluntad de las personas, están ahí en sí mismos. El siguiente ejemplo podría ilustrar el contenido de esta afirmación: La verdad. ¿Dónde está la verdad? La verdad está fuera de la persona, no está dentro de ella, sin embargo ella está constantemente atraída por ella. Entonces la verdad, en cuanto valor, ejerce un poder atractivo hacia la persona. Ella es la luz, cuya claridad permite “avizorarla” en el horizonte. Así sucede con todos los valores.
Otros pensadores afirman que los valores son totalmente subjetivos, es decir son intrínsecos a las personas. Gevaert, J. ( 1981) nos presenta la siguiente posición:

Los valores no existen sin el hombre que con ellos está en disposición de dar un significado a la propia existencia. El centro o el «lugar» de los valores es el hombre concreto que existe con los demás en el mundo para realizar su propia existencia. Las cosas adquieren valor en la mediada en que se insertan en ese proceso de humanización del hombre… Los valores no son solamente aquello que permite satisfacer una necesidad o un deseo, sino todo lo que permite al hombre realizar su existencia y darle un significado. P. 190-1.

Los valores se captan y se asumen en la mente del hombre, así como nos presenta Gevaert; es decir son subjetivos; de esta perspectiva subjetivista de los valores se apropió también la UNESCO como pudimos ver más arriba.
A parte de esta posición subjetivista y objetivista de los valores, pues también existe una tercera posición; que defiende la idea de la intersubjetividad de los valores. Los valores se asumen en la medida que se comparten. El compartir es un atributo que le compete solamente a las personas; por lo tanto los valores se aprehenden inter-actuando con los demás, es decir los valores aparecen y se desarrollan inter-comunicativamente con las personas.
Notamos que los valores no se dejan aprehender con claridad y facilidad, escurren de todo intento de comprensión racional; sin embargo eso no significa absolutamente que ellos no existan, pues al contrario ellos son esenciales en la vida del hombre. ¿Qué sería del hombre sin los valores? ¿Podríamos imaginarnos una sociedad, sin valores?
La ética proviene del griego: ethos (ήθός), e-thos (έθός)15. La primera expresión tiene, por un lado, el sentido de estancia o morada16, lugar o espacio en el cual la persona se halla inmediatamente conectado con las cosas elementales. La casa es familiar a la persona, porque ahí nace, crece y se desarrolla. El seno familiar se constituye la escuela por excelencia dónde el niño forma su carácter y aprehende valores. En segundo lugar ethos (ήθός) adquiere la significación de carácter, puesto que el hombre forma su individualidad, esto es su impronta particular, y su personalidad en el hogar. El segundo concepto e-thos (έθός) tiene el sentido de habito y uso; y tiene el sentido fundamental de costumbre.
El concepto e-thos (έθός) se identifica con el sustantivo mos, moris latino. El término “mos” latino se traduce en español por moral. De ahí que e-thica y moral significan costumbre. ¿Qué significa costumbre? Esta expresión denota modo de ser de una persona, familia, comunidad o nación. La costumbre refiere entonces a los elementos particulares, que distinguen una nación de otra. Cada nación posee una impronta peculiar de su modo de ser, a la que llamamos cultura. Notamos que los conceptos “ethica” y “e-thica” fundamentalmente no se distinguen uno de otros. En la palabra costumbre existe un modo de ser particular, que es el carácter (ethica); y éste a su vez es el elemento diferenciador de una determinada costumbre (e-thica) de otra. En síntesis decimos, que la expresión ética se refiere al concepto de morada, en la cual uno se halla inmediatamente, y desde donde uno forma su carácter y de este modo crea una determinada costumbre. Nosotros, de ahora en más, utilizamos la palabra “ética”, acuñada en la lengua española, cuyo contenido ya asume las dos significaciones analizadas.
La ética en cuanto saber está enraizada en el campo de la filosofía; o sea la ética pertenece a la región del saber filosófico. El objeto de estudio de la filosofía es amplio y variado. La Antropología es uno de sus objetos. La Antropología filosófica se ocupa de comprender al hombre en cuanto tal y para ese fin escruta su estructura básica (espiritual, física y cultural) para ahondar en sus dimensiones fundamentales. El hombre tiene una estructura psíquica-espiritual que comprende la zona de las emociones, de los sentimientos, de las pasiones, de las operaciones racionales-intelectivas, e incluso posee una estructura física bien determinada.
El carácter es inherente al hombre, pues en este sentido la ética se constituye como una estructura esencial de él, por esta razón el hombre no puede vivir más allá del bien y del mal17. El hombre necesita un horizonte hacia adónde dirigir su vida, requiere de principios y de valores para su realización personal y social. El hombre aprecia el bien y tiende, aunque no siempre consigue, evitar el mal. Nos dice De Finance, J. (1967):

La ética es la ciencia de aquello que el hombre debe hacer para vivir como debe, para ser aquello que debe devenir, a fin que entre en contacto con su valor supremo, a fin que realice en su naturaleza aquello que se presenta como la justificación de su existencia, es decir hacia aquello y por aquello él existe. En dos palabras: La ética es una ciencia categóricamente normativa18. P.13.

