La esencia de la técnica moderna.
Una breve reflexión sobre la obra de Martín Heidegger: La cuestión de la
técnica (Die Frage nach der Technik)
Esta
pequeña reflexión no busca ahondar en la problemática de la técnica moderna,
sino más bien, pretende indicar algunas advertencias de su evolución a partir
de la obra del filósofo alemán Martín Heidegger. La evolución tecnológica no es
solo un mero resultado de miles de investigaciones, sino más bien, obedece al
destino de la humanidad. ¿Por qué destino? ¿Tiene algo que ver el destino de la
técnica con el hombre? ¿No atenta el
destino contra la libertad del hombre?
La técnica (tecnh) tiene en general dos acepciones: a)
“La técnica es un medio para un fin”, b) “La técnica es un hacer del hombre”[1].
Estas connotaciones son correctas y verdaderas, pero, la cuestión que Heidegger
se plantea es, si la técnica es meramente “instrumento” o no y, si no fuera un
simple instrumento, pues, ¿qué será?
La técnica no se reduce en lo correcto
ni en lo verdadero como un existente que está en la luz y a disposición del
hombre, sino está vinculada con el des-ocultar. Lo des-ocultado es lo
verdadero, por lo tanto, la verdad de la técnica consiste en sacar lo real de
su estado oculto a lo des-oculto. La técnica debe ser aprehendida desde su
esencia; la concepción instrumental de la técnica no manifiesta su esencia;
ésta se revela a partir de la verdad. Heidegger dice en este sentido, que “lo
meramente «manifiesto» no es aún lo verdadero”[2].
Este pensador esclarece, a partir del pensamiento de Aristóteles, el origen y
el sentido de la técnica como instrumento. La palabra griega aitia (aitia),
que equivale a causa en la lengua
romance y a Ursache en la lengua
alemana, tiene el sentido de aquello “que es responsable de algo”[3].
Bajo esta perspectiva Heidegger interpreta las cuatro causas aristotélicas:
material, formal, fin y eficiente (ulh, eidoV,
teloV kai
legein). En cada
instrumento están imbricadas las cuatro causas. Éstas son responsables, por
ejemplo, que este celular esté aquí y se me done como un instrumento
poli-funcional. Las cuatro causas “dejan venir lo todavía no presente a la
presencia”[4]. La
concepción griega de la causa permite comprender la esencia de la técnica, pero
esta no se debe buscar en un existente, que ya está presente (como este notebook
que tengo ante mí), sino más bien, su esencia se debe descubrir en aquellas
realidades, que aún no han llegado a la luz, pero, que posiblemente aparecerá. Al
respecto Heidegger trae a colación una frase del Symposium de Platón: “Todo dar-lugar-a que algo (cualquiera que
sea) vaya y proceda desde lo no-presente
a la presencia, es poihsiV, es
pro-ducir”[5].
El dar-lugar-a des-oculta algo a través del producir (poihsiV).
Este producir hay que entender bajo dos sentidos fundamentales:
a) La naturaleza (jusiV ) hace frotar desde sí misma la
vida. En este sentido la naturaleza (jusiV )
es un producir (poihsiV).
La naturaleza lleva en sí (en eautw)
la potencialidad de hacer brotar la flor.
b) Por el contrario, lo que viene
producido por la acción propiamente humana (por ejemplo, una silla o una
computadora) es también un producir (poihsiV),
pero este producir es en otro (en allw).
Tanto el dar-lugar-a de la naturaleza como el de la acción humana guardan
una estrecha relación con el producir (poihsiV). “El pro-ducir acontece solamente
cuando llega lo velado a lo desvelado”[6].
Lo desvelado es lo que los griegos concebían como aletheia (aleqeia), concepto
que ha sido asumido en la tradición filosófica como verdad (veritas). En el brotar viene a la luz el
germinar de las semillas, porque se des-oculta en el mismo producir. Heidegger
se pregunta: “¿Qué tiene que ver la técnica con el des-ocultar? Respuesta:
Todo. Pues, en el des-ocultar se funda todo producir”[7].
Estando así, la técnica no es un simple medio, o sea un instrumento, sino ella
es, en cuanto saca algo de lo oculto, des-ocultar[8].
La técnica tal como es indicada hasta aquí, es un producir (poihsiV), pero
su significado no se reduce a un mero producir artesanal, sino también se
relaciona con el conocimiento. “La palabratecnh está unidad, desde los comienzo hasta
el pensar de Platón a la palabra episthmh”[9].
Estando así, cuando pensamos en la técnica, se debe tener presente estas
significaciones: Producir y conocer.
Estos le son inherentes. El conocimiento es el que crea las condiciones para el
producir artesano, incita a descubrir y sacar a luz entes (existentes).
Heidegger expresa, en este sentido, que “el conocer abre. En cuanto abriente,
es un des-ocultar[…]. La técnica es un modo del aleqeuein”[10]. Vale
decir, la técnica permite que el ser del ente aparezca y desaparezca, se des-oculte
y se oculte, se revele y se vele.
