jueves, 20 de febrero de 2014

CONCIENCIA Y RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LUIS SZARÁN

Conciencia y responsabilidad social de Luis Szarán

Ocuparse de sí no es, pues, una simple preparación momentánea para la vida,
es una forma de vida[1]. M. Foucault

Cuando hablamos de conciencia, nosotros nos encontramos ante un “algo” irreal, prácticamente ante una “nada”; puesto que la conciencia no es una realidad tangible y aprehensible concreta y empíricamente; sin embargo, eso no significa que ella sea una realidad inexistente, sino, por el contrario, con la conciencia o con esa “nada” estamos denominando un fenómeno sustancial del hombre. La conciencia, como bien indica su etimología, es aprehender o asir un conocimiento –una ciencia- en compañía de otro conocimiento. La conciencia es la que hace que el hombre vea en sí,  por sí y para sí con cierta claridad su situación, su contexto en relación con los demás y con las cosas. La conciencia en cuanto elemento antropológico se constituye como la capacidad introspectiva de una persona, vale decir, ella es la que le permite vida interior, ensimismamiento y autorreflexión. Es la que estimula a las personas a buscarse a sí mismo en aras de encontrar sentido y satisfacción a su estar-en-el-mundo (in-der-Welt-sein) como diría el gran filósofo alemán Martín Heidegger. La búsqueda, que siempre emprende el hombre, con el afán de encontrar sentido a su existencia emerge desde lo más hondo de su ser. Esto significa que el hombre se indaga a sí mismo por una necesidad inherente a él mismo y no puede no preguntarse, le es prohibido renunciar a su condición de buscador de sentido de su estar-en-el-mundo. La búsqueda de sentido a su estar-en-el-mundo le coloca inmediata y regularmente, esto significa siempre, en relación a sí mismo, a las demás personas y a las cosas, que le rodean. En consecuencias afirmamos que la conciencia es el don más preciado, ya que esa le permite ser lo que es, un animal racional -hombre-, que tiende hacia el BIEN.

            De esta breve reflexión sobre la conciencia obtenemos algunas consideraciones o razones, por las cuales una persona deba desarrollar desde su interioridad un cuidado especial por su entorno, esto es por su contexto o por las cosas, que le rodean. Pues en la medida que atiende su entorno mejora también su relación con los demás, vale decir con el otro ser humano concreto, quien le interpela constantemente en el transcurrir de su vida. Por último tanto el cuidado de su entorno como el cuidado de su relación con los demás desembocan en el cuidado de sí mismo. Si bien es cierto, que el hombre es el único animal, que en la medida que amenaza y atenta contra su entorno y contra los demás, él mismo se amenaza su permanencia en el mundo, puesto que atenta contra sí; es decir se revierten en contra de sí y ahí se siente íntegramente amenazado y atentado. En la medida que el hombre destruye su entorno y deteriora su relación interpersonal, tanto más también aproxima su posibilidad de destrucción. Éste es el dilema, que el hombre debe de resolver. La resolución de este dilema requiere no sólo una inteligencia y sabiduría, sino, sobre todo, una férrea fuerza de voluntad y un gran sentimiento filantrópico.


            El Maestro Luis Szarán, paraguayo de pura cepa y una de las grandes personalidades, que la historia humana conoció, es una persona con ingenio y sabiduría suficiente para comprender la progresiva amenaza sentida hoy día por el hombre en el planeta. Luis Szarán es simplemente una eminencia, cuya reputación resplandece no sólo en el campo artístico, científico, sino también en su incesante y ferviente compromiso social. El nombre de Luis Szarán viene considerado desde décadas atrás como el director de Orquesta Sinfónica más representativo del territorio paraguayo. Actualmente, sin duda alguna, podemos afirmar que él es el DIRECTOR de Orquesta más sobresaliente, que cobijara la nación paraguaya en toda su historia y, su vez, el primero de América Latina, que haya recibido la Medalla Vivaldi, y uno de los cinco que ha recibido esa misma medalla a nivel mundial. Este reconocimiento como otros tantos de magno valor en el ámbito artístico hace, hoy día, popular al Maestro Luis Szarán a nivel mundial. Tiene en este campo reconocimiento, por citar algunos países como ser de Alemania, Francia, Inglaterra, Italia, Brasil etc.

Luis Szarán siente pasión no sólo por la música, sino también por el saber y en este sentido él hace honor al gran filósofo griego Aristóteles, quien  decía: “El hombre por naturaleza tiene el deseo de saber”[2]. El Maestro Luis Szarán es una persona, que escudriña el conocimiento en aras de desvelar no solo los grandes valores, que habitan en el ser humano, sino también traer a la luz la verdad, que duerme complacida en el interior del hombre, a través de conocimiento fundante y, por ende, con rigor científico. Es un apasionado investigador, que acrisoló los tesoros culturales y musicales de nuestro legado histórico no sólo a través de publicaciones de libros, sino también mediante un extraordinario Diccionario de Léxico Artístico-Musical del Paraguay. Vale destacar, que el Maestro Luis Szarán obtuvo por sus resultados científicos reconocimientos reconocimiento de gran valía, como por ejemplo, Caballero Oficial de la República de Italia y Orbis Guaraniticus de la UNESCO etc. Los impactos artístico-científicos del Maestro Luis Szarán traspasan las fronteras nacionales y son conocidos y valorados transcontinentalmente.