De Finance es un filósofo cristiano-católico y pertenece a la corriente neo-tomista; entonces su sugestión es clara, porque está condicionada y determinada por la fe. Vale decir la fuente de dónde emana la ética es Dios y, al mismo tiempo, su finalidad última es nuevamente Dios. Esta perspectiva no es absolutamente descabellada desde la cosmovisión cristiana en general. Además se conecta perfectamente con la visión finalista de la tradición ética de Aristóteles. Pues según éste filósofo el hombre tiene hacia bien, que es la felicidad. Si algo busca real y afanosamente el hombre, ese algo es la felicidad. El hombre por naturaleza quiere ser feliz. Aristóteles dice en su gran obra Ética Nicomaquea. Lib. I. Cap. 7 en cuanto sigue:

“…el bien perfecto es el que debe siempre poseerse por sí mismo y no por una razón ajena a él. Este bien parece ser, en primer lugar, la felicidad. La buscamos, en efecto, siempre por sí mismo y nunca por otra razón ajena a ella misma… la felicidad es algo completo y se basta a sí misma, por ser el fin de nuestra actividad”.

La ética como reflexión práctica orienta al hombre hacia la felicidad.
¿Cómo definimos la moral y la ética? La moral es, según Hernández Baqueiro (2006:12), un “conjunto de principios, preceptos, mandatos, prohibiciones, permisos, patrones de conductas, valores e ideales de la vida buena que, en su conjunto, conforman un entramado más o menos coherente, propio de un colectivo humano en una época histórica determinada”. La ética, sin embargo, es una reflexión práctica sobre la moral, porque los principios, preceptos, normas etc., no siempre son puros, sino están viciados de malicias e injusticias. De ahí se deduce que el objeto de estudio de la ética es el bien y el mal. En este sentido nos sigue diciendo el citado autor:

La tarea principal de la ética es analizar y evaluar las normas y los códigos morales, precisamente aquellos que, impuestos por convenciones, nos obligan a realizar ciertas conductas o a evitar otras, sin que exista ningún aparato de Estado que vigile su cumplimiento, sin que la sociedad sancione al sujeto que se comporta fuera de los lineamientos de la moral, puesto que solamente el propio individuo se reprocharía haber actuado de modo contrario a la moral. P. 15.

VI. CONCLUSIÓN

La ética en cuanto disciplina filosófica pone en tela de juicio las prácticas habituales de las personas en la sociedad, escudriña los fundamentos de los principios morales y vela en todo momento por lo que es propiamente humano o por la dignidad de las personas. ¿Cómo la Universidad llevará a cabo esta misión, si ella descuida las ciencias humanas, sobre todo, la filosofía? El desafío de las Instituciones de Educación Superior radica fundamentalmente en la promoción del “desarrollo pleno de la personalidad” y, por ende, de la formación integral. Varias universidades de nuestro país necesitan rever y replantear sus respectivas mallas curriculares e introducir dentro de ellas más asignaturas de humanidades, de modo que los jóvenes tengan la posibilidad de meditar y reflexionar sobre las aspiraciones más sublimes de su condición humana. Este cometido logrará las Universidades solo si ellas no pierden de vista su esencia, que como expresa el termino “universitas” debe impartir saberes de carácter universal, vale decir que satisfaga las dimensiones fundamentales del hombre; pues como podemos notar el sentido de “universitas” va contra toda tendencia reduccionista de la educación.
Si el fin de la educación es el “desarrollo pleno del la personalidad” y, a la vez, la formación y promoción de valores: “Libertad, paz, justicia, solidaridad”; entonces por qué en nuestro país hay tanta corrupción ¿Es la Universidad responsable también de la imperante corrupción en nuestra sociedad? ¿Están las Instituciones de Educación Superior manteniendo el status quo de la situación global de la sociedad paraguaya? ¿Existe alguna estrategia, que pone en acción las universidades para disminuir la corrupción? ¿No deberían las Universidades evaluar sus currícula a la luz de la necesidad de la formación en valores de nuestros jóvenes y, por ende, nuestra sociedad? Los desafíos son patentes para la Institución de Educación Superior en nuestro país, sin embargo no solo de ella depende obviamente el mejoramiento de nuestra nación, puesto que esa se enraizó en nuestra sociedad hasta tal punto, que adquiere el calificativo de cultura de corrupción. El combate contra la corrupción inicia en la interioridad de cada persona individual, porque ahí aparecen y maduran los valores; éstos se exteriorizan primordialmente en el seno familiar y, por ende, en el ámbito de todas las actividades humanas. Los valores marcan el horizonte de las aspiraciones de la vida y, por eso, dan sentido a la existencia.