Con esto hemos disipado
el sentido de la técnica para el mundo griego, pero, la pregunta es: ¿Vale
también la concepción griega de la técnica para la “técnica moderna”? Si bien es
cierto, que la concepción griega de la técnica está en la base de la técnica
moderna, sin embargo, la esencia de la técnica moderna no es un mero producir (poihsiV),
sino, más bien, es un provocar.
La
técnica moderna no se despliega en un pro-ducir en el sentido de poihsiV.
El desocultar imperante en la técnica moderna es un provocar que pone a la
naturaleza en la exigencia de liberar energías, que en cuanto tales puedan ser
explotadas y acumuladas[11].
Es
notable, la diferencia entre el producir artesanal y el producir de la técnica
moderna. Por ejemplo: El campesino mueve la tierra para echar sus semillas y
luego espera, que la tierra haga germinar la semilla y de fruto. Cultiva y
cuida del campo, sin violentarlo; mientras que el producir de la técnica
moderna provoca a la naturaleza (producción agrícola mecanizada). Así,
el aire, la selva, los ríos, mares y la tierra se transformaron en espacios
industriales y comerciales. La naturaleza es obligada dar de sí todo lo que
puede. La técnica moderna calcula, descubre, organiza, clasifica, explota,
modifica lo que hay en la naturaleza.
El
campo es ahora industria motorizada de la alimentación. El aire es puesto
dentro de la entrega de nitrógeno, el suelo por los minerales; minerales, por
ejemplo, el uranio, éste por la energía atómica, que puede ser desintegrada
para destrucción o para usos pacíficos[12].
El provocar a la naturaleza
es la nota característica de la técnica moderna. La provocación exige a la
naturaleza liberar energías y la naturaleza como respuesta a esta provocación
reacciona proporcionando al hombre productos químicos altamente nocivos, sobre
todo, el uranio, combustible para producir y “dominar” la energía
nuclear.
La esencia de la técnica moderna, esto es la situación histórica de nuestra
época, es un horizonte sombrío, tenebroso y fatal; es un viaje, sin viso de un
fin feliz, es un camino, sin retorno…, salvo que el hombre recapacite y trate
de encontrar una vía disposición exponencial del avance tecnológico. ¿Por qué
pintar de este modo el futuro de nuestra era, de la era de nuestra historia, de
la era de nuestra tierra? Heidegger (y otros pensadores como Karl Jaspers,
Hannah Arendt, Hans Jonas, Albert Einstein, Steven Hawking, Eric Frynjolfsson y
McAfee, Klaus Schwab y otros), en este sentido, nos advierte, que “la esencia
de la técnica moderna lleva al hombre al camino de aquel desocultar[…]. Poner
en un camino quiere decir en alemán schicken
(destinar)”[13].
Esto significa, que el hombre des-ocultador técnico es necesariamente provocador.
El hombre moderno (Dasein) está
destinado a liberar de manera continua y progresiva su hybris (ubriV), a des-ocultar sus potencialidades con el afán de
controlar, explotar, dominar y destruir. Sabe que nuestra era está
caracterizada por “la bomba atómica”[14]. Los
reactores nucleares, cuyas instalaciones están diseminadas por todo el continente[15], son
muestras patentes de un peligro real de destrucción masiva.
Desde Nagasaki e Hiroshima, símbolo de la
catástrofe más pronunciada de la modernidad, la humanidad está en vilo. La
reflexión por “la cuestión de la técnica”, pronunciada por Heidegger en el año
1953, apenas 8 años después de aquel desastre atómico, es apenas una de las
tantas que se pronunciaron desde esa época. Pero, hoy día, ¿qué tipo de amenaza
existe? ¿No sigue latente las amenazas atómicas? ¿Será que “la segunda era de
las maquinas”[16]
solo nos proporciona control, eficiencia, confort y sensación de felicidad o…? ¿Proporcionará
la “revolución 4.0” más fuente de trabajo y seguridad para el hombre o, más
bien, le vulnerará más y más…? ¿Cuál es la prospectiva de nuestra hábitat, o
sea de nuestro ecosistema?
Referencia
Bibliográfica
Heidegger, M. La
cuestión de la técnica. En Filosofía, ciencia y técnica. Editorial
Universitaria. Santiago de Chile. 1997.
[12]
Ídem. pp. 123-124.
[15] Cfr.
Organización Internacional de Energías Nucleares (OIEN).
[16] Corresponde a Erik Frynjolfsson
y Andrew MaAffe son profesores de Massachusetts
Institute Technology, que publicaron en el 2014 un libro, cuyo título: “The
Second Machine Age”. Este libro inspiró a Klaus Schwab, fundador y
presidente del Foro Económico Mundial, para escribir el libro: “The Fourth Industrial Revolution”, que
fue publicado en el 2016.