Otro hecho extraordinario, por el cual resuena mundialmente el nombre de Luis Szarán, es su conciencia y responsabilidad social. Él es el mentor, promotor, coordinador y animador del movimiento musical Sonidos de la Tierra. A través de este emprendimiento él logró, que en el más recóndito lugar de la república del Paraguay haya niños y jóvenes, quienes han descubierto sus dotes artístico-musicales.

El nombre Sonidos la Tierra es tan paradójico como emblemático. Es paradójico porque de hecho la tierra ordinariamente no produce ningún sonido, sin embargo la tierra paraguaya, que mantiene sobre sí al hombre paraguayo, es tan buena para sembrar y cultivar la semilla del arte, de la cultura, del saber, de los valores, de los principios éticos etc. Luis Szarán ha mostrado, que la tierra paraguaya no sólo es apta y fértil para cultivar, esto es sembrar, las semillas mencionadas, sino también esa tierra puede hacer germinar y hacer crecer esas semillas. ¿¡Cuántos artistas están haciendo crecer este movimiento!? Actualmente Sonidos de la Tierra cuenta con “más de 100 agrupaciones musicales creadas en 12 años de actividad, llegando a 174 comunidades de todo el Paraguay con 14.000 niños que forman parte del modelo y replicaciones del proyecto en Argentina, Brasil, Bolivia y Uruguay”[3].

Es emblemático porque el nombre del Maestro Luis Szarán es identificado con el movimiento Sonidos la Tierra y, éste es el símbolo artístico-cultural, el cual ya adquirió interés y valor nacional en el subconsciente colectivo de los paraguayos; pues este hecho constituye un emblema nacional al movimiento Sonidos de la Tierra y, por consecuencia, al Maestro Luis Szarán.

El lema del Maestro Luis Szarán versa así: “El joven que durante el día interpreta Mozart por la noche no romperá vidrieras”. Este  slogan de cualquier modo u otro refleja la conciencia y responsabilidad social del Maestro. La música, según su concepción no es propiedad de nadie, mucho menos de una élite social determinada, sino todo por el contrario, para él la música, más allá del encantamiento órfico, que ella produce en el alma humana, cumple un rol social determinante. La música es un medio eficiente y eficaz para incluir socialmente a los excluidos, de reivindicar el derecho y la justicia de los más oprimidos y desheredados, o sea la dignidad del hombre en cuanto tal. La esencia de la dignidad no es otra cosa, que la estima o el amor propio, que se introduce o siembra en el corazón de cada hombre. A continuación traigo a colación como ilustración sólo algunos ejemplos, pues hoy día forman parte del movimiento Sonidos de la Tierra jóvenes de Tacuatí, municipio de San Pedro; Jorge Moreno, presidiario de la cárcel de Tacumbú. A esto agrego, que Luis Szarán inspiró e impulsó la orquesta de instrumentos reciclados de Laguna Cateura, del bañado sur. Estos y muchos otros ejemplos nos manifiestan, que el movimiento Sonidos de la Tierra es el prototipo estructurado y sistemático bien patente de la conciencia y responsabilidad social.

Luis Szarán posee y exterioriza satisfactoriamente su compromiso con su contexto, pues trata mejorar por doquier su entorno a través de la música, y, por ende, el de todos los paraguayos. El cuidado del medioambiente es el cuidado por el otro, o sea es el cuidado por la humanidad. Este cuidado surge sobre todo de personas, que se cuidan a sí mismas, que se estiman así mismas. ¡Este es filantropía, “amigo del hombre”! ¡Esto es humanismo! ¡Esto es tomar como misión la responsabilidad de mejorar la condición de vida de los habitantes! Por estas razones y otras el pasado viernes 14 de febrero  a las 11 de la mañana del corriente año en el Palacios de las Convenciones de la Habana, Cuba, el Observatorio de Responsabilidad Social de la UNESCO, encabezado por el Dr. Huberto Grimaldo, otorgó al Maestro Luís Szarán el reconocimiento Ojo de plata por su conciencia y responsabilidad social. Este magno acto fue muy emotivo, pues el autor de este artículo da testimonio de ese hecho, porque compartió con el Maestro ese trascendente momento.

¿Es el emprendedurismo una capacidad que se va cultivando y desarrollando en el curso de la vida o, más bien, es una cualidad innata, que cada persona posee y puede desarrollar? ¿Podemos los paraguayos rebasar las barreras del egoísmo y explotar la potencia del altruismo, de la filantropía, de la paz, la igualdad? ¿Podemos impulsar pequeñas acciones a favor de  nuestro entorno social y ambiental?  
Prof. Abelardo Montiel
Vicerrector de la Universidad Tecnológica Intercontinental (UTIC)




[1] Foucault, M. Estética, ética y hermenéutica. Paídos. Barcelona. 1999. p. 278.
[2] panteς  anqrwpoi tou eidenai oregontai jusiV. Cfr. Aristóteles. Metafísica. Libro I. Credos. Madrid. 1998.  

[3] Este es un dato proveído por el mismo Maestro Szarán, porque el autor de este artículo ha tenido la oportunidad de consultar con el Maestro sobre algunas cuestiones, contenidas en este texto.  

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