NOTAS REFERENCIALES

1 Einstein, A. La meta de la existencia humana. P. 141.
2 Corrupción. En el Diccionario de la Real Academía de Lengua Española.
3 Das Seiende, dem es in seinem Sein um dieses selbst geht, verhält sich zu seinem Sein als seiner eigensten Möglichkeit. Dasein ist je seien Möglichkeit und es “hat” sie nicht nur noch eigenschaftlich als ein Vorhandenes. Und weil Dasein wesenhaft je seine Möglichkeit ist, kann dieses Seiende in seinem Sein sich selbst “wählen”, gewinnen, es kann sich verlieren, bzw, nie un nur “scheinbar” gewinnen. Verloren haben kann es sich nur und noch nicht sich gewonnen haben kann es nur, sofern es seinem Wesen nach mógliches eigentliches, das haisst sich zueigen ist” Cfr. Heidegger. M. Sein und Sein. P. 42.
4 “El fín de este plan estratégico es la mejora la calidad de vida de los hombres y mujeres que viven en el Paraguay”. Cfr Paraguay 2020: Enfrentemos juntos el desafío educativo. Pág, 12.
5 Constitución Nacional, Art. 73 y la LEY Nº 1264 General de la Educación art. 1. MEC.
6 “Superar la pobreza será el mayor de los desafíos de las nuevas generaciones, lo cual demanda ciudadanos de alto nivel de discernimiento para una efectiva participación política orientada por los valores de equidad y solidaridad”. Cfr. Proyecto Joven: Diseño Curricular Nacional. MEC, Pág 20.
7 Ibídem, Pág 45. Cfr., también Fines de la Educación paraguaya y la ley General de la Educación art. 9 inciso a.
8 “Una Educación que posibilite al hombre y a la mujer igualdad de oportunidades para constituirse, en estrecha relación solidaria con su entorno, en sujetos activos de su propia formación y de los procesos de desarrollo nacional”. Cfr. Expectativa de la Educación Paraguaya.
11 Recuperado de http://ea.com.py
12Su preocupación por el aumento de demandas judiciales contra periodistas en el ejercicio de la profesión. Las querellas por difamación y calumnia se han constituido en una especie de "garrote jurídico" o de instrumento para amedrentar a los trabajadores de prensa, intentando frenar o acallar su labor informativa e investigativa, alerta la información” Recuperado de http://seniales.blogspot.com.ar/2011/06/foro-de-periodistas-paraguayos.html
13 Morin, E. Los siete saberes necesarios de la educación del futuro. P. 30
14 Montiel, A. Responsabilidad Social Universitaria.
15 (έqός). Por el momento hago(  e-thos ethos (ήθός), esta distinción para comprender mejor la etimología de la palabra “ética”; la distinción está en la letra griega “η”, que es una “e” larga, ésta no existe en la fonética española; mientras que la letra “ε” es también una “e”, pero corta, es la letra que nos es familiar en español. Como usted ve, esa letra hace la distinción en el contenido del concepto.
16 “El termino -ethos- ήθός significa estancia, lugar donde se mora. La palabra nombra el ámbito abierto donde mora el hombre”. Heidegger,M. Carta sobre el Humanismo. P. 73. Ver Hernández Baqueiro, A. Ética Actual y Profesional. P. 15.
17 Nietzsche. Más allá del Bien y del Mal. P. 486. Este autor propone en esta obra y otras la liberación de los principios éticos y morales enseñados por Sócrates y Jesucristo, quienes instituyeron en el mundo occidental una moral de esclavo. Crea un prototipo de hombre: el Übermensch o el superhombre, que está justamente más allá del bien y del mal. El superhombre vive bajo el dominio de la voluntad de poder, que es su origen y su fin.
18 “L’etica è la scienza di quel che l’uomo debe fare per viviere como deve, per essere quel che deve diventare, affinché raggiunga il suo valore supremo, affinché realizzi nella sua natura quel che si presenta come la giustificacione della sua esistenza, ció verso cui e per cui egli esiste. In due parole: L’etica pe una scienza categóricamente normativa”. Cfr. De Finance, J. Etica generale. P. 13. La traducción es del autor de este artículo.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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2. Aristóteles. (1973). Ética a Nicómaco. Obras Completas. España- Madrid. Aguilar.
3. Barcia, R. (1960). Gran diccionario de sinónimos castellanos. Argentina, Buenos Aires. Ediciones Juaquín Gil.
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5. De Finance, J. (1967). Etica generale. Italia-Bari. Tipografica Meridionale.
6. Diccionario Latino-Español y Español-Latino. (1993). España, Barcelona. Biblograf.
7. Eintein, A. (1995). La meta de la existencia humana. España-Barcelona. Ediciones Paidós Iberica. S.A.
8. Evaluación de su formación, capacitación, percepciones y preocupaciones. Centro de Prensa Internacional (IMC) de la Universidad Internacional de la Florida (2003).
9. Gevaert, J. (1981). El problema del hombre. Introducción de la antropología filosófica. Salamanca-España. Ediciones Sígueme.
10. Heidegger, M. (1998). Ser y Tiempo. España, Madrid. Fondo de Cultura Económica.
11. Hernández Baqueiro, A. (2006). Ética Actual y Profesional. México. Thonson.
12. Índice de Percepción de Corrupción (2012). Transparencia Internacional (TI)
13. Panorama Social de America Latina (2012-13). Publicaciones de las Naciones Unidas (CEPAL).
14. Roldós, E. (2000). El Periodista Corrupto. En Revista Latinoamericana de Comunicación Chasqui, marzo, número 069.
15. Macbride, S y otros (1995). Un solo mundo, voces múltiples. Comunicación e información en nuestro tiempo. México. Fondo de Cultura Económica. 
16. Mendonca, D. (2005). Corrupción. Un estudio sobre la corrupción en el Paraguay. Asunción- Paraguay. Intercontinental Editora.
17. Morin, E. (1999). Los siete saberes necesarios de la educación del futuro. Paris-Francia. UNESCO. 
18. Montiel, A. (2013). Responsabilidad Social Universitaria. En http://abelardomontiel.blogspot.com.ar/


