Navidad es un
concepto que indica para la cultura occidental la conmemoración del nacimiento
de Jesús de Nazaret. Si bien es cierto, que Jesús de Nazaret no nació el 25 de
diciembre, sin embargo el aniversario se festeja en esta fecha. ¿Por qué? Cuando
el cristianismo, esto es el catolicismo, fue reconocido oficialmente en el
siglo IV como religión oficial del imperio romano, estando así la Iglesia
católica cobró fuerza y poder. Gracias a este privilegió la Iglesia rápidamente
sustituyó las festividades paganas en religiosas. En la antigüedad como ustedes
sabrán el 25 de diciembre era el día más importante en todo el imperio romano,
puesto que se festejaba al Deus sol
invictus o el invencible dios de sol. Esta festividad guardaba relación con
un fenómeno cosmológico, que cada año se repite. En el hemisferio norte,
después del solsticio de invierno el día 25 de diciembre, el sol (o el día)
vuelve a cobrar vigor sobre la noche; o sea el día crece y la noche va
menguando. En el hemisferio sur sucede lo contrario, porque desde hoy mengua el
día y crece la noche. Este proceso se dilatará hasta el 24 de junio y así
sucesivamente…
La
Iglesia sustituyó la festividad del imperio romano con la del nacimiento de
Jesús de Nazaret, que es el Cristo o salvador. El sol es la fuente de la
claridad, es la luz que ilumina las tinieblas y Jesucristo alegóricamente
hablando es la luz que ilumina el corazón de los hombres, es quien disipa la
oscuridad de la mente del hombre.
Ahora
bien más allá de las fechas, pues el acontecimiento, que se conmemora es algo insólito
y desde todo punto de vista original. Los cristianos celebran el nacimiento del
Niño-Dios o el Emmanuel. ¡Este es un gran milagro, puesto que es algo
extraordinario! El Emmanuel o Dios con nosotros marca un hito en la historia
humana, porque trajo consigo el evangelio (euaggelion),
lo que no significa otra cosa más que la buena noticia. ¿Cuál es la buena
noticia, que nos legó Jesús de Nazaret? Mensaje de paz, de esperanza y de amor (Cfr.
Mt. 5, 1-11). Estos valores son esenciales para la vida del hombre y son
correlativos con todos los otros valores, que sin los cuales el hombre no
podría alcanzar una vida relativamente confortable. ¿Puede una persona gustar
la paz, si no experimente mínimamente la libertad? ¿Puede una persona esperar
efectivamente algo mejor, si ya no siente de cualquier modo u otro lo esperado
en su vida? ¿Puede una persona alimentar la capacidad de amar, si tiene
vivencia de injusticia y desigualdad? Esto significa que el hombre solamente
despliega su condición de humanidad en un contexto o ambiente de libertad, de
esperanza, de justicia, de igualdad y de amor. En síntesis el Evangelio de
Jesús de Nazaret es el amor, porque en éste se condensa todos los valores. Con
razón decía San Agustín de Hipona “ama y haz lo que quieras”. Quien ama jamás
puede ser propiciador de disturbio, de codicia, de envidia, de soberbia, de
explotación, de opresión, de tristeza, de dolor, de muerte etc; sino por el
contrario instrumento de paz, de esperanza, de amor como recitaba San Francisco
de Asís.
La
navidad es un momento o instante de introspección, de vida interior, de
regocijo en aras de una profunda meditación sobre nuestra vida bajo la luz del
AMOR. Dentro de esta perspectiva apreciados Directivos de la Universidad
Tecnológica Intercontinental (UTIC) -Dr. Hugo Ferreira, Dra. Teresa Ramos de
Ferreira, Lic. Daniel Ferreira, Vicerrectores, Decanos, Directores de
Departamentos, Directores de Sedes, Funcionarios en general, Docentes y Alumnos- les deseo mis más
sinceros augurios de paz, de esperanza y de amor. Así como el Emmanuel se
encarnó en la naturaleza humana, podamos también nosotros tratar de encarnar en
nuestras vidas cotidianas (familiares, laborales, sociales) la bondad, la
responsabilidad, la libertad, la justicia, la igualdad. Esta actitud no sólo
nos ayudará a mantener nuestros sueños e ideales en alto, sino, sobre todo, nos
hará partícipe del proyecto revolucionario, inaugurado por Jesús de Nazaret.
Estoy seguro, que de este modo contribuiremos más eficazmente con el
crecimiento de nuestra gran familia, que es la UTIC, y fortaleceremos la
esperanza de ver una sociedad paraguaya mejor, un país donde nuestros hijos y
nietos puedan vivir mucho mejor que nosotros.
¡Feliz Navidad les desea!
Lic. Abelardo Montiel
Vicerrector
Académico.
Si señor, el espíritu navideño ha de hacer emerger lo mejor que tenemos los seres humanos.
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