Conciencia y responsabilidad
social de Luis Szarán
Ocuparse de sí no es, pues, una simple preparación momentánea para la
vida,
es una forma de vida[1]. M. Foucault
Cuando hablamos de conciencia,
nosotros nos encontramos ante un “algo” irreal, prácticamente ante una “nada”;
puesto que la conciencia no es una realidad tangible y aprehensible concreta y
empíricamente; sin embargo, eso no significa que ella sea una realidad
inexistente, sino, por el contrario, con la conciencia o con esa “nada” estamos
denominando un fenómeno sustancial del hombre. La conciencia, como bien indica
su etimología, es aprehender o asir un conocimiento –una ciencia- en compañía
de otro conocimiento. La conciencia es la que hace que el hombre vea en
sí, por sí y para sí con cierta claridad
su situación, su contexto en relación con los demás y con las cosas. La
conciencia en cuanto elemento antropológico se constituye como la capacidad
introspectiva de una persona, vale decir, ella es la que le permite vida
interior, ensimismamiento y autorreflexión. Es la que estimula a las personas a
buscarse a sí mismo en aras de encontrar sentido y satisfacción a su estar-en-el-mundo (in-der-Welt-sein) como diría el gran filósofo alemán Martín
Heidegger. La búsqueda, que siempre emprende el hombre, con el afán de
encontrar sentido a su existencia emerge desde lo más hondo de su ser. Esto
significa que el hombre se indaga a sí mismo por una necesidad inherente a él
mismo y no puede no preguntarse, le es prohibido renunciar a su condición de
buscador de sentido de su estar-en-el-mundo.
La búsqueda de sentido a su estar-en-el-mundo
le coloca inmediata y regularmente, esto significa siempre, en relación a sí
mismo, a las demás personas y a las cosas, que le rodean. En consecuencias
afirmamos que la conciencia es el don más preciado, ya que esa le permite ser
lo que es, un animal racional -hombre-, que tiende hacia el BIEN.
De esta breve
reflexión sobre la conciencia obtenemos algunas consideraciones o razones, por
las cuales una persona deba desarrollar desde su interioridad un cuidado
especial por su entorno, esto es por su contexto o por las cosas, que le rodean.
Pues en la medida que atiende su entorno mejora también su relación con los
demás, vale decir con el otro ser humano concreto, quien le interpela
constantemente en el transcurrir de su vida. Por último tanto el cuidado de su entorno como el cuidado de su relación con los demás
desembocan en el cuidado de sí mismo.
Si bien es cierto, que el hombre es el único animal, que en la medida que
amenaza y atenta contra su entorno y contra los demás, él mismo se amenaza su
permanencia en el mundo, puesto que atenta contra sí; es decir se revierten en
contra de sí y ahí se siente íntegramente amenazado y atentado. En la medida
que el hombre destruye su entorno y deteriora su relación interpersonal, tanto
más también aproxima su posibilidad de destrucción. Éste es el dilema, que el
hombre debe de resolver. La resolución de este dilema requiere no sólo una
inteligencia y sabiduría, sino, sobre todo, una férrea fuerza de voluntad y un
gran sentimiento filantrópico.
El Maestro Luis
Szarán, paraguayo de pura cepa y una
de las grandes personalidades, que la historia humana conoció, es una persona
con ingenio y sabiduría suficiente para comprender la progresiva amenaza
sentida hoy día por el hombre en el planeta. Luis Szarán es simplemente una
eminencia, cuya reputación resplandece no sólo en el campo artístico,
científico, sino también en su incesante y ferviente compromiso social. El
nombre de Luis Szarán viene considerado desde décadas atrás como el director de
Orquesta Sinfónica más representativo del territorio paraguayo. Actualmente,
sin duda alguna, podemos afirmar que él es el DIRECTOR de Orquesta más
sobresaliente, que cobijara la nación paraguaya en toda su historia y, su vez,
el primero de América Latina, que haya recibido la Medalla Vivaldi, y uno de los cinco que ha recibido esa misma
medalla a nivel mundial. Este reconocimiento como otros tantos de magno valor en
el ámbito artístico hace, hoy día, popular al Maestro Luis Szarán a nivel
mundial. Tiene en este campo reconocimiento, por citar algunos países como ser
de Alemania, Francia, Inglaterra, Italia, Brasil etc.
Luis Szarán siente pasión no sólo por
la música, sino también por el saber y en este sentido él hace honor al gran filósofo
griego Aristóteles, quien decía: “El
hombre por naturaleza tiene el deseo de saber”[2].
El Maestro Luis Szarán es una persona, que escudriña el conocimiento en aras de
desvelar no solo los grandes valores, que habitan en el ser humano, sino
también traer a la luz la verdad, que duerme complacida en el interior del
hombre, a través de conocimiento fundante y, por ende, con rigor científico. Es
un apasionado investigador, que acrisoló los tesoros culturales y musicales de
nuestro legado histórico no sólo a través de publicaciones de libros, sino
también mediante un extraordinario Diccionario
de Léxico Artístico-Musical del Paraguay. Vale destacar, que el Maestro
Luis Szarán obtuvo por sus resultados científicos reconocimientos
reconocimiento de gran valía, como por ejemplo, Caballero Oficial de la República de Italia y Orbis Guaraniticus de
la UNESCO etc. Los impactos artístico-científicos del Maestro Luis Szarán
traspasan las fronteras nacionales y son conocidos y valorados
transcontinentalmente.