lunes, 21 de octubre de 2013

ÉTICA III: LA CONCIENCIA MORAL DEL HOMBRE

ÉTICA III: LA CONCIENCIA MORAL DEL HOMBRE

La reflexión, que nos ocupa en este capítulo, se centra sobre la “conciencia moral del hombre”. La conciencia como objeto de investigación es extenso y muy diversificado, vale decir se la estudia desde varios campos del saber. Y no es en vano, porque pareciera ser que ese concepto guardaría una relación directa con ese elemento esencial que hace al hombre tal. Estando así, no cabe duda que la conciencia juega un rol esencial en el ámbito de la moralidad y, por consecuencia, en la ética. Nosotros delimitamos el tema en algunas dimensiones concretas, puesto que somos conscientes no sólo de la amplitud del tema, sino también de la complejidad del mismo; por eso nos proponemos seguir los siguientes pasos: 1. Determinar la etimología del término “conciencia”. 2. Presentar, groso modo, el concepto de “conciencia” desde tres puntos de vistas: a) Desde el punto de vista filosófico, psicológico y religioso. 3. Manifestar que la conciencia es la fuente de la moralidad y, por ende, la razón de ser de la ciencia denominada ética.
           
I. Etimología del término “conciencia”

            Aparentemente la expresión conciencia se remonta al sustantivo griego suneidhsiς (sindéresis). Tiene la significación de “sentimiento íntimo”,  “conciencia”[1].  Esta expresión se traduce al español por “conciencia” Ahora bien el concepto está compuesto de dos términos: Por un lado tenemos sun (syn), que es una preposición y significa “con”, “junto con”, “en compañía de” y, por otro lado, tenemos eidhsiς (eidesis), que significa “ciencia”, “conocimiento”. De aquí se deduce la traducción latina “cumscientia” desuneidhsiς”, o sea con-ciencia o conocimiento. El sentido literal del concepto conciencia no es otra más que poseer “conocimiento de algo”, “estar, o encontrarse en conocimiento de algo”. Como dice Santo Tomás de Aquino: “En efecto, conciencia, en la acepción genuina de la palabra, indica la relación de un conocimiento con una cosa; pues conciencia equivale a «ciencia con otro»”[2]. Este mismo sentido tiene el sustantivo alemán “Bewusstsein”, el cual literalmente se traduce por “ser o estar en conocimiento de…”.

II. El sentido filosófico de la “conciencia”

En el lenguaje coloquial el concepto “conciencia” se utiliza de varias formas: Es común escuchar que alguien diga tiene “poca conciencia de lo que está haciendo”, “esa persona no tiene conciencia o es un inconsciente”, “esa persona hizo tal cosa conscientemente”. ¿Qué cosa transmite la gente con esas expresiones? Las personas manifiestan con ellas clara visión de sus acciones, es decir la persona consabidamente actúa y efectúa determinada acción. La conciencia, en este sentido, indica entonces conocimiento del acto que se realiza, pero, quizás, sin medir las consecuencias. Conciencia es para la gente sinónima de conocimiento.
Creo que estas expresiones de alguna manera u otra hacen honor a la etimología y, a la vez, tienen relación con la idea originaria de la conciencia; sin embargo debemos complementar esas ideas, porque la conciencia no sólo tiene relación con el conocimiento en sí, sino aporta un elemento esencial a la condición misma del hombre; pues ella es más que un mero tomar conocimiento de una acción, es más que un mero darse cuenta de…Ella implica una “relación intrínseca al hombre «interior» o «espiritual»[3]”; puesto que el hombre gracias, que le es inherente la conciencia, puede juzgarse así mismo. La conciencia desde el punto de vista filosófico “…trata por lo tanto de una noción en la cual el aspecto moral –la posibilidad de auto juzgarse- se relaciona estrictamente con el aspecto teórico, la posibilidad de conocerse de manera directa e infalible”[4]. Pues aquí entra como elemento diferenciador el aspecto moral o la capacidad que posee toda persona de auto-juzgarse. ¿Qué significa auto-juzgarse? Este implica una reflexión, la cual, a su vez, connota la dimensión interior de las personas. Cada persona puede auto-retraerse, puesto que tiene la capacidad de entrar dentro de sí misma. El auto-juzgarse es la manifestación de “algo”, que nosotros llamamos conciencia, cuya meta es permitir al hombre discernir lo bueno de lo malo. Este proceso de discernimiento o el acto de juzgamiento se realiza mediante el conocimiento. Estando así podemos hacer un paralelismo entre los siguientes conceptos: La conciencia es a la moralidad así como el conocimiento es a la ética. La conciencia es la fuente de la moralidad, puesto que ahí aparece lo bueno y lo malo que deben ser asumidos por cada persona en toda situación. El conocimiento es el medio por el cual se da el discernimiento de lo bueno y lo malo. 
Si bien es cierto, que en la antigüedad griega, se conocía el término sindéresis, sin embargo no tenía la connotación de la conciencia moral como lo acabamos de manifestar; sin embargo no cabe duda, que ese acto de  conocer une de cualquier modo u otro con el alma misma, o sea con la interioridad profunda del hombre. En este sentido mostraremos algunos pasajes, en los cuales se muestran esa conexión. Platon, en su obra Teeteto, trae a colación una de las cualidades fundamentales del pensamiento o del acto de pensar. En el siguiente pasaje Platón a través de Sócrates expresa su convicción acerca del pensar en sí:

