lunes, 9 de septiembre de 2019


La esencia de la técnica moderna. Una breve reflexión sobre la obra de Martín Heidegger: La cuestión de la técnica (Die Frage nach der Technik)

Esta pequeña reflexión no busca ahondar en la problemática de la técnica moderna, sino más bien, pretende indicar algunas advertencias de su evolución a partir de la obra del filósofo alemán Martín Heidegger. La evolución tecnológica no es solo un mero resultado de miles de investigaciones, sino más bien, obedece al destino de la humanidad. ¿Por qué destino? ¿Tiene algo que ver el destino de la técnica con el hombre?  ¿No atenta el destino contra la libertad del hombre?
La técnica (tecnh) tiene en general dos acepciones: a) “La técnica es un medio para un fin”, b) “La técnica es un hacer del hombre”[1]. Estas connotaciones son correctas y verdaderas, pero, la cuestión que Heidegger se plantea es, si la técnica es meramente “instrumento” o no y, si no fuera un simple instrumento, pues, ¿qué será? 
La técnica no se reduce en lo correcto ni en lo verdadero como un existente que está en la luz y a disposición del hombre, sino está vinculada con el des-ocultar. Lo des-ocultado es lo verdadero, por lo tanto, la verdad de la técnica consiste en sacar lo real de su estado oculto a lo des-oculto. La técnica debe ser aprehendida desde su esencia; la concepción instrumental de la técnica no manifiesta su esencia; ésta se revela a partir de la verdad. Heidegger dice en este sentido, que “lo meramente «manifiesto» no es aún lo verdadero”[2]. Este pensador esclarece, a partir del pensamiento de Aristóteles, el origen y el sentido de la técnica como instrumento. La palabra griega aitia (aitia), que equivale a causa en la lengua romance y a Ursache en la lengua alemana, tiene el sentido de aquello “que es responsable de algo”[3]. Bajo esta perspectiva Heidegger interpreta las cuatro causas aristotélicas: material, formal, fin y eficiente (ulh, eidoV, teloV kai legein). En cada instrumento están imbricadas las cuatro causas. Éstas son responsables, por ejemplo, que este celular esté aquí y se me done como un instrumento poli-funcional. Las cuatro causas “dejan venir lo todavía no presente a la presencia”[4]. La concepción griega de la causa permite comprender la esencia de la técnica, pero esta no se debe buscar en un existente, que ya está presente (como este notebook que tengo ante mí), sino más bien, su esencia se debe descubrir en aquellas realidades, que aún no han llegado a la luz, pero, que posiblemente aparecerá. Al respecto Heidegger trae a colación una frase del Symposium de Platón: “Todo dar-lugar-a que algo (cualquiera que sea) vaya y proceda desde lo no-presente a la presencia, es poihsiV, es pro-ducir”[5]. El dar-lugar-a des-oculta algo a través del producir (poihsiV). Este producir hay que entender bajo dos sentidos fundamentales:
a) La naturaleza (jusiV ) hace frotar desde sí misma la vida. En este sentido la naturaleza (jusiV ) es un producir (poihsiV). La naturaleza lleva en sí (en eautw) la potencialidad de hacer brotar la flor.
b) Por el contrario, lo que viene producido por la acción propiamente humana (por ejemplo, una silla o una computadora) es también un producir (poihsiV), pero este producir es en otro (en allw).
Tanto el dar-lugar-a de la naturaleza como el de la acción humana guardan una estrecha relación con el producir (poihsiV). “El pro-ducir acontece solamente cuando llega lo velado a lo desvelado”[6]. Lo desvelado es lo que los griegos concebían como aletheia (aleqeia), concepto que ha sido asumido en la tradición filosófica como verdad (veritas). En el brotar viene a la luz el germinar de las semillas, porque se des-oculta en el mismo producir. Heidegger se pregunta: “¿Qué tiene que ver la técnica con el des-ocultar? Respuesta: Todo. Pues, en el des-ocultar se funda todo producir”[7]. Estando así, la técnica no es un simple medio, o sea un instrumento, sino ella es, en cuanto saca algo de lo oculto, des-ocultar[8].
La técnica tal como es indicada hasta aquí, es un producir (poihsiV), pero su significado no se reduce a un mero producir artesanal, sino también se relaciona con el conocimiento. “La palabratecnh está unidad, desde los comienzo hasta el pensar de Platón a la palabra episthmh[9]. Estando así, cuando pensamos en la técnica, se debe tener presente estas significaciones: Producir y conocer. Estos le son inherentes. El conocimiento es el que crea las condiciones para el producir artesano, incita a descubrir y sacar a luz entes (existentes). Heidegger expresa, en este sentido, que “el conocer abre. En cuanto abriente, es un des-ocultar[…]. La técnica es un modo del aleqeuein[10]. Vale decir, la técnica permite que el ser del ente aparezca y desaparezca, se des-oculte y se oculte, se revele y se vele.
Con esto hemos disipado el sentido de la técnica para el mundo griego, pero, la pregunta es: ¿Vale también la concepción griega de la técnica para la “técnica moderna”? Si bien es cierto, que la concepción griega de la técnica está en la base de la técnica moderna, sin embargo, la esencia de la técnica moderna no es un mero producir (poihsiV), sino, más bien, es un provocar.