Otro hecho extraordinario, por el
cual resuena mundialmente el nombre de Luis Szarán, es su conciencia y
responsabilidad social. Él es el mentor, promotor, coordinador y animador del movimiento
musical Sonidos de la Tierra. A través
de este emprendimiento él logró, que en el más recóndito lugar de la república
del Paraguay haya niños y jóvenes, quienes han descubierto sus dotes
artístico-musicales.
El nombre Sonidos la Tierra es tan paradójico como emblemático. Es paradójico
porque de hecho la tierra ordinariamente no produce ningún sonido, sin embargo
la tierra paraguaya, que mantiene sobre sí al hombre paraguayo, es tan buena
para sembrar y cultivar la semilla del arte, de la cultura, del saber, de los
valores, de los principios éticos etc. Luis Szarán ha mostrado, que la tierra
paraguaya no sólo es apta y fértil para cultivar, esto es sembrar, las semillas
mencionadas, sino también esa tierra puede hacer germinar y hacer crecer esas
semillas. ¿¡Cuántos artistas están haciendo crecer este movimiento!? Actualmente
Sonidos de la Tierra cuenta con “más de 100 agrupaciones musicales creadas en 12
años de actividad, llegando a 174 comunidades de todo el Paraguay con 14.000
niños que forman parte del modelo y replicaciones del proyecto en Argentina,
Brasil, Bolivia y Uruguay”[3].
Es emblemático porque el nombre del
Maestro Luis Szarán es identificado con el movimiento Sonidos la Tierra y, éste es el símbolo artístico-cultural, el cual
ya adquirió interés y valor nacional en el subconsciente colectivo de los
paraguayos; pues este hecho constituye un emblema nacional al movimiento Sonidos de la Tierra y, por
consecuencia, al Maestro Luis Szarán.
El lema del Maestro Luis Szarán versa
así: “El joven que durante el día interpreta Mozart por la noche no romperá
vidrieras”. Este slogan de cualquier
modo u otro refleja la conciencia y responsabilidad social del Maestro. La
música, según su concepción no es propiedad de nadie, mucho menos de una élite
social determinada, sino todo por el contrario, para él la música, más allá del
encantamiento órfico, que ella produce en el alma humana, cumple un rol social
determinante. La música es un medio eficiente y eficaz para incluir socialmente
a los excluidos, de reivindicar el derecho y la justicia de los más oprimidos y
desheredados, o sea la dignidad del hombre en cuanto tal. La esencia de la
dignidad no es otra cosa, que la estima o el amor propio, que se introduce o
siembra en el corazón de cada hombre. A continuación traigo a colación como
ilustración sólo algunos ejemplos, pues hoy día forman parte del movimiento Sonidos de la Tierra jóvenes de Tacuatí,
municipio de San Pedro; Jorge Moreno, presidiario de la cárcel de Tacumbú. A
esto agrego, que Luis Szarán inspiró e impulsó la orquesta de instrumentos reciclados
de Laguna Cateura, del bañado sur. Estos y muchos otros ejemplos nos manifiestan,
que el movimiento Sonidos de la Tierra
es el prototipo estructurado y sistemático bien patente de la conciencia y
responsabilidad social.
Luis Szarán posee y exterioriza satisfactoriamente
su compromiso con su contexto, pues trata mejorar por doquier su entorno a través
de la música, y, por ende, el de todos los paraguayos. El cuidado del medioambiente
es el cuidado por el otro, o sea es el cuidado por la humanidad. Este cuidado
surge sobre todo de personas, que se cuidan a sí mismas, que se estiman así
mismas. ¡Este es filantropía, “amigo del hombre”! ¡Esto es humanismo! ¡Esto es
tomar como misión la responsabilidad de mejorar la condición de vida de los
habitantes! Por estas razones y otras el pasado viernes 14 de febrero a las 11 de la mañana del corriente año en el
Palacios de las Convenciones de la
Habana, Cuba, el Observatorio de
Responsabilidad Social de la UNESCO, encabezado por el Dr. Huberto Grimaldo,
otorgó al Maestro Luís Szarán el reconocimiento Ojo de plata por su conciencia y responsabilidad social. Este magno
acto fue muy emotivo, pues el autor de este artículo da testimonio de ese hecho,
porque compartió con el Maestro ese trascendente momento.
¿Es el emprendedurismo una capacidad
que se va cultivando y desarrollando en el curso de la vida o, más bien, es una
cualidad innata, que cada persona posee y puede desarrollar? ¿Podemos los
paraguayos rebasar las barreras del egoísmo y explotar la potencia del
altruismo, de la filantropía, de la paz, la igualdad? ¿Podemos impulsar
pequeñas acciones a favor de nuestro
entorno social y ambiental?
Prof. Abelardo Montiel
Vicerrector de la Universidad Tecnológica Intercontinental (UTIC)
Prof. Abelardo Montiel
Vicerrector de la Universidad Tecnológica Intercontinental (UTIC)
[1] Foucault, M. Estética,
ética y hermenéutica. Paídos. Barcelona. 1999. p. 278.
[2] panteς anqrwpoi tou
eidenai oregontai jusiV. Cfr. Aristóteles. Metafísica. Libro I. Credos. Madrid.
1998.
[3] Este es un dato proveído
por el mismo Maestro Szarán, porque el autor de este artículo ha tenido la
oportunidad de consultar con el Maestro sobre algunas cuestiones, contenidas en
este texto.