“Soc- Muy bien. Pero, ¿Llamas tú pensar a lo mismo que yo?
Teet. -¿A qué llamas tú pensar?
Soc- Al discurso que el alma tiene consigo misma sobre las cosas que somete a consideración… A mí, en efecto, me parece que el alma, al pensar, no hace otra cosa que dialogar y plantearse ella misma las preguntas y las respuestas, afirmando unas veces y negando otras”[5].

            Analizando brevemente el texto, afirmamos que el alma fundamentalmente conlleva para Platón el concepto de la misma fuente de vida, pues ella es el principio de toda animación, o movimiento. “Toda alma es inmortal, aquello que se  mueve a sí mismo es inmortal,… Por consiguiente, solo lo que se mueve a sí mismo… es fuente y principio de movimiento para todo lo demás que se mueven”[6]. Pero el alma no sólo es principio de vida, sino también fuente desde donde mana una realidad así como la conciencia, es decir el alma es también el “espacio” o “instancia” donde la persona puede hablar consigo misma, es el lugar donde la persona misma se somete a análisis, tiene la capacidad de dialogar consigo misma, esto es discernir en su interioridad entre lo positivo y lo negativo, entre lo bueno y lo malo. En este sentido el alma es también constituida como la fuente de la moralidad.
Pues siguiendo está misma manera de pensar veamos ahora el planteamiento de Aristóteles, otro gran filósofo griego, acerca de la misma cuestión. Aristóteles también se ocupó de este tema y mucho; él también considera el alma como forma sustancial de la vida humana, por consiguiente, concuerda en este sentido con su maestro, Platón. Aristóteles conecta tres dimensiones sustanciales de la vida del hombre en el momento de describir la fuente de la moralidad. Él dice:

“Las palabras habladas son símbolos o signos de las afecciones o impresiones del alma; las palabras escritas son signos de las palabras habladas… Igual que a veces hay en nuestra mente pensamientos que no van acompañados de verdad o de falsedad, mientras que a veces hay otros que necesariamente son una u otra cosa de estas, lo mismo ocurre en nuestro lenguaje, ya que la combinación y la división o separación de las palabras son esenciales antes de que podamos hablar de verdad y de falsedad”[7].

Lo importante es aquí resaltar la fuente del habla en sí y, por ende, del lenguaje. Tal fuente es el alma, ésta es el origen del lenguaje. Obviamente aquí aparecen tres elementos esenciales que se subordinan uno al otro. A saber: Alma, pensamiento y lenguaje. El lenguaje es una potencia o capacidad del alma, pero la cuestión es la siguiente: ¿Cómo se produce el lenguaje? Claro está que el lenguaje se produce en el interior del alma mediante el intelecto o conocimiento, el cual es capaz de auto-plegarse a sí mismo y producir, distinguir entre una sentencia o un juicio verdadero o falso, o sea ese discierne entre lo bueno y lo malo; los cuales son manifestados por el lenguaje.

Decíamos al inicio que la sindéresis o conciencia significa conocimiento, co-visión. Santo Tomás de Aquino determina con más claridad su función.

“Por tanto, se dice que la sindéresis estimula al bien y censura el mal en cuanto que por los primeros principios procedemos a investigar y por ellos juzgamos lo averiguado. No cabe duda, por consiguiente, de que la sindéresis no es una potencia, sino un hábito natural”[8].