La técnica moderna no se despliega en un pro-ducir en el sentido de poihsiV. El desocultar imperante en la técnica moderna es un provocar que pone a la naturaleza en la exigencia de liberar energías, que en cuanto tales puedan ser explotadas y acumuladas[11].

            Es notable, la diferencia entre el producir artesanal y el producir de la técnica moderna. Por ejemplo: El campesino mueve la tierra para echar sus semillas y luego espera, que la tierra haga germinar la semilla y de fruto. Cultiva y cuida del campo, sin violentarlo; mientras que el producir de la técnica moderna provoca a la naturaleza (producción agrícola mecanizada). Así, el aire, la selva, los ríos, mares y la tierra se transformaron en espacios industriales y comerciales. La naturaleza es obligada dar de sí todo lo que puede. La técnica moderna calcula, descubre, organiza, clasifica, explota, modifica lo que hay en la naturaleza.

El campo es ahora industria motorizada de la alimentación. El aire es puesto dentro de la entrega de nitrógeno, el suelo por los minerales; minerales, por ejemplo, el uranio, éste por la energía atómica, que puede ser desintegrada para destrucción o para usos pacíficos[12].

El provocar a la naturaleza es la nota característica de la técnica moderna. La provocación exige a la naturaleza liberar energías y la naturaleza como respuesta a esta provocación reacciona proporcionando al hombre productos químicos altamente nocivos, sobre todo, el uranio, combustible para producir y “dominar” la energía nuclear.
La esencia de la técnica moderna, esto es la situación histórica de nuestra época, es un horizonte sombrío, tenebroso y fatal; es un viaje, sin viso de un fin feliz, es un camino, sin retorno…, salvo que el hombre recapacite y trate de encontrar una vía disposición exponencial del avance tecnológico. ¿Por qué pintar de este modo el futuro de nuestra era, de la era de nuestra historia, de la era de nuestra tierra? Heidegger (y otros pensadores como Karl Jaspers, Hannah Arendt, Hans Jonas, Albert Einstein, Steven Hawking, Eric Frynjolfsson y McAfee, Klaus Schwab y otros), en este sentido, nos advierte, que “la esencia de la técnica moderna lleva al hombre al camino de aquel desocultar[…]. Poner en un camino quiere decir en alemán schicken (destinar)”[13]. Esto significa, que el hombre des-ocultador técnico es necesariamente provocador. El hombre moderno (Dasein) está destinado a liberar de manera continua y progresiva su hybris (ubriV), a des-ocultar sus potencialidades con el afán de controlar, explotar, dominar y destruir. Sabe que nuestra era está caracterizada por “la bomba atómica”[14]. Los reactores nucleares, cuyas instalaciones están diseminadas por todo el continente[15], son muestras patentes de un peligro real de destrucción masiva.
Desde Nagasaki e Hiroshima, símbolo de la catástrofe más pronunciada de la modernidad, la humanidad está en vilo. La reflexión por “la cuestión de la técnica”, pronunciada por Heidegger en el año 1953, apenas 8 años después de aquel desastre atómico, es apenas una de las tantas que se pronunciaron desde esa época. Pero, hoy día, ¿qué tipo de amenaza existe? ¿No sigue latente las amenazas atómicas? ¿Será que “la segunda era de las maquinas”[16] solo nos proporciona control, eficiencia, confort y sensación de felicidad o…? ¿Proporcionará la “revolución 4.0” más fuente de trabajo y seguridad para el hombre o, más bien, le vulnerará más y más…? ¿Cuál es la prospectiva de nuestra hábitat, o sea de nuestro ecosistema?


Referencia Bibliográfica
Heidegger, M.  La cuestión de la técnica. En Filosofía, ciencia y técnica. Editorial Universitaria. Santiago de Chile. 1997.



[1] Heidegger, M.  La cuestión de la técnica. p. 114.
[2] Ídem. p. 115.
[3] Ídem. p. 117.
[4] Ídem. p. 119.
[5] Ídem. p. 119.
[6] Ídem. p. 120.
[7] Ídem. p. 120.
[8] Cfr. Ídem. p. 121.
[9] Ídem. p. 121.
[10] Ídem. p. 121.
[11] Ídem. p. 123.
[12] Ídem. pp. 123-124.
[13] Ídem. p. 134.
[14] Heidegger, M. Serenidad. P. 4.
[15] Cfr. Organización Internacional de Energías Nucleares (OIEN).
[16] Corresponde a Erik Frynjolfsson y Andrew MaAffe son profesores de Massachusetts Institute Technology, que publicaron en el 2014 un libro, cuyo título: “The Second Machine Age”. Este libro inspiró a Klaus Schwab, fundador y presidente del Foro Económico Mundial, para escribir el libro: “The Fourth Industrial Revolution”, que fue publicado en el 2016.  

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