Aquí emerge la función central de la sindéresis, pues ella “estimula al bien y censura el mal”. El bien en cuanto tal es un valor, pero se determina en una acción. De ahí que, por un lado, una acción es juzgada como buena o mala. La inteligencia muestra lo bueno y lo malo al hombre y este escoge, gracias a su libertad, lo uno o lo otro; pero siempre la sindéresis o conciencia incita al hombre a optar por el bien y evitar el mal. Por otro lado, la sindéresis o conciencia actúa en el interior del hombre como un censor, es decir se constituye como juez. Si la acción escogida era buena, entonces la sindéresis aprueba y produce inmediatamente satisfacción; por el contrario, si esa era mala, entonces ella juzga con desazón y punición esa acción en el más recóndito de la interioridad de la persona. Santo Tomás, entonces, ya le da una connotación bien específica a la sindéresis y lo interpreta como la conciencia moral. Ahí donde se decide por el bien o el mal. Esta concepción de conciencia profundiza nuestro actor en el siguiente artículo. Afirma que la conciencia es un acto, no una potencia, y expone tres aplicaciones principales:

“Una, cuando reconocemos que hicimos o no hicimos una cosa, según las palabras de la Escritura: «Sabe tu conciencia que frecuentemente has maldecido a otros»; y en este caso se dice que «atestigua». Otra, cuando, según nuestra conciencia, juzgamos que una cosa debe o no debe hacerse, y entonces se dice que la conciencia «incita» o «liga[9]». La tercera, cuando por la conciencia juzgamos que una cosa ha estado bien o mal hecha, y entonces «excusa», o «acusa», o «remuerde»[10]”.

La conciencia tiene la función de examinar, puesto que discierne entre un acto bueno o malo realizado, también estimula para actuar conforme a los buenos hábitos, además origina dolor, tristeza, incomodidad acerca algunas acciones malas. El remordimiento de conciencia es el efecto da las acciones deshonestas, injustas, mentirosas, fraudulentos, indecorosas etc. Como dice Kant dice el malhechor por más que el abogado le defienda  “…no puede de ningún modo callar al acusador en él”[11] más aún si ese malhechor se encontraba  en pleno “uso de su libertad”… No hay nada que puede darlo sosiego o “librarlo de la propia crítica y del reproche que se hace a sí mismo”[12]. Él hombre lleva dentro de sí un juez, que le acusa o absuelve continuamente.
Husserl ha sido uno de los filósofos, que al inicio del siglo XX montó todo su andamiaje filosófico sobre el fenómeno de la conciencia. Es verdad que cuando Husserl considera a la conciencia como fundamento de su pensamiento filosófico no aprehende a esa como una conciencia moral; sin embargo, sin duda alguna, ella también es la base de ésta; puesto que toda experiencia sea cual sea su origen necesariamente pasa por la conciencia: La conciencia es “el eterno flujo heracliteneano de fenómenos”[13]. Las expresiones “flujo y heracliteneano” representan una redundancia, por un lado, pero una aseveración, por otro, de la convicción filosófica de Husser. ¿Qué significan esas palabras? El Strom, que se traduce por la palabra flujo, se refiere, en primer lugar, a una materia liquida, que tiene la posibilidad de fluir o escurrirse, y Husserl le utiliza para asignar con él las Erlebnis o vivencias; las cuales son efectuadas por La Erfahrung o experiencia. Las vivencias entonces fluyen como un manantial de aguas dentro de la Bewusstsein[14] o conciencia. Aquí se produce el conocimiento del mundo o de las realidades en general. Aplicada esta manera de pensar en el plano moral, pues las acciones buenas o malas se constituyen en vivencias y, por ende, fluyen por la conciencia. La conciencia registra esa vivencia como satisfactoria o insatisfactoria. Husserl sigue la perspectiva kantiana en este plano moral y admite una voz, que señala al hombre las buenas y más acciones. “La voz de la conciencia, del deber absoluto, puede exigir de mí lo que en la comparación de valores en modo alguno reco-nocería como lo mejor”[15]. 

            II. Conciencia moral en el ámbito psicológico

El concepto “conciencia” desde el punto de vista psicológico apunta hacia una significación bien precisa, pues ella caracteriza a la persona cuerda, o sea sensata y no loca o chiflada; a la persona despierta, o sea que está vigilante y no dormida o somnolienta; es aquella persona que tiene posesión de sí misma o dominio sobre sí misma.  He aquí una definición bien precisa, pues conciencia es “darnos cuenta de nosotros mismos y del mundo que nos rodea[16]. La expresión clave de esta definición recae sobre la “darnos cuenta”. ¿Cómo uno se da cuenta de sí mimo y del mundo? Pues el único instrumento o medio que nos hace caer en la cuenta de nosotros mismos y de los que nos rodean no puede ser otra más que el acto intelectivo. Esta definición de conciencia no está absolutamente lejos de nuestra perspectiva anterior.

“Conciencia en psicología –expresa- modo de existencia peculiar en el que existen vivencias, procesos psíquicos que son experimentados inmediatamente por el sujeto, como percepciones, recuerdos, pensamientos, sentimientos, deseos, procesos de voluntad, etc.”[17].

La conciencia en esta descripción trasluce una dimensión fundamental de la persona. Ésta tiene que ver con el modo de ser propio y peculiar de cada persona. El autor en este sentido incluye dentro de la descripción de conciencia la idea básica del carácter. La “existencia peculiar” hace alusión al carácter, mientras las “vivencias”, “procesos psíquicos” ete., muestran la realidad de actividad interna de la cada persona, que manifiesta la realidad de la conciencia propiamente dicha.
Entre ésta y la otra definición rescatamos un elemento común, el cual le inherente a todo hombre, pues nos estamos refiriendo su capacidad de autorreflexión y autoposesión. Éstas manifiestan el fenómeno de la conciencia, en el cual se da “la relación del individuo a los principios morales y a las normas de conducta del grupo social al que pertenece”[18]. Aquí se escoge el hombre así mimo, se examina así mismo y se decide el hombre por sus las buenas o malas acciones. Aquí el hombre opta por los valores o por los antivalores, o sea por su humanización.

III. Conciencia moral en el ámbito de lo religioso   

La religión en cuanto tal implica como el término indica una conexión, o sea una re-ligación del hombre con un ser sobrenatural (Dios). Esta re-ligación se mantiene conforme a algunos principios, concepciones y preceptos bien determinados. De ahí entonces emerge el sistema de moralidad, la cual señala y estimula la vida de los adherentes de esa determinada religión. Nosotros mostraremos brevemente algunos elementos básicos del sistema de la religión cristiana, puesto que ésta es la que influye en nuestra cultura occidental y, por ende, paraguaya.
            La religión cristiana tiene su raíz en la religión judía. Es necesario partir de la concepción judía del hombre a los efectos de aproximarnos a nuestro tema: la conciencia moral. Sabemos que Dios creo de la nada cuanto existe, esto es el mundo y el hombre. Leemos en el primer capítulo de la Biblia: “Dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza…”[19]. Aquí radica la dignidad de la persona, pues cada persona está hecha a “imagen y semejanza de Dios”, por lo tanto, cada persona lleva en sí misma algo de Dios; pues este “algo” no sólo le hace único e irrepetible, sino le da un valor sin igual. ¿Qué es ese “algo” que posee el hombre y le constituye en imagen y semejanza de Dios? La respuesta encontramos en el capítulo siguiente del mismo libro: “…e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente…”. Con las expresiones “aliento de vida” se indica el elemento fundamental del hombre, que es su espíritu, por lo tanto, éste elemento es lo hace que el hombre sea tal, o sea imagen y semejanza de Dios. El espíritu hace que el hombre sea una criatura extraordinaria dentro de la creación. Pues ningún ser aparte del hombre posee la dimensión espiritual, pues esta dimensión implica: Razón, inteligencia, conciencia etc., es decir hace que el hombre lleve en sí una dimensión transcendente.
A raíz de esta breve concepción antropológica judeo-cristiana podemos apuntar más concretamente hacia la conciencia moral. Si bien es cierto que el hombre lleva dentro de sí algo de la misma divinidad, el espíritu, sin embargo ese elemento no determina su acción; pues por esta razón en cada comunidad humana sigue habiendo atrocidades, injusticias, sufrimientos, muertes causados por los hombres (delincuencia, pena de muerte, guerras etc). El hombre es libre y como tal elige el destino de su existencia, puede optar por una acción buena o mala. Veamos dos ejemplos: Adan desobedeció a Dios comiendo la “manzana prohibida”, esa acción es causada por la libertad del hombre. Caín asesinó a su hermano Abel, pues optó aniquilar a su hermano porque podía hacerlo, porque era libre. Desde entonces no le abandona la perturbación de la pregunta: “Caín: ¿Dónde está tu hermano? ¿Qué tú hiciste con tu hermano? ¿Quién te dio la potestad de aniquilarlo? ¿Cómo usaste tu libertad? He aquí la lectura judío-cristiano de la conciencia moral; pues el hombre lleva consigo una culpa originaria, una culpa cometido por nuestros ancestros y esa culpa es implacable. A esta culpa se llama “pecado original”. El hombre vive bajo la sombra de este pecado y vive mitigando ese peso con la ayuda de la “gracia”, del “perdón”, del “amor de Dios”, transmitidos por su Espíritu Santo. La pregunta capital es: ¿Cómo “algo” así como el mal se introdujo en la historia del hombre? ¿Qué es el mal? Estas preguntas son importantes plantearlas, aunque aquí no lo ensayaremos sus respuestas.
Dios se hace escuchar al hombre en lo más profundo de su ser y desde ahí surge la inquietud interior del hombre, la inquietud de auto-superarse constantemente, la inquietud de afianzarse siempre más el bien en su vida y separarse cada día más del mal, que le perjudica.

“Los «principios universales» de la razón práctica son revelados al hombre merced a la sentencia de la sindéresis, en la que se funda todo acto de imperio o resolución particular, como se apoya en los principios supremos del pensar teórico todo juicio enunciativo singular”[20].
   
Estos principios universales son los valores, los cuales son considerados en la cosmovisión cristiana inamovibles, eternos y absolutos; estos principios son revelados por Dios a la Iglesia por la gracia del Espíritu Santo y, por consecuencia, a todos los creyentes. Estos principios son asumidos por la fe. Pero: ¿Dónde se manifiestan o se revelan esos principios? En la sindéresis o conciencia, que hace ver el bien y el mal a cada persona. Esta misma postura asume el siguiente documento de la Iglesia:

“En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado personalmente. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquella”[21].
La concepción antropológica  para esta reflexión, como se puede percibir en el desarrollo de este trabajo, aboga por la existencia o realidad de una conciencia o sindéresis en el hombre, que le muestra los valores, que debe asimilar, asumir y determinar en su vida. La determinación positiva de los dictámenes de la conciencia moral es la que definitivamente humaniza al hombre y fomenta una sociedad libre, veraz, respetuosa, justa, honesta etc. Quiero culminar esta reflexión con las siguientes cuestiones colocadas por Adela Cortina: “La tradicional pregunta «¿es posible situarse más allá del bien y del mal morales?» se expresaría del siguiente modo, contando con el factum del lenguaje: ¿es posible concebir la vida cotidiana de un hombre que renunciara de tal modo a la forma de vida moral, que le resultaran ininteligibles términos tales como «mentira», «engaño», «injusticia», «traición» y tantos otros?”[22].

¡La respuesta le delego a usted, apreciado/a lector/a!

Prof. Abelardo Montiel

Referencias bibliógraficas
Abbagnano. N. Conciencia. En Diccionario de Filosofía. FCE. México. 1996.
Aristóteles. De la Expresión o interpretación. En Obras Completas. Aguilar. Madrid. 1973.
Biblia de Jerusalén. Desclée De Brouwer. 1976.
Blumenberg, F. J. Kury, H. Conciencia Moral. En Diccionarios rioduero. Madrid1979.
Constitución “Gaudium et spes”. En Documentos del Vaticano II. BAC. Madrid. 1971.
Cortina, A. Ética Minima. Editoriales Tecnos. Madrid. 2000.
Choza, J. Conciencia y Afectividad. Aristóteles, Nietzsche y Freud. Ediciones Universidad de Navarra S. A (EUNSA). Pamplona. 1991.
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Dorch, F. Conciencia. En Diccionario de Psicología. Herder. Barcelona. 1976.
Griego. Diccionario Griego-Español. Sapena. 1999.
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Husserl, E. L´idea Della fenomenologia. Editori Laterza. 1998.
Kant, E. Críticia de la Razón Práctica. Editorial Sígueme. Salamanca. 1949.
Platón. Teeteto. En obras completas. Aguilar. Madrid. 1994.
Platón. Fedro. En obras completas. Aguilar. Madrid. 1994.
Papalia, D. E y Wendkos Olds, S. Psicología. McGraw-Hill. México. 1988.
Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica. III (2º). BAC. 1959.





[1] Cfr. Griego. Diccionario Griego-Español. 
[2] Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica. III (2º). 1 q. 79 a. 13.
[3] Abbagnano, N. Conciencia. En Diccionario de Filosofía.
[4] Idem.
[5] Platón. Teeteto. 198 e. Descartes en gran medida apunta también hacia la postura de Platón, pues él afirma: “Por la palabra pensamiento entiendo todo aquello que ocurre en nosotros de tal manera que tenemos conciencia de ello”. Cfr. Descartes y Leibniz. Sobre los principios de la filosofía. P. 32.
[6] Platón. Fedro. 245 b.
[7] Aristóteles. De la Expresión o interpretación. 16 a.
[8] Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica. III (2º). 1 q. 79 a. 12.
[9] La negrita y cursiva son nuestras, pues colocamos para resaltar los conceptos.
[10] Idem. 1 q. 79 a. 13.
[11] Kant, E. Críticia de la Razón Práctica. P. 124.
[12] Idem
[13] Husserl, E. L´idea Della fenomenologia. P. 79.
[14] La Bewusstsein alemán no es utilizada en el campo ético como conciencia moral, sino, el concepto acuñado para ésta es Gewissen. Éste concepto lleva la raíz, wissen, que en alemán significa “conocer” y el prefijo “ge” que denota la compañía o relación de… Entonces el sentido de Gewissen es igual a la conciencia. Bewusstsein tiene una relación estrecha con el infinitivo “wissen”, puesto que la raíz “wusst” es el participio pasado de “wissen”, y “sein” como ya habíamos mencionado antes significa ser o estar. El prefijo “Be” también denota adhesión a…    
[15] …Die Stimme des Gewissens, des absoluten Sollens, kann von mir etwas fordern, was ich keineswegs als das in der Wertvergleichutn Beste erkennen würde” (Husserlinana XXVIII, XL. VII). Cfr. Crespo, M. El amor como motivo ético en la fenomenología de Edmud Husserl. http://www.academia.edu. Recuperado 20/10/13.
[16] Papalia, D. E y Wendkos Olds, S. Psicología. P. 118.
[17] Dorch, F. Conciencia. En Diccionario de Psicología.
[18] Blumenberg, F. J. Kury, H. Conciencia Moral.
[19] Gén. 1. 26.
[20] Pieper, J. Las virtudes fundamentales. P. 43.
[21] Constitución “Gaudium et spes”. Nº 16.
[22] Cortina, A. Ética Mínima. P. 56.